Sarah
«Dios, Sarah. Esto es patético», me dije por cuarta vez esa mañana cuando me di cuenta de que estaba pensando de nuevo en el chico que había conocido en la pista de hielo.
Juro que en el momento, había estado demasiado afectada, y luego demasiado sorprendida por su manera de ser, como para ser consciente de la huella que iba a dejar en mí. Pero, ahora, unos días después y serena, me moría de vergüenza cada vez que lo recordaba.
Nunca había visto a un hombre más guapo que él. Ni en persona ni en la televisión. Con ese cuerpo enorme y esa sonrisa deslumbrante.
No es que eso fuera importante, pero no ayudaba a que me sintiese mejor.
Su mirada había hecho que me sintiese a gusto, segura.
Moví la cabeza a ambos lados para tratar de salir del trance en el que me había sumido y borrar de mi mente sus ojos azules con las esquinas achicadas por una sonrisa.
En vez de estar pensando en él, en el chico de la pista de hielo —como le llamaba en la cabeza—, tenía que estar pensando en mis clases. Debería estar nerviosa porque era mi primer día.
Lo único que me consolaba era que había sido lo suficientemente inteligente como para largarme cuando me había pedido mi número de teléfono.
No quería tener que volver a verle.
Me moría de vergüenza cada vez que pensaba en nuestro encuentro.
¿Por qué se lo había tenido que contar todo? Me había hecho sentirme muy vulnerable hacerlo. No me sentía cómoda siendo tan vulnerable. Lo odiaba. Yo era una mujer fuerte y segura que luchaba por sus sueños. ¿Por qué le había tenido que mostrar esa faceta de mí?
Unos golpes en la puerta de nuestra habitación me sacaron de los tontos pensamientos que tenía.
Corrí a abrir solo por tener algo que hacer.
—Buenos días —saludé a Amy.
—¿Cómo está Ellen?
—Bueno —le respondí apartándome hacia un lado para que pudiera pasar—. Antes de que entrase al baño tenía cara de ir a vomitar.
—Suena muy como ella —me dijo lanzándome una sonrisa que dejaba claro que Ellen le parecía la mujer más adorable del mundo.
Una sonrisa que dejaba claro que le encantaba su forma de ser. Una sonrisa que dejaba claro que ella iluminaba su vida. No hacía falta conocerlas mucho para saberlo: Ellen era la luz de Amy, así como Amy era la fuerza de Ellen.
Me encantaba. Yo quería a alguien que me mirase así. Quería sentir ese amor por alguien.
La observé mientras caminaba hacia la puerta del baño y comenzaba a andar en círculos frente a ella. Nerviosa, pero dándole su tiempo.
Cuando Ellen salió del baño, Amy la envolvió entre sus brazos y la tranquilizó durante un rato. Dándole ánimos.
Me senté al lado de ellas en la cama.
—Estás consiguiendo que me tranquilice yo también —comenté riéndome.
—Es que soy la mejor dando ánimos —se regodeó Amy besando la sien de Ellen.
—Y la más humilde también.
—Hay que quererse a uno mismo —dijo antes de encogerse de hombros—. ¿Vamos, cariño? —le preguntó a Ellen.
—Vale —respondió esta, asintiendo con la cabeza—. Me alegro tanto de que vayas a estar en clase conmigo —dijo mirándome, haciéndome sonreír.
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Juntos somos magia (¡YA EN LIBRERÍAS!) *primeros capítulos*
Teen Fiction*PRIMEROS CAPÍTULOS* Un libro de Arianne Martín. Cuando Sarah recorrió medio país para asistir a la universidad de Yale, alejándose de la desaprobación de su padre, no esperaba conocer a Matt Ashford. Él no entraba en sus planes. Ni tampoco que se e...