Crecer, algo inevitable. Y es que es algo inevitable, aunque a veces a todos nos gustaría dejar de crecer, quedarnos en la infancia, esa donde todo es tan fácil, donde los problemas no existen, donde nadie se mete contigo... Pero por desgracia, eso es imposible, y lo peor es, que mientras creces, te van dando responsabilidades, te van exigiendo más, y tu no sabes qué hacer, te pierdes en ese mar de responsabilidades, crees que todo te sale mal y que nadie te comprende. Y mientras tanto sigues creciendo. Creces más, más responsabilidad, más problemas, y te vuelves a perder, pero esta vez hay más, te hablan diferente, usan palabras que no entiendes y no sabes como responder y aún así nadie te entiende. Y como no, sigues creciendo. Ya llegas a una edad donde lo más importante es la impresión que causas y caer bien a todos. Ya usan palabras que entienden, pero ya sabes lo que significan y desearías no saber su significado, pero no puedes responder de mala manera, porque te castigan y te castigan siempre con lo que más quieres. Es por eso que, he llegado a una conclusión: la vida fluye, fluye tú con ella.
