Eighth

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Una agradable sensación se instaló en ambos por la calidez que se transmiten, aunque siempre habrá alguien que por desgracia lo interrumpa

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Una agradable sensación se instaló en ambos por la calidez que se transmiten, aunque siempre habrá alguien que por desgracia lo interrumpa. El celular de Gulf comenzó a sonar, cuando el dueño hizo ademán de levantarse el contrario intentó impedirlo hasta que recibió una mirada de advertencia por parte del castaño.

-¿Qué pasa, Bright?

El Alfa con tan solo escuchar el dulce tono que uso con el otro rodó los ojos aburrido.

–Cachorro, salgamos un rato.

–No puedo... –Quería evitar la pena de mencionarle su estado.

Mew al escuchar una negativa prestó atención a la conversación, mientras que Vachirawit bufaba al otro lado de la línea.

–Yo creo que querías pasar el menor tiempo posible con él, ¿Acaso te hizo algo?

–¡No! –se alteró. –No puedo salir, Bright...

Deseo que no le pidiera una explicación pero claro que la pidió.

–Estoy en celo –susurró con pesar.

Eso fue suficiente para que el pálido saliera de su casa lo más rápido sorprendiendose a sí mismo por la velocidad con la que se movió.

–¿En qué parte del edificio están?

Su voz firme le erizo los vellos, el realmente no recuerda pues subió con la mirada gacha preparándose mentalmente por lo que pudiera pasar, aunque nunca imaginó entrar en celo.

Un tembloroso 'no sé se escapó de sus labios.

-¿En qué parte del edificio estamos, Mew?

–Ayer dije que no lo quiero aquí –recordó el azabache irritado.

Pudo escuchar maldecir al otro Alfa por teléfono y uno que otro comentario.

–Cachorro, puedes pasarle el teléfono a Suppasit, por favor.

La suave voz que uso Bright lo lleno de desconfianza sobre lo que fuera a decirle. Le tendió el celular al contrario, quien lo aceptó en seguida.

–Escúchame bien Suppasit, voy a ir quieras o no –sentencio y antes de escuchar una negativa pasó a la amenaza –Ahorrate la vergüenza con tus vecinos, soy capaz de ir puerta por puerta preguntando por ti.

Mew hizo una rabieta por dentro al no ver más opción que darle la dirección pues no quiere poner en duda la palabra del contrario.

–El número 2, tercer piso –gruñó.

Gulf expecta asombrado el cambió de decisión del azabache, creyó que nunca cedería. Cuando le regresó el aparato, la llamada había finalizado.

–Voy a tomar un baño –avisó entre dientes, evidentemente molesto.

El Omega no quería quedarse solo en la sala, se siente fuera de lugar en ese departamento. Antes de que el contrario, que ya lleva la toalla en el hombro, lo sostuvo por el codo antes de que se encerrara en el cuarto de baño.

Celo con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora