Oh Italia, bellísima y hermosa Italia, Kojiro sentía que podría saltar de la emoción, había vuelto a su otra parte de vida después de años, aspirar el aire italiano renovaba sus pulmones, amaba esa sensación. Un poco más atrás Kaoru lo miraba con una sonrisa en su rostro, había decidido acompañar a su pareja, su sonrisa era suficiente para saber que tomó una buena decisión.
— iremos directamente al restaurante de mi padre — el peliverde se acercó a él con los ojitos brillantes, no podía negarse.
— está bien, como tu quieras — por un momento quiso tomar la mano ajena, pero luego pensó el los prejuicios que habría en dicho país, en realidad no sabía si habría prejuicios, sin embargo el moreno tomó su mano y la besó.
— no te preocupes, no es como si alguien nos conociera aquí — sus ojos transmitían la confianza que Kaoru necesitaba, se sonrieron y caminaron juntos de la mano.
Las calles italianas era más amplias que las japonesas, había ciertos lugares en donde gente tocaba algún instrumento o bailaba, Lazio era un lugar muy bello definitivamente, además era glorioso escuchar a Kojiro hablar en italiano, aunque no entendiera la mitad de palabras que salían de su boca.
Se detuvieron un momento frente a un puente, las hojas de los arboles armonizaban con el suave viento que corría por allí, moviendo agraciadamente algunos mechones largos del corto cabello del peliverde, se sentía en casa como lejos de ella, Japón tenía lugar en su corazón sin embargo el lugar en donde descubrió su verdadera pasión es sin duda su Italia.
— ¿en que piensas? —
— disfruto cada minuto aquí — volvió su mirada al más bajo, se veía hermoso el también, había dejado sus yukatas en Japón y vestía ropa más informal, abrigado, ya que solía ser friolento, su cabello estaba suelto pero con una media cola de por medio.
— me alegra que te haya gustado volver — sin limitarse, su mano fue a parar en el rostro del moreno acariciando sus marcados pómulos.
— por supuesto que estaría más que feliz, amo Italia — besó nuevamente ambas manos.
— ¿más que a mi? — preguntó con una ceja alzada el pelirosa.
— ah... —
— ¡Kojiro! —
Nanjo estalló en carcajadas mientras Kaoru esperaba una respuesta con el ceño fruncido, este solo juntó sus narices en un beso esquimal.
— ¿todavía me lo preguntas? — terminó por besar los dulces labios de su chico máquina.
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— Kojiro, figlio mio, benvenuto, Kaoru ¡è bello rivederti! — (Kojiro, hijo mio, bienvenido, Kaoru ¡un placer volver a verte!)
