Día 15: Con ropa

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—Bien, chicos, terminamos por hoy. Pueden retirarse.

Un suspiro colectivo le siguió a estas palabras, el murmullo de sillas arrastrándose y mochilas siendo cerradas llenando el ambiente.

Vegeta frunció el ceño, viendo como tres de sus compañeras de clase rodeaban cual aves de rapiña a su joven y atractivo profesor, utilizando la excusa barata de alguna duda estúpida para quedarse hablando con él más tiempo. Se mordió la mejilla interna para reprimir un bufido, acomodándose la mochila y encaminándose con desinterés hacia la salida del aula. De reojo notó como Goku lo seguía con la mirada, no obstante hizo caso omiso y salió de allí, siguiendo a los demás estudiantes rumbo a las escaleras. Algo dentro suyo se retorció desagradablemente, una oleada de celos casi irreprimible haciéndolo odiar la idea de saber que su pecado de cabellos rebeldes estaba completamente a solas con ese trío de malditas ofrecidas.

Quiso darse un golpe a mano abierta en el rostro, el curso de sus pensamientos repugnándolo.

Maldito Kakarotto y su sonrisa encantadora.

Maldito Kakarotto y sus facciones de adonis.

Maldito Kakarotto y su cuerpo de infarto.

Maldito Kakarotto y su influencia sobre él.

Sus pies lo llevaron sin su permiso al segundo piso del ala este de la universidad, donde las oficinas de todos los docentes se encontraban distribuídas. Sin importar cuán inofensiva fuera la charla con sus compañeras, Vegeta le dejaría claro a Goku que le pertenecía sólo a él.

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Ladeó la cabeza, permitiendo así que más de Kakarotto profanara su boca. Hincado sobre la alfombra, frente al sillón de dos cuerpos y ubicado entre las piernas del mayor, el más prometedor de los estudiantes de Criminología sacaba a relucir sus mejores dotes en el sexo oral. Dedos anudados entre sus mechones en forma de flama, imponían el ritmo exacto que hacía a Goku delirar, mientras una suave sinfonía de gemidos le rehuía los labios.

—Veg... ahh... —entrecerró sus ojos, negándose a cerrarlos del todo para no perderse la expresión malditamente descarada trazada en los rasgos de su alumno favorito—. No pares... s-sigue así...

Más no lo dejó acabar en su boca, frenando su orgasmo justo cuando estaba a punto de llegar.

Vegeta se levantó del suelo y de un movimiento rápido reclinó a Goku sobre el respaldo del sofá, uniendo sus labios en un beso ardiente y colmado de lascivia, mientras se acomodaba a orcajadas sobre sus piernas.

Sin molestarse en desvestirse más de lo necesario, bajó el zipper de su chaqueta y deslizó sus jeans lo suficiente para dejar al descubierto su intimidad, penetrándose a sí mismo en un movimiento calculado sin que su pareja siquiera se lo viese venir.

Goku gimió extasiado y se aferró a sus caderas, sus ojos dilatándose a causa de la sensación exquisita de estrechez que rodeaba a su hombría.

Un latigazo de dolor atravesó al menor, sin embargo su orgullo le negó en rotundo echarse atrás, incitándolo a comenzar un vaivén suave para darle a Kakarotto la pauta para comenzar.

Pronto el choque entre sus pelvis cobró intensidad, ambos conteniéndose lo mejor posible para evitar que sus jadeos y gemidos se escucharan al exterior de la oficina. El ruido de gente afuera les hacía saber que en cualquier momento alguien podría entrar, sensación de adrenalina pura que sólo aumentaba sus niveles de excitación.

Ágilmente Goku alzó a Vegeta y lo recostó sobre el escritorio, casi haciéndolo gritar al ascender a niveles incontrolables el placer entre cada envestida. En aquella posición lo sentía llegar más profundo, obligándolo a morderse los labios para evitar que su voz delatara su sentir.

—Maldito... ¡Ahh! Mal-dito idiota... —insultó con toda la dignidad que pudo reunir, odiando y amando la sonrisa autosuficiente plasmada en ese rostro de rasgos hermosos.

—Más respeto... joven Saiyan... —susurró Kakarotto en tono sensual, inclinándose sobre él para reclamarle los labios en un beso demandante, que disparó aun más sus revolucionadas hormonas.

Si bien estaban saliendo, a escondidas y sin que nadie en la facultad lo supiera, jamás habían cruzado la línea de los besos subiditos de tono o una que otra caricia furtiva carente de inocencia. Pero Vegeta, al ver como ese trío de buitres sin cerebro rondaba a su codiciado chico de cabellos alborotados, no pudo más y haciendo gala de su impulsivo carácter cruzó los límites, ofreciéndole una súbita y deliciosa sesión de sexo inesperado en la oficina, con el añadido de que cualquiera los pudiera descubrir si se le ocurría visitar a Goku en ese preciso momento.

—Ngh... n-no pares... —gimió justo en su oído, derritiéndose de deseo, el clímax asechándolo a medida que las envestidas de Kakarotto se volvían cada vez más erráticas y profundas.

—Me encantas, Vegeta —declaró éste contra sus labios, atrapando sus ojos en una mirada colmada de emociones demasiado difíciles de describir.

Ambos al límite, tocando el cielo con los dedos, el placer elevándolos a lo más alto.

El orgasmo los golpeó de lleno y no pudieron contener su grito, haciéndolos ver rojo y temblar entre los brazos del otro.

Una primera vez que había estado lejos de ser planeada o perfecta, pero que marcaba el inicio de una nueva etapa en su relación.

30 Días de OTP (KakaVege +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora