11. Sparks and ashes.

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La respuesta que tanto tiempo había esperado Sukuna, que justo se habia sentido como años de espera, fue un sí que sonó más bajito que el sonido de las olas. Un "sí" acompañado de una sonrisa de la persona que más amaba enfrente suyo.

El corazón de Sukuna dio un vuelco y se sintió liberado y esperanzado. De todo el dolor que sentía, sabía que dejaría bien cubierto a Megumi y ese era su mayor deseo, así como también que siguiera teniendo contacto con Itadori, puesto que ambos se necesitarían.

—¿En serio? —Sukuna respondió, mientras deslizaba el anillo por el dedo anular del artista. Se quedó observando las manos de Megumi por segundos y pensó en lo maravillosas que eran, en cómo extrañaría el toque de estas y que si existiera otra vida, estaría seguro que lo buscaría en cada persona solo por aquella sensación.

—Bueno, acabo de decir que sí... — soltó una risa, aguantando las lágrimas. Sabía que era difícil para ambos, pero estaba feliz por poder hacer eso. Nunca en la vida pensó que se casaría y que fuese tan pronto solo le causaba una sensación extraña. Muchos no tenían la suerte de encontrar al amor de su vida y que el lo hubiera hecho de una forma tan espontanea y cómo si fuese cuestión del destino, le hizo aceptar sin titubear. No importaba el tiempo. No le importaba nada de lo que pudiera suceder y si eso significase atarse a algo más, estaba dispuesto a ceder.

—Seguramente Itadori querrá hacer algo demasiado grande, tendré que detenerlo.

—¿Él sabe de esto? —la curiosidad en Megumi era real, pues le importaba de verdad que estuviera de acuerdo.

—Claro, incluso me ayudó a elegir el anillo. Se dió cuenta con sólo mirarme, a decir verdad creo que eso de ser gemelos ayuda un poquito a veces.

Megumi sonrió verdaderamente contento por lo que escuchaba. Sin querer habían comenzado a caminar mientras la puesta de sol se ocultaba. Hablaban de todo un poco como si aquel momento no hubiera pasado hace minutos.

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En el balcón un Gojo pensativo miraba el atardecer, cuidando sus ojos con unas gafas que ya hace tiempo solía dejar de usar. Su albinismo era especialmente sensible con esas cosas e hizo una mueca, volviendo la vista hacía su pareja que leía algo dentro de la habitación, aprovechando la luz y el aire acondicionado.

—¿Algún día... ¿Crees que tú y yo nos casaremos? Es decir, quiero hacerlo. Pero ¿Dirías que si?

Suguru, pensativo asintió apenas con la cabeza mirándolo. Si Gojo se lo pedía incluso desde el primer día en el que estos decidieron formalizar, hubiera dicho que sí, e incluso pensaba en alternativas para hacerlo él.

—No lo creo. —diciendo eso, volteó con la sonrisa más enorme que pudo dedicarle.

Satoru soltaba una pequeña lagrima por su mejilla y se mantenía viéndolo. No era la broma que había hecho Suguru lo que lo había hecho sentir así, era el tiempo que avanzaba y lo mucho que a veces no era consciente de ello; el ponerse en el lugar de Sukuna y el que haría si tenía que dejar solo a Suguru.

—¡Hey! Satoru, era broma... Por supuesto que quiero hacerlo. Discúlpame, por favor. — Suguru tomó en sus brazos a su pareja, quien escondió su rostro en su cuello. Era notablemente más alto que él pero aun así quiso tenerlo cerca. Sentir que nada de eso le podía ser arrebatado y que quemaría el mundo entero si se atrevían a hacerlo.

—Idiota. No me siento mal por eso, sólo me puse a pensar en la vida de mierda que sería si me faltaras. Es un hecho que te alcanzaría.

Suguru soltó un suspiro apretándolo entre sus brazos con tanta fuerza que le fue imposible al del cabello blanco respirar, separándose con un empujón pequeño.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2023 ⏰

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