Capítulo 03

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Por acuerdo mutuo, Minato y Madara decidieron darse unas auto-vacaciones por unos seis días y además que hallaron una aldea turística, mejor no podrían pedir. Ya llevaban cinco días de “misión” en el país del rayo; los tres primeros días fueron del viaje, el cuarto día de la infiltración y el quinto buscando una aldea.

Ahora estando en su primer día de “vacaciones” por petición de Minato fueron a ver la zona en donde se encuentra varios animales para adoptar, ya que Madara no se decidía a que lugar ir. Aunque la aldea se veía algo pequeña, era solo apariencia, una vez puesto un pie dentro, se podría apreciar lo expandida que es y no es de sorprenderse después de todo es una aldea turística, la sorpresa sería que fuera pequeña.

La zona de los animales, no solo se pueden encontrar con perros y gatos, también con infinidad de animales que Madara jamás había visto en su vida y algunos se le hacen algo tétricos como el que tiene Minato entre sus brazos.

—No te parece lindo —expresó Minato simulando arrullar aquel animal que cargaba.

—¿Lindo? —Torció sus labios y arrugo el entrecejo.

Aquel animal era redondo de color morado y un ojo en casi toda su cara, nariz no se le veía y solo podría deducir que tenía boca por los dos dientes que sobresalen debajo del enorme ojo y tenia dos cachos encorvados. Ese animal no dejaba de mirar a Madara haciéndole poner inquieto.

—Parece que se encariñó contigo —comentó un feliz Minato, alzando la criatura a la altura de su rostro y restregarlo con su mejilla.

—Es horrible, no quiero que esa cosa se encariñe conmigo —diciendo eso, Madara se perdió de la vista de Minato.

Y la criatura hizo un sonido que para Minato fue triste.

—Él te quiere, solo es un poco malhumorado —consoló Minato a lo que la criatura fue quien se restregó contra su mejilla.

Después de ese puesto, Minato encontró a Madara sentando en una banca muy alejado de la zona de animales. En verdad, que no veía nada lindo en esas criaturas y soltó una maldición al sentir como Minato le tomaba de la muñeca y le guiaba-o arrastraba-otra vez a la zona de animales.

No trataron mucho cuando llegaron a otro puesto de animales y ese si que le dio un buen susto a Madara.

—Son saltamontes hogareños —dijo la señora del puesto y Madara trago grueso.

«¡Eso no son saltamontes!» Se dijo Madara en su mente, sintiendo todo su cuerpo estremecer por ver esas criaturas.

Por poco se desmaya al ver como Minato estiraba una mano y uno de esos saltamontes se puso en la coronilla de su mano. Esos saltamontes hogareños tiene la forma de un humano, solo que están cubierto como por una capa de babilla gris, no se le ven dedos, ni sexo, ni vello, solo la forma de humano en tamaño más pequeña que una mano y tiene tres ojos; uno en arriba de la cabeza y los dos en el rostro de color rojo.

Veía como Minato le hablaba de manera dulce a esa criatura y como esta paseaba por su mano, muñeca y antebrazo para volver y dar brincos en la coronilla. Minato se notaba feliz y Madara disgustado.

Luego de eso Madara pensó que no podía ver algo peor, pero se equivocó. En otro puesto había algo parecido a una babosa, pero esta criatura se deshacía casi haciéndose agua para recorrer el cuerpo de las personas, algo que asqueo a Madara y que si no fuera por Minato prende todo en fuego. Menos mal que esa clase de babosa, Minato no le dio curiosidad alegando que podría ser una trama o algo, pero que si le parecía tierna.

El resto del día se la pasaron de puesto en puesto con un Minato enamorándose de todos los animales y queriendo adoptar a cada especie que cargaba.

«No quiero un esposo con este gusto tan espantoso. Aguanto todo, menos esto horrible.» pensó Madara con escalofríos.

Y cuando el día concluyó, Madara ahora si es muy feliz, su tortura había acabado.

—Gracias y lo siento —dijo Minato, pero lo último dejo confundido al Uchiha.

—De qué, lo sientes —interrogó Madara, sin entender.

—Por soportar todo el día a mi lado, se te notaba que casi no te gustaban esas bonitas criaturas —dijo con pena y pesar mezclado en su voz.

«¿Bonitas criaturas? ¡Son horribles! Para Minato que significará bonito.» Se cuestionaba Madara, sin evitar hacer muecas.

—Y algunas hasta te tomaron cariño. —Recordó sonriendo.

—¿Cariño? Si claro. —Soltó irónico —. Como sea, no fue nada, ni tienes porque disculparte —aclaro, sin darle mucha importancia—. Mañana elijo yo, así que estarás todo el día a mi lado, sin importar nada. —Le recordó, sonriendo con cierta malicia y eso le dio un mal presentimiento a Minato. 


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Al día siguiente, Madara aprovecho la poca información que logró sacarle a Minato sobre sus fobias o disgustos, así elegir en donde irían en el segundo día de sus “vacaciones” no es que fuera venganza como tal, pero si que se cobraría un poco sobre el día de ayer. Admite que si se asustó con más de aquellos animales, que para Minato son tiernos, pero para Madara parecían salidos de algún demonio.

—Solo es caminar —insistió Madara, sin llegar a burlarse.

Hoy Madara decidió ir a dar un tour por las montañas. Una caminata que la dirige una persona de la aldea, cada guía cargaba entre dos o cuatro personas para que fueran al tour, en esa ocasión solo eran Minato y Madara junto a su guía asignado.

—¡No iré! —Se cruzo de brazos y le dio la espalda a Madara.

—Ayer sufrí por tu culpa, ahora me dejarás solo, ¡Excelente! De los mejores compañeros que he tenido —comentó sarcástico, empezándose a enojar y sin querer a elevar su chakra.

Quería creer que no se acordaba de esa montaña tan alta en el país del rayo; estaba muy pequeño o simplemente jamás se dio cuenta.

—Nos pueden ver —excuso Minato, esperando que el otro aceptará.

—¿Te estás escuchando? —Suspiro—. Esta aldea es oculta y tienen mala relación con Kumo precisamente, tiene una seguridad promedio y de seguros nos deben de estar persiguiendo por el bosque con el rastro de chakra que dejé con mi clon. —No había necesidad de recordarlo, pero mejor hacerlo a que Minato siguiera con sus excusas.

Madara estaba perdiendo la paciencia con Minato, este ultimo le tiene miedo a las alturas y el lugar que Madara escogió es dar un tour en lo más alto de dichas montañas. A pesar de su altura, muy difícil que alguien los detectará a esa distancia, al menos que fuera un Hyuga u otra habilidad de largo alcance visual.

«Tiene fobia a las alturas, pero no a enfrentarse con otros ninjas fuertes que posiblemente pueden llevarlo a la muerte. » Para Madara se le hace una fobia absurda, nada comparado con los espantosos animales que le tocó el día de ayer. 

—Esta bien —aceptó al fin, cuando empezó a sentir muy encima suyo la mirada de Madara.

Se pegó como chicle a Madara quien solo suspiro, ni siquiera habían empezado a subir y Minato ya estaba temblando.

—¿Te molesta? —preguntó, pero Madara negó con su cabeza.

El camino era estrecho, pero seguro para hacer el recorrido y llegar hasta lo más alto. Madara al sentir como Minato lo sostenía del brazo con fuerza, llego a pensar que hoy también sería un día tedioso, pero vaya que se equivoco. A medida que iban avanzando Minato se quedaba quieto y temblando, sin ganas de seguir, Madara muy amable lo tomaba del cabello o del cuello de su camisa azul para arrastrarlo a que continuarán.

