1. Avellanos

16 2 2
                                    

Admito que a veces soy muy torpe, especialmente en este último tiempo y es muy probable que haya tomado malas desiciones y muy malas acciones en mi trabajo sobre la humanidad.

No podía hacer que las cosas resultaran bien, viendo que todo iba de mal a peor. Ya no quería saber nada más respecto a los sentimientos ajenos.

Me dejé estar, ya no me arreglaba, no quería más citas de té, ya ni siquiera tenía ganas de salir a trabajar o ver a Muerte, quien de seguro ya estaba ocupado tratando de animar también a Vida. No quería hacer nada en absoluto.

Muchos amigos comenzaron a visitarme, pero después de unas semanas, dejé de recibirlos, no quería que me vieran en el estado en que me estaba sumergiendo y tampoco quería saber más del exterior.

Me sentía muy mal, cansada, ya ni siquiera salía de la cama en estos últimos días.

Ya no tenía fé en nada, no importaba cuanto me esforzaba, es por esto mismo que jamás creí que las cosas cambiarían de un día para otro, especialmente por como ocurrieron.

Era un amanecer algo tardío cuando abrí los ojos, aunque no se que cara puse en ese momento, me imagino que fue una morisqueta para retratarla en el muro de Musa.

Estaba siendo abrazada por nadie más ni menos que Nim, el Señor de la Destrucción del todo y de la nada, mientras, si es que puedo suponer, el dormía en mi propia cama.

No sé cómo tan magnánimo ser, pudo caber en mi pequeña cama, pero su rostro estaba a tan solo centímetros del mío, por lo qué pude observar claramente cuando sus parpados se abrieron lentamente, dejando ver unos iris cafés claro, casi avellanos.

Después de contemplar aquello, pude gritar como nunca antes en mi vida.

Amor En JunioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora