Capítulo 3

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Lisa y Jungkook llevaban saliendo un año y medio, sinceramente para el azabache había sido uno de los mejores año y medio de su vida, Lisa era divertida y muy cariñosa, aceptaba cada uno de sus regalos de cortejo y siempre que se veían le robaba b...

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Lisa y Jungkook llevaban saliendo un año y medio, sinceramente para el azabache había sido uno de los mejores año y medio de su vida, Lisa era divertida y muy cariñosa, aceptaba cada uno de sus regalos de cortejo y siempre que se veían le robaba besos de forma espontánea haciendo sonrojar al pobre conejito, descubrió que Lisa era alguien muy extrovertida y sociable; podía entablar conversación con cualquier persona al azar sin ponerse nerviosa, también lo protegía mucho y le decía cumplidos cada que se veían. No habían pasado más allá de los besos porque de una u otra forma los terminaban interrumpiendo, otra cosa que lo hacía feliz es que ya había podido conocer a la manada de Lisa conformada por tres de sus mejores amigas casi hermanas y ella, siendo Jisoo la líder de la manada; por lo que Lili le había contado ella admiraba mucho a Jisoo y le tenía miedo pues la líder siempre sabía como reprenderla y lo último que Lisa quería era decepcionar a su mayor.

A todas las chicas de la manada les cayó bien y de alguna forma también lo protegían incluso de Lisa, al despedirse de ellas el día que las conoció le dijeron que si Lisa lo haría de alguna forma se los comunicará para tener una larga "charla" con ella, la menor de la manada se quejó diciendo que confiaran en ella ganándose una carcajada de parte de sus mayores.

Su relación para Jungkook iba viento en popa desde su perspectiva.

Lisa por su parte se sentía cómoda con la relación que llevaba con el conejito, por lo regular siempre terminaba aburriendose de sus parejas en menos de un mes y optaba por terminar la relación, esto porque no le gustaba engañar a nadie sobre sus sentimientos, si no sentía nada por la que fuera su pareja entonces era tan simple como eso, no quería hacer perder el tiempo de nadie y tampoco quería atarse a alguien por quien no sentía nada, extrañamente con Jungkook nunca se aburría y tal vez se debía a que el azabache siempre tenía algo que contar y a ella le interesaba lo que sea que él tenía que decir por mínimo que fuera, en sus antiguas relaciones era ella quien siempre tenía que buscar temas de conversación y eso a la larga la hacia sentir como si fuera la única que intentaba sacar adelante la relación por ello terminaba dejándolos, con Jungkook sin embargo aunque este era tímido siempre se esforzaba por hablar con ella y no dejaba que solo ella llevará toda la conversación y eso le gustaba, también le gustaba lo lindo y cariñoso que era Jungkook; una simple caricia tras sus orejas y el híbrido se quedaba laxo en sus brazos completamente cómodo.

Conocer formalmente a la manada de su novio fue una montaña rusa de emociones para Lisa, primero porque si era sincera no supo que Jungkook estaba cortejandola hasta que Bambam se lo hizo ver, no era que fuera una desentendida en cuanto a cortejos pero por lo regular en su especie era más de tener sexo primero para ver si había compatibilidad y luego proceder a cortejarse mutuamente, hasta en eso el cortejo era distinto pues en la especie lobuna ellos cazaban algún ciervo o jabalí salvaje para demostrar que podrían proveer a su potencial pareja, si el cortejado aceptaba la ofrenda esperaban hasta el siguiente celo y se apareaban, así de simple.

Así que imagínense la sorpresa de Lisa cuando Bambam le dijo que todos los regalos de Jungkook eran como cortejo, al principio se había asustado porque si bien le gusto Jungkook el cortejo era un compromiso más fuerte para el que no sabía si estaba preparada, sin embargo sus dudas se fueron por la ventana cuando se encontró con Jungkook ese mismo día y este sonrió en su dirección con esa condenada sonrisa de dientes de conejo.

Ella era débil ante esa sonrisa, ¿ok?

Además ella creía fervientemente que nadie podría resistirse ante tal sonrisa, así que simplemente se rindió y hasta el momento no se arrepentía de nada, Jungkook era como salido de un cuento de hadas; era cariñoso, detallista, tenía un corazón de oro, era un completo caballero y ella cayó ante ese encanto.

Los labios de Jungkook eran su mayor adicción, el como Jungkook jadeaba y suspiraba en medio de los besos, como se sostenía de ella como si temiera dejarse consumir por ella, la forma en que su lengua se enredaba con la suya y podía saborear el dulce sabor de su conejito, le encantaba lo descompuesto que Jungkook se veía luego de una sesión intensa de besos, el cabello desordenado en todas direcciones, sus dulces mejillas teñidas de cereza, sus labios brillantes e hinchados por tanto mordisquearlos y chuparlos.

Si Lisa pudiera le tomaría una foto y la mandaría a agrandar y enmarcar para ponerla en el techo de su habitación para ser lo primero que vea al despertar y lo último que vea al dormir, se había controlado mucho para no tomar a Jungkook y marcarlo como suyo, en más de una ocasión se quedó despierta viendo el techo de su habitación imaginando como se vería Jungkook con marcas esparcidas por su cuello, su clavícula, sus muslos o incluso sus pectorales. Aunque no sólo pensaba sexualmente sobre él, también pensaba en lugares a los cuales le gustaría llevarlo, en como hacer que le brindará más de esas hermosas sonrisas de conejito tan características de él, en como solamente él hacia que su corazón se sintiera tan en paz y a la vez hacia que su pobre corazón latiera a mil kilómetros por hora.

Había pensando que el compromiso no era para ella y que eventualmente se cansaría de Jungkook, ahora simplemente no se imaginaba un futuro en el cual él no estuviera en su vida, Lisa se encontraba a si misma añorando más con la esperanza de que fuera algo eterno, no le importaría amar a Jungkook una eternidad o dos, después de todo una eternidad al lado de Jungkook sería como el paraíso en la tierra.

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