CAPÍTULO 5

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Dos años atrás..
Acababa de llegar al famoso internado irlandés C-O-D. Se suponía que las chicas que iban ahí era por su comportamiento o por excesivo interés sexual(hay casos para todo), pero yo estaba ahí por mi madre, porque no quiso que la viera decaer en sus últimos días. Mis primeros días fueron horribles, las chicas ni me miraban, aunque no hacía mucho tampoco por integrarme, no aprobaba nada...
A las dos semanas, conocí a Carol, una chica italiana, que llevaba un tercio de su vida en Mallorca y que acababa de llegar al internado. Enseguida cogimos mucha confianza y pasábamos mucho tiempo juntas. Fue la única persona que consiguió sacarme alguna sonrisa aún sabiendo lo que estaba pasando en España con mi madre.
Una tarde,iba andando por el campus con los cascos puestos. La música era lo único que me ayudaba a evadirme de todo.
-¡Ay!¡Ten más cuidado!-dije, no sabía por qué pero estaba en el suelo.
-¡Dios! Lo siento muchísimo. ¿Estás bien?- era un chico rubio,con los ojos azules como el cielo. Tendría unos 25 años.
-Sí. Todo bien.
Iba a volver a caminar cuando de repente me habló.
-Soy Jullian. ¿y tú eres?
-Elia.-no quería parecer borde, pero tampoco tonta. La verdad, imponía. Y sí, físicamente, era bastante agraciado.-¿Eres español?
-No, soy polaco, pero he estado mucho tiempo en España.-me contestó.
-Ah,bien. Yo sí que soy española. Y no, no tengo el gusto de haber estado en Polonia.-le contesté.-Bueno, me están esperando. Adiós.
-Vale.Adiós. Espero que nos veamos más por aquí.
En cuanto nos juntamos, le conté a Carol todo. Y cual fue mi sorpresa cuando vi, que iba a ser mi profesor de educación física el resto del curso y que iba a sustituir a Mr. Anderson, que se había jubilado.
-Bueno chicos, soy Jullian, tengo 25 años y voy a ser vuestro profesor de Educación Física lo que queda de curso. Algunos ya me conocéis, ¿verdad?-me empecé a poner roja como era normal en mí en estas situaciones.-Sí, usted, la señorita morena del fondo.-bien, ahora todo el mundo se había fijado en mí y se estaba riendo. Creo que no me iba a caer bien el polaco.- Hoy, empezamos fuerte para que vea vuestras capacidades físicas.-hizo una pausa.-una hora corriendo alrededor del campus. Voy a estar vigilando así que no paréis ni una vez. ¡3,2,1..YA!
Salimos todos corriendo, aunque al rato la gente ya iba parando. Creo que preferían seguir vivos a aprobar. Yo aguanté media hora, hasta que me mareé por completo.
Las primeras semanas eran siempre así. Correr y correr. Entre nosotros las cosas no funcionaban, él era un capullo, y yo no. Odiaba su comportamiento, era irritante. Hasta que cuando pasó un poco el tiempo, me di cuenta de que me ponía nerviosa cuando estaba con él, de que pensaba en él a menudo y con una sonrisa...y creo que era recíproco.
Comenzamos a pasar tiempo juntos y a juntarnos fuera de clase, aunque iba contra las normas que un profesor y una alumna mantuvieran contacto, y menos siendo yo menor de edad. No llegamos a hacer nada, pero estábamos bien juntos. Las horas pasaban muy rápidas a su lado.
En una de mis noches libres del mes(nos dejaban estar fuera hasta las 2)volvía a mi habitación cuando alguien me cogió del brazo y me estiró. Era él. Sus ojos azules lo delataron.
-¿Estás loco?¡Casi me matas del susto!¡Iba a empezar a chillar!
-Tranquila, tranquila. Es que, quiero llevarte a un sitio.
-Vale, está bien. Pero te podías haber ahorrado parecer un secuestrador.
-Lo siento.-me dijo, y me entregó una venda. Tápate los ojos.
Me guió a través del campus y creo incluso que me sacó por detrás de la valla(obviamente, no estaba permitido). Me quitó la venda de los ojos y observé el encanto natural de ese lugar.
-Guau. ¿Esto es real?-le pregunté. Era una especie de prado,con un lago y un muelle,lleno de luces de colores,con barquitas. La luna se reflejaba en el agua y había luciérnagas revoloteando por ahí. Era imposible describirlo sin quedarse embobada observándolo.
-Totalmente. Sólo yo conozco este sitio. Y ya ves, es una pasada. Quería que lo vieras.
-Dios, muchas gracias. Es genial.-le contesté con mi mejor sonrisa.
Paseamos un rato, hasta que decidimos tumbarnos en la hierba. El cielo se veía impresionante desde ahí.
Hubo un gran silencio, que ninguno de los dos quería romper. Disimuladamente, me pasó el brazo por detrás y yo me apoyé en su hombro. Miré una última vez hacia arriba, y me quedé dormida.

CASUALIDAD O DESTINO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora