Mew Suppasit y Gulf Kanawut fueron amigos desde cachorros, ¿Qué pasó con esa linda amistad?
Mew se presentó como Alfa y cayó en el triste estereotipo de ellos, todo empeoró un poco cuando Gulf se presentó como un Omega. Este prefirió terminar su am...
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[Los chicos tienen la misma edad y la diferencia de quien es el mayor se basa en la fecha de cumpleaños.]
Todos hemos tenido una amistad que terminó en malos términos, así pasó con nuestros protagonistas pero antes de eso todo era diferente.
En el jardín MewGulf se conocieron, ambos estaban solos en el patio de juegos cuando el pequeño Gulf reconoció a su lindo vecino.
Solían juntarse, incluso después de la escuela. Iban a la casa de uno de ellos para seguir conversando. Sus madres, ambas Omegas, formaron una bella amistad como sus cachorros, por lo que se veían seguido.
-¿Mewie?- Lo reconoció el castaño en el supermercado, no pasó ni un segundo cuando se abrazó al cuerpo contrario mostrando su sonrisa cuadrada
Pasaron el resto del día juntos, jugando con sus superhéroes e incluso fantaseaban con ser grandes Alfas y encontrar a su media luna.
-Gulfie, ¿Podrías quedarte a dormir conmigo hoy?- preguntó cuando la madre de este lo llevaría a casa.
Ambos pusieron ojos de cachorro triste consiguiendo el permiso. Las señoras imaginaban que ellos algún día serían pareja, no especificaban nunca la raza, solo que estarían juntos.
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El primer dia de clases en la elemental fue el mejor para ellos pues quedaron en el mismo salón y tomaron asiento juntos a pesar de que todos los días los separaban por no prestar atención.
En cuarto grado se celaban más que nunca, pues después de tres años con maestros exigiendo al director su separación lo lograron. Solo podían verse en recesos y a la salida, un dia Mew no salía de su salón por lo que Gulf lo fue a buscar encontrándose con algo que le lastimó aún que no lo admita.
-¿Quién era ella? -preguntó el castaño triste después de que ella le diera una carta- ¿Te gusta?
El azabache notó sus ojitos tristes, se acercó a acunar sus mejillas con ternura y darle un beso de esquimal.
-No la conozco, dijo que le gusto- añadió con una mueca- Vamos a mi casa.
El castaño asintió ignorando lo pasado, pues su amigo no quería hablar de eso.
