La Comandante A, Victoria Heldman ha desaparecido de la faz de la tierra. Nadie la ha visto en mucho tiempo.
Alpha tiene la misión de encontrar a la mujer que hace temblar el cielo y la tierra junto con sus hermanos. Mike Windsor tomó el control co...
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Antes de leer: ¡IMPORTANTE! Cómo ya había manifestado esto antes, este es un especial por el cumpleaños de Mike. Aclaro que este extra no forma parte de la historia. Quería darles algo tranqui y chill antes de leer lo que se viene.
Dejo en claro que lo que pasa aquí no es real, que lo que leerán aquí no tendrá nada de todas las situaciones que se han presentado hasta ahora en la historia. Pero eso no impide que les suelte pequeñas pistas aquí. Si bien habrá un capítulo de este libro que sí se hablará sobre el cumpleaños de Mike: SPOILER! Sin más preámbulos, les dejo el extra.
Mike Windsor
27 de noviembre del 2022
Londres, Reino Unido
Respiro hondo y abro los ojos. Victoria se remueve a mi lado e inspiro su delicioso aroma. Su perfume de coco lo ha cambiado por uno frutal y chocolate que me encanta y juro que siente como una maldita droga.
Se realista, ella para ti es una droga.
No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
No dejo de mirarla aunque sea por uno solo segundo, no quiero dejar de hacerlo. Es hermosa y aún no me creo que esté conmigo en este mismo momento.
La amo, realmente, la amo.
Me acerco a ella y paso mi brazo por su cintura. Dejo un beso en su hombro y escondo mi rostro en su hermoso cabello dorado. Vuelvo a inspirar su aroma y la atraigo más contra mí. Por más que me hubiera gustado que al despertarme, ella también lo haga, está mucho más cansada de lo que pensé que estaría. Se ha levantado constantemente durante toda la noche. El insomnio que ella padece, para mí, raya de lo grave. Cuando al fin consigue dormir algo, ya es al siguiente día y el cansancio durante todas sus actividades es irritable.
Se remueve en el lugar, que por un momento pienso que se despertará por mi culpa, pero no logra despertarse. Cuando menos lo pienso vuelvo a quedarme dormido entre sus brazos.
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Siento un golpe demasiado fuerte en mi estómago que me es imposible pasarlo por alto y me despierto de un salto. Veo a Victoria sostener una de las almohadas pesadas con las dos manos y con una sonrisa culposa e inocente.
Ha hecho algo.
¿Enserio? No me digas.
—Pero... ¿Qué mierda haces?
—Nada... —enarco una ceja —, como el pez en el agua.
Me quedo mirándola y empieza a reírse a carcajadas de su propio chiste malo, pero pésimo. Se agarra del estómago con fuerza y apoya su anatomía en una de las mesitas de luz sin cuidado alguno de que se rompa algo. Simplemente la veo reírse y cuando ella lo hace se acerca a mí.
