Prólogo (Actualizado)

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Cha Si-Yeon fue formada por algunas partes de la rota alma de Penelope Eckart.

Sin embargo... Hubo una parte del alma que permaneció con Penelope hasta el final, sin salir de su cuerpo.

No obstante, cuando los demás pedazos de su alma vuelven a esta pero de forma distinta (como Cha Si-Yeon), a lo que resta del alma no le queda más opción que irse a buscar otro recipiente... ¿Y qué mejor opción que el cuerpo de Cha Si-Yeon?

 ¿Y qué mejor opción que el cuerpo de Cha Si-Yeon?

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Muros fríos.

Paredes tan elegantes como aburridas.

Pasillos exageradamente extensos.

Habitaciones innecesarias.

Rincones oscuros.

Y una incómoda aura deprimente imposible de evadir.

Una hermosa casa con un triste y vacío ambiente.

Eso era la mansión Eckhart, la realidad de Penélope. Realidad de la que intentaba escapar de vez en cuando, irónicamente dentro de ella.

Pues en una habitación aparentemente oculta e indebida, de alguna forma, se oían ligeramente los sonidos de como pasaban las páginas de un libro. Una jóven suspiraba, resoplaba, sonreía, se enfadaba, incluso se deprimía. Todo eso mirando unas simples letras de papel.

El lugar no era muy agradable, las temperaturas eran más altas allí y para colmo las telas de su vestido eran muy pesadas para el verano, cosa de la que sus doncellas estaban muy al tanto, lo cual la hacía enfadar porque sabía muy bien que era otro de sus métodos para hacerle la vida imposible.

Recogió su cabello con ambas manos como intento de disminuir el calor, pero al no tener algo con que atarlo simplemente quedó suelto detrás de sus orejas. Le hubiera fascinado tener un abanico, más se negaba a pedirlo, puesto que todos y cada uno en ese pobre intento de hogar la traban de la peor forma. Sabía que no tenía a nadie, ni siquiera para cosas tan básicas.

Sentía enormes ganas de hablar de la historia con alguien, aunque sea por diez minutos. Anteriormente planeaba hacerlo con la mucama más reciente que resultaba ser una jóven de más o menos su edad que no estaba muy al tanto de los chismes aristócratas (siempre y cuando la volviera su amiga, claro), sin embargo ya le habían hablado mal de ella, evitando que se le acercase y logrando que la mire con el mismo desprecio que el resto.

De todas formas era peligroso, ya que ni siquiera podía decir que estaba leyendo algo. Estaría mal visto, pues a los ojos de todos Penelope solo era una plebeya que no merecía conocimiento, por lo que las clases de lectura y escritura que había estado tomando eran puramente secretas.

¿Cómo lo hizo? Fácil; Desde que era pequeña había estado escuchando en secreto a sus hermanos mayores en sus clases, escuchaba atentamente y guardaba el aprendizaje en su cabeza, podía ser una dama maleducada y grosera de malos modales, pero no deseaba ser una ignorante, aunque frecuentemente le había hecho creer al resto que lo era. Se sorprendía, pues hasta ella parecía tener más ilusión por aprender que sus propios supuestos "hermanos" (definitivamente no podían ser llamados así por lo crueles que fueron con ella injustamente en el pasado).

Lo que resta del alma (La muerte es el único final para la villana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora