𝑃𝐴𝑅𝐴𝑆𝑂𝑀𝑁𝐼𝐴 || 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒

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Vamos, sólo toca la puerta. Sólo toca la puerta. Sólo es Christopher, que una noche de sexo no cambie nada. O por lo menos no mucho. ¿Cuántas posibilidades hay de que Christopher no me quiera explicar? No muchas. Supongo.

Bien.

Alcé mi brazo para así tocar la puerta de la casa, esperando por alguna respuesta. ¿Cómo se supone que deba actuar ahora? Me parece imposible que actúe normal, es decir como siempre, porque… Bueno, tuvimos sexo, eso no es normal. Tal vez deba actuar neutral, o enojado… ¿enojado neutral? Un punto medio, sí. Le reclamaré y lo odiaré por el momento, después esperaré a que las cosas se relajen un poco. Aunque no estoy seguro de que forma las cosas podrían relajarse, la friendzone nunca fue lo mío. A duras penas conseguía citas, chicas, claro. Los hombres en la vida me habían pasado por la mente. Hasta… Hasta que pasó, lo que pasó. Eso sí.

Dejé mis pensamientos cuando la puerta se abrió y Christopher apareció frente a mí. ¿Por qué hasta ahora es que noto lo atractivo que es?... Ah sí, soy gay desde aquella noche, ya lo recordé.

—Hola Joel… — Christopher se volvió, dejándome pasar, para cerrar la puerta detrás de mí. Miré a mi alrededor, buscando a su hermano, o alguna señal de su mamá, o cualquier persona, pero al parecer no había nadie.

—¿Estás solo?... — inquirí cauteloso. Christopher alzó una ceja con una sonrisa.

—Sí… — contestó, casi en un tono interrogativo. Bien, es el momento.

—¡Eres un puto enfermo!, ¿por qué dejaste que, hiciéramos eso que… No hacen los amigos, imbécil… Eres, somos… Tú… — debí haber ordenado mejor mis ideas antes de abrir la boca. Oh, es que las cosas suenan tan bien cuando las pienso en mi cabeza, y al momento de decirlas, todo es tan mierda.

Christopher alzó sus manos en señal de que me detuviera.

—Tú también pudiste detenerlo… Y no lo hiciste — se defendió.

—¡Era de noche, pensé que eras un ladrón, no tenía saldo, tú debías morir primero, gemías “Joel”, llegaste al cuarto y me atacaste! ¡No sabía cómo!... — Christopher entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos con una sonrisa. Acaso pareciera que la situación lo divertía.

—¿Qué tal?... Me refería a Joel Crawford, no a ti Pimentel…

—¿Qué?

¿Crawford? ¿El teñido de rojo, enano, feo, con problemas de pronunciación? ¡Soy mejor que eso! Sí, a veces me trabo igual y digo estupideces, pero, vamos…

—Estás de broma, era yo, ¿no? ¿cómo Crawford? ¡Joder, soy mejor!

Christopher rió.

—¿Por qué te importa si me lo estás reclamando?

—Porque… — suspiré, reconociendo que discutir el “a qué Joel se refería mientras se masturbaba” era algo estúpido y que me dejaría como un celoso. No estoy celoso, sólo soy mejor. Fácilmente es a mí a quien se refería. No al otro teñido… Por favor, ¿qué hombre se tiñe de rojo? Yo no, soy más natural. Azabache nadie sospecha. Era yo. Obvio. —déjalo, el punto es que… Estuvo mal, Christopher.

—En realidad estuvo muy bien…

—Sí pero… ¡No!, no estuvo bien, y no me dices nada de tu enfermedad, o eso que tienes… Y, además, ¿ahora qué?... ¿seguiremos igual?... Como amigos de toda la vida, o como extraños amantes en las noches, ¿Cómo hombres lobo o algo así?... — Christopher me miró confundido.

—¿Hombres lobo?...

—Sí, ya sabes. De día unos y de noche otros, es metafórico.

—Sería más como vampiros…

—¡Claro que no!... Por eso soy yo el listo de nuestra relación.

—Vale, entonces seré el hombre lobo y tú serás mi pequeño corderito…

¡Eso es probablemente lo más estúpidamente sexy que me hayan dicho! Sólo podía haber salido de la boca de Christopher. Aunque no tiene mucho sentido… Yo como “corderito” sería como los “cerditos” en la historia de los tres cerditos, y el “lobo” vendría de caperucita roja… He creado un nuevo cuento, no infantil, más bien erótico que trascenderá a la historia de la literatura.

¿Por qué pienso en semejante idiotez?...

—Corderito tu culo…

—Suena claramente estúpido. No te pondré algún apodo para dominarte mientras tengamos sexo. “Joel” está bien… — dijo. Fruncí el ceño. ¿Mientras tengamos sexo?...

—¿Crawford está bien?... — mascullé sin mirarlo. Christopher soltó una enorme risotada.

—¿Mi corderito está celoso?...

—Sí esperas que te diga lobo, estás estúpido — dije. Christopher sonrió con triunfo, aparentemente satisfecho.

—No te preocupes, puedes decirme Christopher…

—Bien, Christopher. Ahora necesito aclarar las cosas.

—¿Qué tienes que aclarar Joel?... ¿De verdad eres el tipo de chico que después de tener sexo no puede andarse igual que antes de que pasara? Venga, Joel, tampoco es como si te fueras a embarazar o nos fuéramos a casar — ¡Es que así lo siento! Pero claro que para él es así de sencillo.

Típicas palabras de un desorganizado amante que vive aterrado al compromiso, y encuentra placentero vivir rodeado del buen cumplimiento de sus deseos; como en las novelas mexicanas, esas que duran miles de capítulos tratando el mismo tema acerca de si Julio César embarazó a la hermana de su esposa Carlagreta. O algo así.

—¡Sí, en realidad es casi así! Y debí suponer que tú lo tomarías tan a la ligera… Eres tan patán…

—¡Joel! Espera, ni siquiera, nos hemos comprometido, y ya estás haciendo drama… —  ¿comprometernos? ¿de qué habla éste? Por lo menos tiene un poco de razón, estoy haciendo algo de drama. —Espera mejor a que te deje plantado en el altar… — ¡Animal!

—¡No me esperaría a eso contigo, idiota!, no sabes cuán insoportable eres algunas veces, Vélez…

—Bueno, hace una noche me soportaste, me absorbiste, me apretaste, me rodeaste, me empapaste, también…

—¡Cállate! — le di un golpe en su brazo, logrando que comenzara a reír. Bufé exasperado, y con la pena reflejada en mi rostro. Bien, está casi bien que hayamos hecho lo que hicimos, pero que me lo diga puede que resulte siempre un poco vergonzoso, e innecesario. Tallé mis ojos con mis manos, sin saber qué hacer exactamente. Sólo buscando algo de tiempo, o alguna idea para saber qué decir o algo. Lo que sea.

—Joel… — Christopher murmuró después de un rato. No contesté. Sólo seguí cubriendo mis ojos con mi mano. Quizá es cierto todo lo que dice y yo sólo debo de bajarle un poco el peso a todo, probablemente estoy siendo exagerado, tal vez sólo deba llevar las cosas con más calma… Y menos drama de chica… Pero, bueno… Ahora soy gay, quiero ser dramático. —Escucha, Joel… Lo siento —  prosiguió. —Entiendo muy bien que tú no puedas quitarle importancia a las cosas, eso es algo que me gusta de ti, pero, sólo por ésta vez… Sólo por ésta vez, te pido que lo hagas — Christopher se acercó hacia mí y quitó mi mano de mi cara para que lo mirara a los ojos. —Ignora por primera vez las consecuencias que puedan surgir, y hagamos de esto algo interesante para los dos…

¿Algo interesante?... Vaya interés el que hay en todo esto. Pero… Joder, me gusta la idea.

Quizá podamos jugar al corderito y al lobo una vez más…

SEXOMNIA || VirgatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora