EXTRA 3

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Mike

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Mike

Múnich, Alemania

Aprieto con más fuerza la mano de Victoria antes de que la llamen. Enterarme de que está embarazada, me ha dejado anonado por semanas con todas las preguntas que me surgían en la mente.

¿Seré un buen padre? ¿Qué hay que hacer cuando apenas nazca? ¿Se me caerá de las manos cuando lo sostenga por primera vez?

Sabes que si se te cae, ya eres hombre muerto. Victoria te matará.

No me ayudas, eh, no me ayudas.

Veo nuestras manos entrelazadas y la detallo a ella. Me calmo cuando me doy cuenta de que ella está tan pérdida y asustada como yo en esto. Ambos nos tenemos uno al otro, esa es nuestra situación aquí. Llevo su mano a mis labios y beso su piel. Me sonríe y luego beso sus labios.

—¿De verdad estamos haciendo esto? —su voz suena igual de perdida como lo está mi mente y sonrío.

—Sí, preciosa. Lo haremos.

—Victoria Heldman, es su turno —ambos nos levantamos y entramos en el consultorio que nos indican.

—Señorita Heldman, por favor, recuéstese —habla el doctor y eso mismo ella hace —. Necesito que abra las piernas.

—Pero... ¿Qué mierda cree que está haciendo? —me paro frente a Victoria evitando que el supuesto llamado doctor haga algo con ella y lo fulmino con mi mirada.

—Mike, es para el ultrasonido —me cruzo de brazos, aún no me convenzo —. Es el ultrasonido transvaginal.

Paso a verla y me indica que me acerque a ella.

—No me hará nada que yo no sepa, y si eso pasa, te lo diré.

—¿Cómo...? —antes de terminar la pregunta, recuerdo que ella ya había hecho esto antes.

Asiento y el doctor procede. Aún sigo pensando que esto está mal. Muy mal. Vemos la pantalla que está completamente gris por el momento y esperamos a que algo salga.

Vemos un pequeño ser bastante formado y me acerco más a la pantalla un poco aturdido, pero maravillado. ¿Eso es lo que Victoria y yo creamos? ¿Una vida?

Veo a Victoria y me sonríe. Su rostro iluminado de felicidad me da todo lo que necesito y me acerco a besarla.

—Me haces el hombre más feliz de todo el mundo, Victoria. Te amo, te amo, te amo... —vuelvo a besarla y pasamos a ver a nuestro bebé en la pantalla. Entrelazo mi mano con la suya.

—¿Quieren escuchar el latido de su corazón?

—¿Se puede? —pregunto incrédulo y cada vez más maravillado que nunca. Él sonríe y asiente —. Pues, ¿Qué espera?

Después de segundos, escuchamos el latido del corazón de un bebé. Fuerte, saludable y rápido. Ese sonido se convierte en mi favorito y quiero seguir escuchándolo por el resto de mi vida.

COMANDANTE INFALIBLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora