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QUÉ GANAS CON COLARTE SIEMPRE EN
CADA CANCIÓN

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Harry sonrió al ver a Luke correr hacia él con la misma energía desenfrenada de siempre. Lo abrazó con fuerza, sintiendo una oleada de alivio y felicidad que no había experimentado en mucho tiempo.

—¡Luuu, te extrañé tanto! ¡No quiero que volvamos a separarnos nunca más!

Luke Hemmings Styles, su primo y mejor amigo, había sido una presencia constante en su vida hasta que la familia Hemmings-Styles tuvo que mudarse a Australia cuando Harry tenía 15 años y Luke 14. Fueron casi tres años infernales de separación, pero ahora estaban juntos nuevamente, listos para retomar su amistad donde la habían dejado.

En el pasillo de la escuela, las miradas curiosas y los murmullos no lograban perturbar a Harry. Por primera vez en meses, no le importaba lo que pensaran los demás, ni siquiera el hecho de que Louis pudiera verlo. Todo lo que importaba era que Luke estaba allí, trayendo consigo una sensación de normalidad y alegría que había echado mucho de menos.

Harry soltó una risa alegre y miró a su primo con cariño.

—Te extrañé tanto, Dios, tanto, tanto.

Le plantó varios besos en el rostro y dejó uno último, ligero, en los labios de Luke. Este gesto, natural y sin ninguna intención ulterior, era algo que hacían desde niños. No les importaba que ahora tuvieran 18 y 17 años respectivamente. Para ellos, era una forma de demostrar su afecto, un pequeño ritual que habían mantenido a lo largo de los años.

Luke sonrió y abrazó a Harry por los hombros.

—Luke...

—Mocoso llorón...

Tomados de la mano, caminaron juntos por el pasillo. Luke llevaba la mochila de Harry y hablaban de manera dulce y juguetona, prometiéndose mutuamente no volver a separarse por mucho tiempo. Recordaban anécdotas de su infancia, reían y se ponían al día sobre todo lo que había pasado durante su tiempo separados.

Frente al salón de clases de Luke, Harry hizo un mohín.

—Nos vemos a la hora del almuerzo. Los chicos estarán felices de verte; te extrañaron mucho. Pero que quede claro, yo te extrañé más.

—Tendrás que venir por mí, podría perderme.

Harry asintió y, poniéndose de puntillas, le dio un corto beso en los labios a Luke. Justo en ese momento, escuchó la voz de Louis detrás de él.

—¿Bebé? —La voz de Louis estaba cargada de incredulidad y celos. Se giró asustado y vio al chico que amaba con todo su corazón, frunciendo el ceño y sosteniendo un suéter color naranja brillante entre sus manos—. ¿Qué carajos acabas de hacer? ¿Acaso besaste a este hijo de perra?

—Louis, yo... —Harry se quedó sin palabras. No tenía que explicarle nada a Louis; nunca habían sido nada oficial y, además, sabía que a Louis le gustaba Violeta.

Louis, al notar que Harry no iba a hablar, suspiró enojado.

—Dices que me quieres y te besas con cualquiera por ahí. Primero Charles y ahora este desconocido. Harry, eres una put...

Antes de que pudiera terminar, un golpe lo hizo trastabillar. Louis parpadeó repetidamente, confundido. Alzó la vista y vio al "desconocido" con el ceño fruncido.

—A Harry no le hablas así y menos tú, que no eres nada para él. Si vuelves a decirle algo así, te mataré —dijo Luke, respirando con enojo.

Se giró hacia Harry y, con ojos preocupados, habló.

—¿Estás bien, Ed?

Harry asintió con lágrimas en los ojos.

—Será mejor saltarnos las clases e ir por una de esas malteadas de chocolate que tanto te gustan. ¿Qué opinas?

Harry asintió nuevamente y tomó la mano que Luke le ofrecía. Sin dudarlo, comenzaron a caminar, pero se detuvieron cuando Louis, todavía aturdido, parecía tener algo más que decir.

—¿Qué querías conmigo, Louis? —preguntó Harry, su voz temblorosa.

—Venía a darte mi suéter. Quería... hablar contigo —respondió Louis, mirándolo a los ojos.

—No, Louis. Para esto —Harry sentía que podía llorar en cualquier momento—. No quiero ser la persona a la que acudes cuando tu "persona especial" no está. Ya no quiero, Louis. Es demasiado para mí. Dejemos esto en buenos términos, como un recuerdo grato, y por favor, deja de dañarme.

Los murmullos en el pasillo se hicieron más fuertes. Todos observaban la escena con interés.

Louis sintió un nudo en la garganta. Quería decirle que estaba equivocado, pero sabía que Harry tenía razón. Desde hacía tiempo, había estado utilizando a Harry como un comodín emocional, alguien a quien recurrir cuando su verdadero interés, Violeta, no estaba disponible. Se sintió atrapado entre el orgullo y el remordimiento.

Cuando Harry se giró y se alejó de la mano de Luke, Louis no lo detuvo. Solo se quedó allí, viendo cómo se iba, sintiéndose miserable. Quizás porque, en el fondo, sí quería a Harry o porque era un egoísta. No pudo evitar recordar las palabras de Charles, quien le había advertido que su indecisión y comportamiento terminarían hiriendo a alguien.

Harry y Luke salieron de la escuela, dejando atrás las miradas y los susurros de sus compañeros. Caminaban juntos, disfrutando del aire libre y la libertad de estar juntos sin restricciones. Harry se sintió más ligero con cada paso, como si un peso enorme se hubiera levantado de sus hombros.

—¿Recuerdas la primera vez que probamos las malteadas de chocolate? —preguntó Harry, tratando de cambiar el tema a algo más alegre.

—¡Claro que sí! —respondió Luke con una sonrisa—. Fue en ese pequeño café cerca de casa de la Niall. Nos peleamos por la última gota.

—Y Niall se ahogaba —Harry rio.

—Y mientras todo pasaba Charles hacia como sino nos conociera.

Ambos rieron, recordando cómo la abuela de Niall había tenido que intervenir para calmar la disputa y ayudar a su nieto. Habían terminado compartiendo una nueva malteada, prometiendo no pelear más, aunque esa promesa había durado poco.

Llegaron al café y se sentaron en su mesa favorita, una pequeña esquina acogedora con vista a la calle. Ordenaron dos malteadas de chocolate y continuaron conversando, poniéndose al día sobre todo lo que habían vivido durante los años de separación. Harry le contó a Luke sobre sus experiencias en la escuela, sus amigos y, por supuesto, sus complicadas relaciones amorosas.

—No puedo creer que sigas con todo ese drama con Louis —dijo Luke, sacudiendo la cabeza—. Siempre te dije que mereces a alguien que te quiera de verdad, no a alguien que te trate como un segundo plato.

—Lo sé —respondió Harry con un suspiro—. Pero es difícil dejar ir a alguien a quien has querido tanto.

—Es hora de que empieces a pensar en ti mismo, Harry. No puedes seguir permitiendo que te hagan daño.

Harry asintió, sabiendo que su primo tenía razón. Había pasado demasiado tiempo tratando de complacer a los demás y descuidándose a sí mismo. Era momento de hacer un cambio, de empezar a vivir para él.

Cuando las malteadas llegaron, brindaron por su reencuentro y por un futuro más brillante. Se sentaron en silencio por un momento, disfrutando del sabor dulce y cremoso de las malteadas, cada sorbo llenando el espacio entre ellos con una sensación de nostalgia y esperanza.

—Te he echado tanto de menos, Luke —dijo Harry, rompiendo el silencio—. No puedo creer que estés aquí.

—Yo también te he extrañado, Harry. Pero estoy aquí ahora, y no pienso dejarte solo de nuevo.

¿Qué Ganas? ▬▬ l.s ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora