CAP 01.

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Jimin Devreaux había olvidado el nombre de su novio.

—Yo, Theodosio, te tomo a ti...— Se mordisqueó el labio inferior. Su padre los había presentado unos días antes, aquella terrible mañana cuando los tres habían ido a por la licencia matrimonial. Después él se había esfumado y no lo había vuelto a ver hasta hacía sólo unos minutos, en el dúplex que su padre poseía al oeste de Central Park, cuando había bajado a la sala donde ese mediodía estaba celebrándose aquella apresurada boda.

Jimin casi podía sentir la enérgica desaprobación de su padre, que se encontraba a su espalda, pero eso no era nada nuevo para él. Lo había decepcionado incluso antes de nacer y no importaba cuánto lo hubiera intentado, nunca había conseguido que cambiara de opinión sobre su hijo.

Se arriesgó a mirar de reojo al novio que el dinero de su padre había comprado. Un semental. Un auténtico semental de estatura imponente, constitución delgada pero fibrosa y extraños ojos color ámbar. A la madre de Jimin le habría encantado.

Lani Devreaux había muerto el año anterior, en el incendio de un yate cuando dormía en brazos de una estrella de rock de veinticuatro años. Jimin ya podía pensar en su madre sin sentir dolor y sonrió para sus adentros al darse cuenta de que el hombre que estaba junto a él hubiera sido demasiado mayor para Lani. Debía rondar los treinta y cinco años y su madre solía fijar el límite en veintinueve.

Tenía el pelo tan oscuro que parecía negro y unos rasgos cincelados que harían que su cara pareciera demasiado bella si no fuera por la mandíbula firme y el ceño amenazador.

Los hombres que poseían ese brutal atractivo habían atraído a Lani, pero Jimin los prefería más maduros y conservadores. No por primera vez desde que la ceremonia había comenzado, deseó que su padre hubiera escogido a alguien menos intimidante.

Intentó tranquilizarse recordándose que no iba a tener que pasar más que unas pocas horas con su nuevo marido. Todo acabaría en cuanto tuviera oportunidad de exponerle el plan que se le había ocurrido. Por desgracia, el plan conllevaba romper unos votos matrimoniales que él consideraba sagrados y, dado que no solía tomarse sus promesas a la ligera —en especial los votos matrimoniales,— sospechaba que eran los remordimientos de conciencia la causa de su bloqueo mental.

Empezó de nuevo, esperando que el nombre le viniera a la mente.

—Yo, Theodosio, te tomo ti...— La voz de Jimin se apagó.

El novio en cuestión no le dirigió ni una simple mirada y, por supuesto, tampoco intentó ayudarlo. Permaneció con la vista al frente, y las inflexibles líneas de aquel duro perfil le provocaron a Jimin un cosquilleo en la piel. Él acababa de formular sus votos, así que tenía que haber pronunciado el dichoso nombre, pero la falta de inflexión en su voz no había traspasado la parálisis mental de Jimin y no se había enterado.

—Namjoon— masculló su padre detrás de él, y Jimin pudo deducir por el tono de su voz que apretaba los dientes otra vez. Para haber sido uno de los mejores diplomáticos de Estados Unidos no se podía decir que tuviera demasiada paciencia con él.

Jimin se clavó las uñas en las palmas de las manos, diciéndose que no tenía otra alternativa.

—Yo, Theodosio...— tragó saliva, —te tomo a ti, Namjoon...— volvió a tragar saliva, — como mi horrible esposo.

Hasta que no escuchó la exclamación de Amelia, su madrastra, no se dio cuenta de lo que había dicho. El semental volvió la cabeza y lo miró. Arqueaba una ceja oscura con leve curiosidad, como si no estuviera seguro de haber oído correctamente.

«Mi horrible esposo.»

El peculiar sentido del humor de Jimin tomó el control y sintió que le temblaban los labios. Él alzó las cejas, y esos ojos profundos lo miraron sin una pizca de diversión. Resultaba evidente que el semental no compartía sus problemas para contener una risa inoportuna. Tragándose la histeria que crecía en su interior, Jimin miró rápidamente hacia delante sin disculparse. Al menos en una parte de aquellos votos había sido honesto porque él, sin duda, sería un esposo horrible para Jimin.

besar a un ángel - nammin | adaptación [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora