~¿Tenemos... algo en común?~

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Merida intentaba soltar con sus propias manos la cuerda que sujetaba los brazos del contrario en su espalda.
Mientras Hipo seguía confundido, estupefacto, ¿porque pensaba hacer esto?

- ...¿No te enseñaron a no confiar en extraños? –preguntó Hipo– se supone que los tuyos me odian, aunque me imagino el porqué.

- Confío en mis decisiones, y en el dragón. –Respondió quien se encontraba detrás suyo.

Además muy en el fondo (y no pensaba admitirlo frente a este desconocido) también confiaba en él, mantuvo ese presentimiento, de que este no planeaba hacer nada malo al fin y al cabo.
Así que no merecía estar encerrado en una jaula, ni separarse de "su" dragón.

Había liberado al vikingo completamente, al soltar la cuerda que retuvo sus brazos en la espalda por tanto tiempo.
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Pero debía ser precavida, si este intentaba hacer la más mínima cosa... no lo pensaba dos veces para reventarle el farol en la cabeza.

- De acuerdo, ahora ambos son libres.

¡Chimuelo solo podía andar de un lado hacia otro con felicidad! Estaba encantado, Hipo era libre al igual que él.

Al darse la vuelta casi inmediatamente después de sentir sus brazos caer, Hipo accidentalmente se topó con aquel rostro, muy cerca del suyo.

¡No se imaginaba que aún seguía tan cercana! ...Ni que sus ojos fueran tan brillantes y azules.

- ¡Oye!, ¿que te pasa? –Merida se alejó inmediatamente, levantando su farol– ¡No me hagas usarlo!

- ¡Shhh! No no, perdón, no pensé que aún estabas tan cerca de mí, lo juro –se explicó, también dando unos pasos hacia atrás con miedo que lo atacara– tenemos que irnos de aquí, ya me duele la garganta de tanto susurrar las cosas.

Pensándolo bien, técnicamente Merida no podía dejarlos despegar ahí mismo, a las afueras del fuerte, iban a despertar a los guardias y el esfuerzo por permanecer en silencio sería en vano.

Chimuelo también parecía saberlo, con mucho miedo cruzó las puertas y el camino en donde dormían estos tipos, acompañado tanto por Hipo como con esta misteriosa mujer.

Por lo menos Merida sabía cual era el lugar adecuado.

Nadie tenía sus carpas o fuertes cercanos a la costa, no habían traído pescadores y los marinos no dormían en su embarcación, ¡era perfecto! Nadie estaba allí.

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Claro que en el camino no existía ni una palabra, Merida caminaba adelante, revisaba que nadie estuviera cerca y les daba el permiso de seguir caminando con un ligero movimiento de su brazo.

...También revisaba, por mera precaución, que el vikingo los viniera siguiendo a ella y al dragón, y ahí estaba, efectivamente meterse a robar a alguna parte no era su intención en lo absoluto.

Detrás de Chimuelo, Hipo más bien analizaba todo a su alrededor, no dejaba de caminar pero aveces sus ojos solo se quedaban fijados en carpas, en sus construcciones a medio hacer.

Ellos estaban haciendo toda una ciudad en esa remota isla.

Era muy preocupante.

- ...Así que –finalmente decidió hablar Merida, quien caminaba con ambas manos en la espalda y sin voltear– dígame, señor vikingo, ust-

- ¿Eh? Ah, no tienes que llamarme así, no soy un señor creo... –murmuró lo último, ¿acaso se veía tan viejo o era supuestamente "respeto" por parte de esta chica?– perdón por interrumpir, no soy un señor.

- ¡Bien! –rodó los ojos– quería preguntarle, vikingo, ya que hay muchas islas en el mar, ¿porque vino a esta, quería... robar algo?

Hipo no pudo aguantarse la risa, fue una pregunta muy directa e incluso irónica.

Brave Dragons/Dragones Valientes Where stories live. Discover now