El promedio de tiempo para subir es entre dos a tres horas, teniendo a Minato se demoraron cinco a seis horas con miles de estaciones, hasta berrinches como Madara les apodó y leves sustos que eran provocados por parte de Madara hacia Minato; simulando que se iban a caer, en donde Minato fue engañado más de una vez. Si en esos momentos se les presenta ninjas de Kumo estaban perdidos por Minato.

—¡NO! —gritó haciendo resonar el eco que habita en lo más alto.

Minato sintió como su cuerpo se iba al vacío, pero otra vez fue culpa de Madara. Era tan sencillo amarrarlo con fluido de chakra del Susanō en los tobillos del Namikaze para así empujarlo al vacío, pero después lo devolvía como si fuese algún resorte; para Madara es fácil hacerlo, solo por darle sustos a su compañero de que se iba a caer.

«¿Dónde quedo su hábil velocidad? » cuestionaba Madara en su mente con cierta diversión.

Cuando terminaron el tour con un Minato muerto del miedo y Madara bien contento, al final sí cumplió con su objetivo. Ya es de noche, al bajar se demoraron más que en subir y todo por cierto rubio con fobia a las alturas.

—¿Por qué eres así? —Quiso saber, aun sintiendo todo su cuerpo temblar.

—¿Cómo? —Le devolvió con una interrogante haciéndose el desentendido.

Madara sonrió y Minato se cruzo de brazos, es que ni siquiera se sentía molesto, más bien ingenuo al pensar que su compañero Uchiha no cobraría por lo de los animales.

«Moraleja del día, no hagas fastidiar a Madara Uchiha. Ni confesarle tus miedos.» Anotó mil veces en su mente para recordarlo, si había una próxima vez.

—Entendí tu mensaje —decía Minato, ya un poco más calmado. Ambos se dirigían en donde se estaban quedando.

—En serio que no se de que hablas —respondió fingiendo demencia.

—Madara —llamó deteniendo su caminar y el nombrado lo imitó, pero pasos más adelante, sin voltearse.

—Esta bien, lo acepto. Quería que pagarás por mi sufrimiento de ayer, ahora estamos a mano —aceptó la acusación y siguió caminando, pero con una sonrisa en su rostro.

A los segundos Minato le siguió también sonriendo, después de todo el día no estuvo tan mal, lo único que se reprocha es que en esos dos días llevan la guardia muy bajo y eso no esta bien siendo ninjas, y que de seguro los anda persiguiendo.


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Los siguientes cuatro días se la pasaron disfrutando de aquellas “vacaciones” que ellos mismos se dieron, cada uno andaba huyendo de un compromiso que no querían cumplir, pero debían para que no perjudicará a terceros. Ambos se están exponiendo al tener la guardia baja y estar dentro en el país del rayo, con esos dos puntos es todo un riesgo.

Minato en ocasiones le fue inevitable pensar de como sería aquel Omega con quien se debe casar, a veces al mirar a Madara se lo imaginaba de esa manera. De lo poco que sabe del Clan Uchiha, sabe que son personas orgullosas y fuertes, es como un sello que llevan en su ser. Tan solo ver a Madara y que hace unas horas confirmó que ese aroma causante de adelantar su celo, es perteneciente de Madara, más que sorprenderle, le gusto ese descubrimiento y se lo calló.

Sí pudiera elegir a una persona para casarse, no veía para nada mal en decir: Madara Uchiha. Es poco lo que llevan conviviendo y quisiera más, conocerlo, tener más misiones juntas y demás cosas, no nada romántico, sino en plan de amigos y aquel pensamiento de “casarse” solo que ver a Madara es sinónimo de admiración en persona.

—Me casaré con alguien que ni conozco, para el colmo, no le he visto —dijo con resignación.

Estaba de noche, hoy en el sexto día de sus “vacaciones” finalizaba todo y mañana cuando el sol empezará a salir partiría a Konoha, enfrentando su destino que estaba marcado. Minato decidió salir y subirse al techo de la posada en donde se estaban quedando para pensar en rato y darle privacidad a Madara que se lo notaba algo desanimado.

Madara por su parte, tenía intenciones en salir y caminar un rato por la aldea, que por suerte mantenía activa todo el día y noche, pero Minato salió de la habitación diciendo que luego volvería. Ante los ojos del mundo, no es correcto compartir habitación con un Alfa que no fuera su pareja sentimental, pero ninguno se puso con esos obstáculos; habían dos camas, un baño privado y una enorme ventana que ventila las cuatro paredes. Para cambiarse se turnaban en el baño, Madara notó como Minato tomaba unas píldoras que relación con pre-supresores; pastillas para evitar adelanto del celo en momento inoportunos. Madara por su parte también cargaba algunos y se tomo uno, además que con Minato no siente desconfianza como con otras personas. Así que ninguno de los dos vi nada malo en compartir habitación.

En los pocos días que llevan conviviendo, Madara agradece a Minato por haberlo dejado solo. Ahora que se acerca el momento de su “boda” los nervios y miles de inseguridades le asaltan junto a malos pensamientos; querer irse lejos, sin importar que tanto eso afectaría a su Clan y para Hashirama, ni tampoco darle un mala ejemplo a sus hermanos menores sobre no cumplir con lo establecido.

Después de estarlo pensando por varios minutos, llego a la conclusión: no escaparse y seguir su lamentable destino. Tan solo de pensar que dejaría sus misiones y las armas, su corazón latía con fuerza en muestra del desespero que estaba sintiendo, su ánimo decaído y ausente, muestra de lo mucho que le estaba afectando de solo imaginarse casado con una persona que ni conoce, posiblemente lo quería controlar y sus días libres terminarían.

Para Madara también le fue casi imposible, el no comparar a Minato con su prometido que no conoce. Sueña y suplica que ese Alfa sea una cuarta parte de Minato; por lo menos ser escuchado y no controlado. Dos cosas que las ve algo difícil, pero no imposible.

El Clan Uchiha es demasiado apegado a sus tradiciones de años, es consciente que tampoco es que tengo un gran avance como sociedad y destacando por sus habilidades, no por su casta, eso ya es un gran paso hacia adelante. No obstante, le inquieta no saber nada con quien se va a casar y por primera vez en su vida, sentía como todo su cuerpo reacciona al nerviosismo que le empezaba a invadir. Hace años que no se permitía llorar, formo esa fuerte coraza para no demostrar debilidad ante nadie. Entre su mar de pensamientos, las feromonas que sintió ese día de su celo adelantado, son de Minato y lo comprobó hace horas atrás cuando de manera inconsciente liberó sus feromonas y pudo sentir las contrarias, eso también lo agradece; que Minato no mencionó nada al respeto.

En más de una ocasión entre sus pensares, se regañó por estar idealizando a Minato una persona que recién conoce y estar juzgando a su prometido que no sabe como es, pero le era difícil no hacerlo.

—Mi tormento esta apuntó de empezar. —Suspiro tratando de tranquilizarse.

Se repitió una y otra vez en su mente: «Es por el Clan.» Dándose consuelo y fuerzas para lo que se le viene. Y el tormento mayor que se le sumo a su debate mental fue sobre consumar la noche de bodas, eso si le hizo estremecer todo su cuerpo; una mezcla de miles de emociones que no sabe describir, pero solo de imaginarse otras manos recorrer su cuerpo, esa idea no le gustaba en lo más mínimo.

Ni Minato, Ni Madara, no pudieron dormir esa noche. Cada mente esta vuelta un caos, sintiéndose impotentes por no saber que hacer, porque sabe que sus actos podrían perjudicar a sus seres queridos y eso es algo que ninguno de los dos quiere.

Como si la realidad les golpeará directo a sus rostros, la mañana llegó y junto a ello su partida a Konoha también para enfrentarse a su destino.


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Contigo-[MinaMada Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora