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Se despertó a lado del joven alfa no podía ignorar que su belleza realmente era única en especial cuando estaba despierto, su sonrisa y sus ojos brillaban más que el sol, realmente se sentía cautivado además que su Omega estaba en un mar de emociones ante ese cautivador joven, decidió darle un beso en la mejilla después en su frente pasando en la pera para terminar en los labios, siendo correspondido por el mismo que había despertado de muy buena forma observando como su precioso Omega le daba sus mimos.

—Que linda manera de despertarme ¿sabés?, creó que me podría acostumbrar —mencionó con picardía obteniendo una sonrisa dulce.

—Yo con gusto podría despertarlo así todos los días —besando su rostro mientras que sus manos acariciaban su pelo.

—Desayuna conmigo por favor —rogó en susurros.

—Sabes que no hace falta pedirlo, ya te estaba por rogar hacerlo —susurró Zenko para hacerlo más íntimo.

—Me encantas y no sé que me hiciste para tenerme así —subiendo sé encima de él apretando sus manos en la cama.

—Debería preguntarte eso yo, usted me tiene hechizado —brillando sus ojos con emoción para después besarlo...

Ambos se sentaron en las almohadillas viendo el gran desayuno que tenían, dándose de comer el uno al otro con sonrisas cómplices o murmuros llenos de amor, siendo interrumpidos por tomioka que pidió permiso.

—Perdón mí sultán por interrumpir su hermoso desayunó —observando de reojo al Omega que estaba a su lado.

—No te preocupes, que te trae por aquí —quiso saber rápidamente así correrlo, no quería que nadie viera su Omega.

—Ah sí, los del consejo ya están listo para recibirlo —aclarandosé la garganta.

—Perfecto ya iré puedes retirar te —dando una señal de mano para que se vaya.

Tomioka que captó todo decidió dejarlo sólo con su acompañante.

—Es una pena que tenga que irse tan rápido mí sultán —haciendo un pequeño puchero conteniendo las lágrimas.

—Volveré una vez que acabé con los del consejo, y un par de trabajo más —besando su frente. Además está noche te quiero aquí y más vale que vengas o te iré a cazar —gruño excitado obteniendo un jadeó del Omega.

—Si mí alfa —murmurando lo último en su oído, levantándose con dolor salió de los aposentos con una gran sonrisa.

Caminó los largos pasillos encontrándose de reojo con otra Omega de bellos ojos color violeta que le miraba con frialdad, sintió su Omega chillar de celos y de miedo, al parecer esa Omega olía igual a su alfa acaso será esa mujer, ¿La esposa del sultán? Si es asi, entonces no quedará de otra que mostrarle quién es el mejor, sonriendo con autosuficiencia le saludó con una reverencia para seguir su camino.

—Al fin llegas —gritó enojado inko y más al verlo en esas fachas como si hubiera tenido una batalla bastante salvaje. Acaso estuviste en una batalla campal y no me invitaste! —usando un tono lastimero.

—Qué!? Claro que no cerdo tonto, fui a los aposentos del sultán yyy fue maravilloso —tirandosé en su cama siendo seguido por inko. Aún que en el camino me encontré con algo desagradable —haciendo una mueca de horror.

—Con quién? —preguntó curioso.

—La esposa del sultán, la encontré en el pasillo y me miró como si fuera a matarme —susurrando lo último con miedo.

—Eh dudó que haga eso, digo todos los sultanes tienen su harem no se puede hacer nada, a no ser que tengan una conexión lo bastante fuerte como para que se alejé de ese mandato que viene en generación —explicó inko con sabiduría.

El sultánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora