Día 17: En la ducha

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La puerta se abrió con un click, revelando el recibidor del departamento en penumbras. Cerró tras de sí y dejó las llaves sobre el pequeño mueble decorativo junto a la entrada, deshaciéndose de su chaqueta a medida que caminaba hacia la habitación que compartía con su novio.

Al entrar escuchó el inconfundible sonido de la ducha corriendo, seña de que el menor se daba un baño en ese preciso instante. Sin querer desaprovechar la oportunidad de darse una ducha con él, se deshizo de sus prendas, arrojándolas sin especial cuidado a la cama ya pulcramente tendida, para enseguida dirigir sus pasos hacia el cuarto de baño. Abrió con sigilo la puerta y lo recibió el calor y el vaho provocado por el agua caliente que recorría el deseable cuerpo del joven Saiyan, aunado al constante caer de las gotas contra la cerámica del suelo. Observó a través de la mampara corrediza la sensual silueta de su amado de cabellos en forma de flama, visible a través del empañado cristal.

Se mordió los labios inconscientemente al recorrer a detalle esa anatomía perfecta, acercándose con pasos suaves e inaudibles hasta él. Sin ser detectado apartó el cancel, maravillándose con la gloriosa visión del chico aclarándose el shampoo del cabello justo de espaldas.

El agua resbalando lentamente por su acanelada piel, sus azabaches hebras húmedas cayendo con gracia por su rostro, sus ojos cerrados para mayor disfrute de aquel momento de relajación. Visión personificada de perfecta hermosura para Goku, extasiándolo por completo poder apreciar esa bella estampa que lo enamoraba cada vez más.

Lo rodeó por la cintura con los brazos, apegándolo hacia él tras un sobresalto de su parte. Vegeta se giró sorprendido a verlo, avergonzándose al descubrirse desnudo y empapado entre sus brazos. Sus ojos se conectaron en una mirada intensa, sus labios buscándose como atraídos por un imán. Sin decir nada se besaron con pausa, Kakarotto acunando las mejillas de su novio entre sus manos y éste aferrándolo firme y posesivamente por las caderas, acoplando sus cuerpos a la perfección.

La suave lluvia de cálidas gotas caía sobre ellos, mojándolos mientras se besaban con entrega. Sus bocas encajaban tan bien, como si hubieran sido diseñadas para complementarse, sus lenguas danzando a un compás parsimonioso que los hacía estremecer. Sus alientos se mezclaban, sus pieles reaccionando al exquisito estímulo de sus esculturales y tonificados cuerpos así de unidos.

El oxígeno escaseó, por lo que se separaron despacio, Son mordiendo con gentileza el labio inferior de su pareja, mientras recorría con delicadeza sus costados utilizando la yema de sus dedos. Lo miró con deseo y esto bastó para que se unieran en otro beso, esta vez mucho más ferviente, fogoso y pasional. El chasquido de sus labios al rozarse activó a mil sus hormonas, precipitando sus respiraciones y ocasionando que sus corazones galoparan con fuerza.

Pronto los labios y lengua del azabache de hebras rebeldes se deslizaban sobre el cuello de su amante, haciéndolo suspirar y ladear la cabeza en busca de más de esas lamidas y succiones que lo enloquecían de ansiedad. Goku degustó sus pezones con hambre, chupándolos y mordiéndolos con gula, llenando sus oídos de la excitante sinfonía de sonidos que Vegeta se permitía dejar escapar. Su mano derecha rodeó la ya despierta hombría de su novio, iniciando un rítmico y lento vaivén para descontrolarlo, mientras la izquierda se recreaba delineando sus glúteos.

El menor suspiraba, soltando incitantes gemidos de vez en cuando, a medida que el placer lo dominaba. El mayor sabía exactamente dónde y cómo tocarlo para llevarlo a la locura, dejándolo sin dificultad a la deriva en un océano de éxtasis simplemente maravilloso. Sintió entonces como un par de dedos, previamente lubricados por su inquieta lengua, se deslizaban gentil y deliciosamente dentro de él, preparándolo al tiempo que una boca en su miembro lo torturaba.

Echó su cabeza hacia atrás, largando un fuerte gemido, mientras un tercer intruso penetraba su intimidad, la precisa coordinación que Kakarotto ejercía con sus manos y su lengua, dejándolo sumido en una nebulosa de genuino deleite. Su entrada siendo profanada con tanta maestría, su virilidad siendo atendida con aquella experticia simplemente alucinante, lo elevaba a la cúspide de un cielo altísimo, sólo para luego dejarlo caer en picada a las llamas del más erótico infierno.

Hasta que su punto dulce fue rozado incidiosamente por la yema de esos dedos expertos, enviando exquisitas oleadas de sublime goce por todo su cuerpo, a la vez que la caliente y húmeda boca que engullía su miembro se empeñaba en aumentar el ritmo de la felación, descontrolándolo de tal modo que el orgasmo lo azotó sin piedad, casi haciéndolo caer debido al embate sencillamente increíble de sensaciones. Sus piernas temblaron, su garganta casi se desgarra al gritar el nombre de su amante con extrema sensualidad, su esencia derramándose sin más en esa cavidad cálida y adictiva que acababa de llevarlo a la cumbre de un éxtasis total.

Goku lo besó fogosamente una vez más, acorralándolo contra los azulejos de la ducha, al tiempo que retiraba los dedos de su interior y los reemplazaba por la punta de su erecta hombría. Sin parar de devorarle la boca fue entrando en él, gruñendo extasiado ante su estrechez. Sus paredes internas lo apresaron maravillosamente, la calidez de su interior sofocándolo tanto que el aire se le atascó en los pulmones. Segundos después las envestidas dieron inicio, ambos perdiéndose en el lujurioso hechizo de estar así de unidos y compenetrados.

Son tiró de su príncipe hacia arriba y lo hizo ubicar una pierna en su hombro, acoplando su espalda a la pared, sin dejar en ningún momento de penetrarlo certera y deliciosamente. Veía el rostro sonrojado, sudado y extasiado del menor, sus labios deformados en una mueca de placer, sus ojos apenas abiertos debido al infinito goce que lo invadía. Marcó su cuello, su pecho, su abdomen; besó sus labios cuanto le fue posible, llevándolo a la locura con cada hábil envestida de sus caderas.

En pocos minutos el joven de cabellos en flama llegó a la cima de su clímax por segunda vez, encajando con fuerza los dientes en el hombro derecho de su pareja. Él, al sentirse increíblemente apretado en esa cálida estrechéz, acabó abundantemente en su interior, ahogando su gemido final en los carnosos y ya inflamados labios de su eterna adicción.

Abrazados disfrutaron de los últimos vestigios de sus orgasmos, dándose cortos besitos a medida que la oleada de sensaciones excitantes abandonaba sus cuerpos. Se miraron a los ojos y se sonrieron cómplices, no necesitando de las palabras para expresar lo mucho que se amaban.

Y se ducharon juntos, jugando como un par de críos en el agua, amándose como sólo ellos sabían hacerlo.

30 Días de OTP (KakaVege +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora