Encuentro

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أيقنت بأنك فى جسدى

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أيقنت بأنك فى جسدى .. برق ورعود

Me di cuenta que estas en mi cuerpo...como el rayo y el trueno

وبأن لقائك منذ البدء بعمرى .. هو اليوم الموعود

porque cuando te encontré empezó mi vida...ese fue el dia prometido.

—¡Ven aquí, maldito estafador! —Un hombre musculoso alzó el puño y lo agitó con furia desde una puerta de cortinas —¡Voy a partirte en dos, ladrón!

—¡No soy un ladrón! —Un joven rubio de ojos rojos salió a la calle apurado y volteó divertido a responder al hombre —Soy un humilde trabajador que se gana la vida en la especulación de resultados deportivos, no es mi culpa que usted sea estúpido y apostará el dinero de su mujer al luchador equivocado.

—¡Te aposté a ti, imbécil! ¡Me convenciste de que lo hiciera, me aseguraste que ganarías y perdiste intencionalmente en la última pelea!

—¡Hay días buenos y malos, señor! —El chico mintió, era común en las peleas clandestinas hacer apuestas y pagar al favorito para que perdiera y ganará la casa. —¡Tal vez la próxima vez gané! ¡No quiero perder un admirador! —dijo burlón y salió corriendo a la vez que se amarró como pudo un pañuelo negro con bordes naranjas en la frente como una especie de turbante.

—¡Voy a torcerte el cuello pedazo de... !

—¡Eso me lo dicen siempre! —gritó a lo lejos y el turbante se movió rebelde por el arenoso viento.

El ladrón se guardó un par de monedas en los bolsillos y con un par de zancadas avanzó el doble que su perseguidor, el muchacho tenía un rostro atractivo, unos labios delgados, pómulos altos, una fina quijada y una mirada roja que su energía hacia temblar a cualquiera. Vestía unos pantalones holgados negros con algunos parches, zapatillas desgastadas e iba con el torso desnudo cubriéndose solo con un chaleco naranja abierto que evidenciaba su marcado abdomen y sus potentes pectorales que a cualquier mujer derretiría.

Los morados de sus peleas clandestinas se miraban en sus brazos y el estómago, ser un peleador clandestino era un trabajo sucio pero al ser un huérfano criado en las calles era a lo único que podía aspirar. Además a nadie le importaba solo era una rata callejera más en Ágrabah.

El rubio de veintiún años, la misma edad que el príncipe, dobló por un callejón y su agilidad lo hizo correr por un muro y entrar a un balcón así fue subiendo el edificio por los balcones hasta llegar al techo y desaparecer de su atacante. Se asomó por la orilla y vio a su atacante confundido entonces por fin respiró.

—¡Bakugou Katsuki 1, tipo musculoso 0!

Katsuki se felicitó por su escape victorioso. Vago por unas horas hasta que tuvo hambre y fue al mercado a buscar comida, entró a una tienda y pidió Koshari, un platillo de lentejas y garbanzos, mezclados con pasta y arroz y lo acompañó bebiendo té de hibisco, un té rojo que se bebía frío. Mientras le traían su comida llegó un hombre con capucha que se sentó en la mesa frente a la suya. Al ladrón le pareció extraño esa túnica que llevaba pues no había tormenta de arena para que la usará. Rápido asumió que era un forastero.

ɴᴏᴄʜᴇs ᴅᴇ ᴀʀᴀʙɪᴀ | ᴅɪsɴᴇʏᴡᴇᴇᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora