U N O

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La noche del 3 de diciembre 1982 es una fecha que jamás podrá olvidar.

Sin lugar a dudas, la emoción que alguna vez tuvo aquel viernes a las 8 de la mañana, cuando después del desayuno sus padres le dieron la gran noticia, se esfumó después de un par de minutos de haber cruzado por primera vez aquella sala de cines.

Lo recuerda como si hubiera pasado tan solo el día de ayer, todo lo tenía tan presente que puede hasta relatar con detalle a que olía aquella sala de cines recién inaugurada.

Debía saberlo, si sus padres, quienes nunca han tenido tiempo por estar siempre metidos en sus trabajos, le dan una sorpresa como aquella, era un mal augurio. Pero bueno, solo tenía cinco años, obviamente todo es felicidad en su vida, nunca pensaría que las cosas irían mal, es más, ¿qué significa eso?

— ¿Vamos primero por las palomitas? — su madre pregunta, su emoción no lo deja hablar. Todo era nuevo, todo era emocionante, todo era felicidad; todo aquel lugar era un nuevo universo para el pequeño.

—La función iniciará en trece minutos. — su padre se aclaró la garganta después de soltar sus palabras, tomó la mano del pequeño y sonriéndole con gran alegría le preguntó: — ¿Estas emocionado?

No hubo momento para respuestas, sus padres caminaron junto a él, era el momento.

La función estaba por comenzar.

Su estómago se revoloteó, toma la mano de su madre y dirigiéndole una emocionante sonrisa después de un «Mami, gracias, te amo mucho», siguieron su camino.

—Asientos D16 a D18. —escuchó a su padre hablar, no le prestó atención. La sala comenzó a llenarse de tantos niños junto a los adultos que los acompañaban, que en algún momento aquel lugar parecía un salón de kínder más que una sala de cines.

Las luces de la sala eran tenues, diferente a las del propio pasillo, mientras parpadea un par de veces, se queda parado en espera de saber si lo que está sintiendo en esos momentos es emoción o un vago aviso del universo que le grita que huya o no habrá salida después. Su madre lo llama, mece su mano y él obedece.

Sin lugar a dudas es emoción.

El ver las sillas acomodadas de forma casi perfecta en escalera, casi como si fueran unas gradas, lo hicieron tragar saliva. Él no sabe leer, ¿debe sentarse donde sea? Es su primera vez yendo a un cine; ¿deberá quitarse los zapatos? Se pregunta al sentir la alfombra sobre la suela de sus zapatos. Se detiene y mira a sus padres, quienes caminan sin prestarle mucha importancia a la tierra que dejan en el piso, después voltea a ver a las demás personas que cuchichean con emoción. Todos llevan zapatos, ahora le gusta mucho más el cine. Si por él fuera, se la pasaría todo el día en la sala del cine con zapatos y comiendo palomitas.

El ver una enorme tela plasmada en la pared lo hace sentir extasiado, pero las dudas llegan, ¿y la televisión? ¿Acaso todos podrán ver la película? ¿Será que hay una súper mega enorme televisión del tamaño de sus papás para que todos alcancen a ver? ya que su casa tiene una televisión tan pequeña y redonda que a veces no logra ver mucho y debe pegarse más, aunque su madre lo regañe, él seguirá acercándose a la televisión.

— ¿Cómo veremos la película si no hay televisión? —preguntó impacientado. Su padre sonrió y le dirigió una mirada a la parte de arriba de la sala.

—De ahí. —señaló, mientras dulcemente explica cómo se proyectará la cinta. — ¿logras ver el pequeño hoyo? —asiente, en realidad no logró verlo, pero le gustó que su padre hablara con emoción. —Pues dentro, hay un aparato, se le llama proyector, la película está hecha de cintas que se enrollan en un gran circulo y que con un poco de magia y siendo muy, pero muy rápidos, las imágenes saldrán y parecerá que estamos dentro de la película.

UyattFO | KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora