Perdóneme padre porque he pecado

1.

- ¡PAPÁ DETENTE POR FAVOR! -. Ester ya sentía sus cuerdas vocales en llamas de tanto pedirle a gritos a su papá que no golpeara más a Berenice, su madre.

Ester tenía toda su infancia viendo a Emilio propinarle golpes a su madre, siempre en sitios estratégicos, donde la ropa los cubriera y nadie pudiera notarlos, había ocasiones en que por su ira desenfrenada terminaba golpeando a su madre en el rostro, haciendo que tuviera que estar en casa encerrada por dos semanas o hasta que no tuviera señas de la violencia que sufría, en algunas veces Ester terminaba con moretones en su cuerpo por intentar defender a su mamá.

Desde el día que cumplió los 12 años los golpes a ella no eran sin intención, su padre muchas veces la maltrataba, e incluso varias veces cuando llevaba a sus amigos no le importaba que entraran a su cuarto, y abusaran de ella.

No entendía como una familia podía estar tan rota y verse tan bien en la calle. La familia Robles, su familia, ha sido un ejemplo a seguir para muchas personas de la comunidad, todos los domingos eran los primeros en llegar a la iglesia San Juan Bautista para cumplir con la eucaristía, sus obras de caridad eran exuberantes, cada vez que llegaba un nuevo vecino le regalaban un cuadro con la oración a la familia por Juan Pablo II, esa misma que estaba en la sala de su casa, esa a la que le han cambiado más de cinco veces el marco porque su papá estrellaba el vidrio del mismo en las costillas de su mamá , la misma que le hicieron memorizar a los 5 años y que no importara cuantos años tuviese aún la tenía en su memoria.

Oración a la familia por Juan Pablo II

Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, «nacido de Mujer», y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.

Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.

Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.

Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo.

Amén.

Cada domingo, después de que el cura finalizara la misa, su padre se dirigía al confesionario y Ester se escondía detrás de una imagen de la virgen de Fátima para escucharlo. Emilio se acercaba al cura que estaba en una especia de caja grande de madera y se arrodillaba para confesar sus actos atroces.

- Oh mi Dios, estoy arrepentido de todo corazón por haberte ofendido y detesto todos mis pecados, porque temo la pérdida del cielo y los dolores del infierno. Pero, sobre todo porque te he ofendido, mi Dios, que eres solo bondad y que mereces todo mi amor, decido firmemente con la ayuda de tu gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia y enmendar mi vida. Amén.

-El señor este en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados-. Esa frase marcaba el inicio de las palabras de mi padre, esas que el cura de la iglesia, Felipe, ya conocía.

-Han pasado 12 días desde mi última confesión, pero he decir que son muchas las cargas que tengo y de gran peso en mi corazón. Confieso padre que he pecado, mi esposa y mi hija han vuelto a ser maltratadas por mí, esta vez he provocado que mi mujer terminé en el hospital a causa de un traumatismo ocular, y mi hija tiene quemadas en la espalda causadas por encendedores, quemadas que quedaran como marcas hechas por mí en un estado de ira donde no pude controlar mis actos, también Destrocé la despensa de la cocina cuando empuje a Berenice al intentar defender a Ester, de estos actos me arrepiento y pido perdón al Dios altísimo.