⛈ Capítulo 2. Los más destacados.

47 17 14
                                    

La rutina de Odette era sencilla: se levantaba temprano en la mañana y... sufría. Típico de cualquier estudiante universitario. Y es que las mañanas alegres no formaban parte de su itinerario. Con tan solo tres horas de sueño, atacaba a su estómago con una gran taza de café y procedía a tomar sus cosas para llegar a su primera clase.

Así es. No solía bañarse en las mañanas, para eso uno se baña en la noche, obvio. Además, así quisiera, el agua helada no le permitía hacerlo y, aunque suelen decir que una ducha fría es buena para despertar al cuerpo, por algún motivo a Odette solo lograba darle más sueño... y gripe.

Como ya se mencionó, la clase menos favorita de la rubia era Sociología, puesto que la profesora tenía aproximadamente unos 71 años y, además de dar su clase tan lentamente, su voz era tan baja que casi nunca se escuchaba lo que estaba diciendo.

Lo primero que vio Odette al entrar al aula fue la espalda de Tamara, quien el día de hoy usaba un vestido con chaleco hippie y botas altas hasta la rodilla. Un estilo muy característico de ella, he de agregar. Cuando Tamara se volteó, abrió sus ojos a más no poder.

-Amiga -titubeó con una risa nerviosa-. Te ves muy... ¿cansada?

-Gracias -sonrió-, es el cansancio.

Odette solía ser muy sarcástica, casi el 100% del tiempo. Poco le importaba con quien estuviera hablando, nada le molestaba más que cuando le decían lo obvio.

-Ok -prosiguió Tamara, sin saber realmente qué decir-. Pues te sienta bien -halagó-, lo negro de tus ojeras en verdad logra resaltar lo verde tus ojos. Es una cosa impresionante -exageró-. Y, ¿qué es eso? ¿Acaso es un moco? Amiga, hoy estás deslumbrante. Me encantas, neni.

Sabía que lo del moco era mentira, no obstante, disimuladamente limpió su nariz con la manga de su camisa. El comentario de Tamara había logrado sacarle un intento de sonrisa y es por ese motivo que ambas se habían hecho tan amigas. De todas las personas que Odette no soporta, Tamara es la que más no no soporta... si es que eso tiene algún sentido.

Ambas se conocieron el primer día de carrera, siendo dos buenas para nada que se perdieron en el mismo lugar del campus a pesar de que su aula se encontraba a solo 4 pasos de distancia. Se podría decir que desde entonces son inseparables. Aunque en ocasiones Tamara sabe cómo presionar los nervios de Odette, esta también sabe como calmarla cuando está a un milisegundo de hacer explosión. Su amistad se resume en una loca explosiva + una especialista anti-bombas.

Y, desde que Odette esta completamente sola, Tamara se ha convertido en casi una hermana para ella.

-Qué bueno que te gusten mis ojeras -respondió-, porque técnicamente tú eres la causante.

-¿Perdona?

-Indirectamente, sí.

-¿Cómo es eso posible?

-Pues, nuestro queridísimo, guapísimo, inteligente y genial editor en jefe -nótese el sarcasmo- me pidió que revisara tus casi 40 artículos sobre el nivel de salubridad en la cafetería de la Universidad.

-Qué... -hizo una pausa- desgraciado.

Ah, cierto. Tamara no decía groserías... era una lástima.

-Sí, es un desgraciado y algunas cosas más. La verdad es que si no me ha aumentado la miopía es porque... no sé, creo que no hay razón. Para este punto ya debería estar ciega.

Minutos después de que entrara la profesora a clase y comenzaran las tres horas más largas de su día, un señor alto y gordito entró al salón. Se acercó a la profesora y le comentó algo en voz baja. Odette se percató de su presencia porque dejó de escuchar los susurros que emitía la profesora al explicar su clase.

Todo es tu culpa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora