PRÓLOGO

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A simple vista Nottferst parecía un pueblo aburrido, por lo menos a mi me lo parecía. Hasta aquel verano, el verano en el que empezaron a sonar las cigarras y más adelante a volar los mariposas.

Aquel parecía un verano como otro cualquiera en la granja, los días se alargaban y ya empezaba a aparecer el olor característico de esa época.

Mi padre, alcalde del pueblo y fanático de conocer gente y costumbres nuevas, me había comentado algo sobre una familia de ciudad que vendría a pasar el verano, aunque no le había prestado mucha atención puesto que estaba enfrascada observando un pequeño grupo de hormigas que había encontrado cerca de la entrada.

Era 1873, yo tenía 15 años, y el que se convertiría en mi futuro compañero de aventuras estaba de camino a mi granja en aquel momento. Claro está que eso no lo sabía, de haber sabido todo lo que eso significaría me hubiese preparado un poco.

Ah, se me olvidaba, me llamo Brenna, Brenna Kiran Jones.






𝐄𝐥 𝐝í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐦𝐩𝐞𝐳𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐚 𝐬𝐨𝐧𝐚𝐫 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐢𝐠𝐚𝐫𝐫𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora