Oliver

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[14:40] Oliver: Tengo cuatro horas seguidas de clase, así que anímame y confírmame que lo de esta noche sigue en pie. 

[19:00] Oliver: ¡Hola! Acabo de salir del máster y he visto tu llamada perdida. Si no puedes, no pasa nada. 

[19:50] Oliver: ¿Todo bien? ¿Quieres que te llame? 

[21:30] Nora Librería: Lo siento, Oli. Me temo que hoy no voy a poder ir. 

[21:31] Oliver: Espero que no sea por nada malo. ¿Te puedo ayudar en algo? 

[21:32] Nora Librería: ¿Te acuerdas de mi ex? ¿El que se fue a Italia? 

[21:35] Oliver: Oh.

 [21:35] Oliver: Sí, me acuerdo de la historia. 

[21:36] Nora Librería: Pues es que no te lo vas a creer, pero... 

Pues claro que su ex ha vuelto. Claro que el alto, bronceado y guapísimo Javier, con sus ojos azules y su sonrisa de anuncio de dentífrico, ha aparecido en su trabajo, se ha arrodillado y le ha dicho que no podía dejar de pensar en ella. Claro que le ha dicho que ha sido un error dejarla y que espera que puedan volver a intentarlo. Seguro que la ha tomado en brazos y se han ido juntos conduciendo hacia el atardecer en un Lamborghini. Claro que ella lo siente mucho. Y que yo soy un gran chico. Y que se lo ha pasado muy bien conmigo y que sabe que voy a encontrara la persona adecuada en el momento menos esperado. 

Al parecer, lo sabe todo el mundo ahí fuera menos yo. 

Bueno, y la persona en cuestión, que debe de estar evitándome como si tuviera la peste. 

—Ay, no. 

Levanto la cabeza de la mesa de la cocina, donde he decidido hundirme en la autocompasión. Veo a Diego en la puerta, con la mochila del gimnasio todavía a la espalda. Lola está de puntillas tras él, con Pandilla en brazos. 

—¿Tú no tenías una cita? —pregunta ella antes de que Diego pueda chistarle para que se calle. 

Dejo caer la frente de nuevo sobre la mesa. 

—Mi única cita es con las galletas que me voy a pasar toda la noche decorando para el catering de un baby shower

Se hace un silencio incómodo. Sé que mis amigos se están mirando y haciendo un control de daños antes de decidir el protocolo a seguir. Los oigo susurrar y, unos segundos después, entrar en la cocina como si fuera un campo de minas. Diego se sienta a mi lado y me acaricia la espalda. Lola suelta a Pandilla, que se frota contra mis piernas pidiendo cariño, y se sirve un vaso de agua del grifo. 

—Creo que es un récord —dice ella—. ¿Cuántas citas llevabais? ¿Tres? 

—Dos —gimoteo. 

Dos citas maravillosas, gracias. Nos reíamos muchísimo juntos. Y había química. Y llevábamos hablando ya un montón por mensaje. Nos gustaban las mismas series, los mismos libros. Y cuando no, teníamos discusiones muy profundas al respecto y... 

A lo mejor tenía que haber supuesto que esto no llegaría a nada cuando me dijo que no le gustaba la peli de Orgullo y prejuicio de 2005.

—Mejor dos citas que perder dos meses de tu vida, como con el último. 

Me doy dos sonoros cabezazos contra la mesa, no sé bien si de acuerdo o en desacuerdo con ella. 

—Lola, cállate —dice Diego. Y me hace levantar la cabeza para que deje de matar a mis neuronas—. Mira, es cierto que ya no te hará descuento en la librería para intentar ligar contigo. Pero tenía el pelo muy quemado por el tinte que usaba. Puedes aspirar más alto. 

Desde Soulcial, ¿con amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora