Supongamos que te echó de menos. Que no he sabido olvidarme de ti. Supongamos que también miento, quizás no eres más que viento, una brisa de un caluroso mes de Julio, que viene y se va con la misma rapidez que tarda en encenderse una bombilla.
Supongamos, ya que estamos, que sí, que te necesito y que olvidarse de ti sería como caer en el olvido.