Aladdín

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عَرَبِيٌ أنا اِخْشِينِيyo soy árabe, témeme

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عَرَبِيٌ أنا اِخْشِينِي
yo soy árabe, témeme

وَيلُ إذا أحْبَبْتِنِي
pobre de ti si me amas

قَلْبِي قَفَصُ دَهْرِي
mi corazón es la jaula de mi destino

يَحَرِسهُ رِمْحُ مُخْمَلِي
protegida por mi lanza de terciopelo

اَغْرَقَنِي لَوْنُ البَحْرِ فِي عَينَيكِ
me hundió el color del mar en tus ojos

وَعَادَتْ وَانْتَشَلَتْنِي خِصَلُ شَعْرِكِ
y volvieron para rescatarme los mechones de tu pelo

وَنِمْتُ وَحَلِمْتُ وَاشْبَعَنِي رَحِيقٌ شَفَتَيكِ
y dormí y soñé y me sació la fragancia de tus labios

عَدَلْتُ لَكِ أنا دَقاتَ قَلْبِي
sincronicé para ti los latidos de mi corazón

لِتَرْقُصِي مَعِي رَقْصَكِ المُفَضَّلِ
para bailar contigo tu baile preferido



El laúd y la flauta sugerían un ritmo voluptuoso que iba apoderándose por el salón del harem. El harem estaba decorado por papel tapiz turco, cortinas pesadas color escarlata que dividían los aposentos de cada odalisca, que eran hombres y mujeres al servicio del placer. En el centro había una cama con alfombras persas y cojines verdes oscuro donde el hijo de sultán estaba disfrutando de ser mimado por sus esclavos hombres y mujeres.

El soplido agudo y el golpe de cuerdas sirvieron de acompañamiento a aquel deshonroso baile que sonrojaría hasta a una mujer casada y la haría ocultarse bajo su hiyab. El hijo del sultán danzaba sobre el pene de un esclavo de buen cuerpo, el sonido de su carne pegándose a la del otro era jugosa. Aquella noche hacía más calor que en un desierto que se podía sentir. Los cuerpos sudaban a chorros, el incienso de jazmín a perfumaba los olores corporales distinguidos del sexo. Las velas del sitio iluminaban en rojo las sombras de los presentes en la pared que parecía un demonio deforme de múltiples pies y manos que danzaban con cadencia.

De pronto la música quedó de fondo y los sonidos protagonistas fueron los gemidos, sollozos, gritos, quejidos pero sobre todo jadeos. El joven sultán de rizos verdes inclinó su cuerpo desnudo contra la cama, su esbelto cuerpo hermoso, aperlado y terso se puso a gatas con la cabeza hundida en los almohadones y su redondeado trasero se exhibió como una puta cara. Su esfínter rosado estaba abierto y se derretía en aceite. Tres odaliscas atendieron al joven de ojos esmeraldas: dos hombres, uno asiático y uno africano y una mujer turca.

ɴᴏᴄʜᴇs ᴅᴇ ᴀʀᴀʙɪᴀ | ᴅɪsɴᴇʏᴡᴇᴇᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora