𝑆𝐸𝑋𝑂𝑀𝑁𝐼𝐴 || 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒

171 13 0
                                    

—La tarea tiene un valor de treinta puntos, Christopher ¡Treinta puntos! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Exacto! Que no te dejaré ir de fiesta ni mucho menos tomar durante éste fin de semana, hasta que terminemos la tarea — dijo Joel  realizando movimientos con sus manos a cada palabra que decía. Rodeé los ojos.

Joel siempre ha sido tan perfecto. Me refiero a perfeccionista.

No sé…

Creo que su nombre correcto es “Joel Las cosas tienen que salir perfectas o te castro Pimentel.”

—Que dramático — mascullé.

Ambos continuamos andando hacia mi carro por el estacionamiento de la escuela. Había muchas personas y eso era algo que detestaba. El día simplemente había cursado con naturalidad. Nada nuevo. Sólo ese maldito trabajo de ciencias.

—¡Yo no soy dramático! Lo que pasa es que me preocupo por nuestra calificación. Además no te dejaré reprobar. Si repruebas me quedaré solo y sin amigos. No dejaré que te alejen de mí — sonreí y pellizqué su mejilla morena.

—¡Qué lindo eres, Joe! Yo también te quiero — dije sin dejar de apretar su mejilla ahora roja. Joel quitó mi mano de su cara e hizo una mueca.

—No te burles, imbécil. Hablo enserio, no me puedes dejar — dijo con seriedad. Aunque en realidad la seriedad y Joel Pimentel se conocen muy poco. Reí.

—Tranquilo, todo estará bien — dije.

Aunque muy seguro no estoy.

Tengo que alistarme en todas las asignaturas para no ir a título. ¿Cómo pretendo sacar un diez en dos cortas semanas, si no lo saqué en un semestre entero?

—Lo dices como si todo fuera a estar bien — musculló. Sonreí. Joel puede ser muy pesimista. Pero es mi amigo y lo quiero.

—¿Quieres cerrar tu boquita ya? — reproché. Joel rodó sus ojos cafés dándome la victoria de la conversación.
            

Narra Joel                     

—Yo haré la investigación, el reporte y todo lo que tenga que ver con hacer el trabajo correctamente y tú… tú puedes colorear y transcribir — dije sacando los libros y los cuadernos para comenzar a trabajar. Christopher me miró y alzó sus cejas.

—Siempre me dejas lo estúpido — se quejó.

—Cada quien hace lo que puede — dije. Christopher negó con la cabeza y yo no pude evitar soltar una carcajada.

—Puedo aunque sea hacer un resumen o algo así ésta vez… — sugirió. Recargó sus brazos en el respaldo de la silla, tensando los músculos de sus brazos. Yo estaba sentado en el comedor y él de pie.

—¿Sabes cómo? — cuestioné curioso. Es decir… Es Christopher, a él hablale de sexo y alcohol y te entenderá, no de las ciencias fácticas porque te ignorará.

—Sí — dijo obvio. Sonreí con burla y mirándolo con incredulidad. —Sé hacer muchas cosas que tú no sabes — remarcó al ver mi expresión.

—¿Ah sí? ¿Cómo pensar y respirar al mismo tiempo? Tranquilo, no agotes fuerzas — me burlé. Christopher entrecerró sus ojos y me fulminó con la mirada. Reí.

—Conoces sólo el 80% de Christopher Vélez — murmuró con misterio y superioridad.

—Tenemos seis años de amigos, imbécil, te conozco hasta los huevos — dije con obviedad. Christopher sonrió y soltó una enorme carcajada, pero luego negó.

—Mis huevos son parte del 80%

—¿Qué hay del otro 20%? — cuestioné con una ceja alzada. Christopher sonrió de una manera extraña, fue casi una sonrisa depredadora, además sus ojos parecieron tomar una tonalidad más oscura.

—El 20% no interesa — murmuró

—Pero soy tu mejor amigo, me interesa — dije fingiendo indignación.

—Tal vez algún día lo sepas — murmuró. Suspiré.

—¡¿Tienes un secreto y no me habías dicho nada?! — exclamé sorprendido — ¡Mierda, Christopher! Tu sabes todo de mí, es injusto — Christopher se encogió de hombros con su sonrisa habitual; su líneas remarcadas a los extremos de su sonrisa, reposando en sus comisuras.

Sí… Mi amigo tiene una linda sonrisa.

—No es un secreto… Es más… Una reservación… personal, sólo para… mí, y… Nadie más… Que yo….

—Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido — aseguré con el entrecejo fruncido. Christopher sonrió.

—Como sea… Algún día lo sabrás.

—¿Y por qué no ahora? Yo quiero saberlo ahora — exigí. Christopher sonrió ampliamente, tal cual alguien ocultando algo, pero no estaba seguro de qué.

—¿Te quedarás esta noche? — me preguntó intentando desviarme del tema.

—No intentes pasarme, Vélez — advertí. Christopher sonrió.

—Oye ¡Cálmate! No es la gran cosa — se excusó. Lo miré con las cejas alzadas.

—¿No es la gran cosa? Vaya que tienes razón ¡Es la cosa grande! — dije. Christopher rió.

—Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido — repitió mis palabras.

—Deja de usar mis palabras para atacarme — Christopher se sentó en la silla que estaba junto a mí y tomó uno de mis cuadernos y una pluma.

—¿De qué páginas hago el resumen?

—Es secreto — dije fingiendo enojo. Christopher alzó la vista y me miró serio. Pero una sonrisa graciosa se pintó en sus labios.

—Se supone que debo rogarte ¿O?...

—No. Se supone que debes decirme tu secreto.

—Joel, vamos… Deja tu necedad — dijo soltando un suspiro.

—Tú deja la tuya.

—¿Por qué? Es mía.

—Si te la robo será mía.

—Si evito que me la robes seguirá siendo mía.

—Pero si… ¡Ah, ya! ¡Tú me haces ser estúpido! — me quejé, poniendo mis manos en mi cabeza y sintiendo cómo la risa de Christopher inundaba la habitación.

—Estúpido naciste. Ahora dime las páginas.

—Ya te dije que es secreto.

—Tú no tienes secretos, Joel — dijo con obviedad.

—Sólo conoces el 80% de Joel Pimentel — lo remedé. Christopher rió.

—¿Y por qué sé que el otro 20% se basa en comida y golosinas?

—Es para cubrir la verdad. Soy todo un misterio — dije. ¿A quién engaño? Soy un maldito libro abierto. No, soy una revista. Sí, eso es mejor.

—¿Tú? ¿Un misterio?

—Muy misterioso

—Un misterio muy misterioso que me sé al derecho y al revés. Ahora dame el puto libro y pongámonos a trabajar.

SEXOMNIA || VirgatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora