Aprovechando la penumbra e invisibilidad aportada por la capa, Robert se cuela en el calabozo donde los caballeros llevaron a su pareja.
El asco, producto del nauseabundo ambiente en que las heces y el vómito acompañan a los condenados, le piden desertar; pero los gritos y desespero de su Rulo son el único impulso.
—¡Pronto serás colgado, maldito hereje!
Una vez el chico es empujado al interior de la apestosa celda, los caballeros se persignan y arrojan un cubo de agua helada sobre él antes de retirarse, entre risas.
El frío y el miedo compiten dentro del prisionero, calan por igual hasta el interior de sus huesos; pese a eso, Robert decide molestarle; al estar en frente, se saca la capucha y deja al descubierto la cabeza.
La repentina aparición le provoca un respingo al joven y le toma unos segundos comprender a quién corresponde la cabeza flotante.
—¿R-rob, d-de v-verdad eres tú?
—Sí, Rulito y te saco porque te saco...
Una mano sobre la que reposa un pequeño fuego verdoso se vislumbra de repente.
—Flamita, si querés que te siga, me vas a tener que ayudar, ¿cómo libero al Rulo?
Una chispa verde brinca desde la llama hasta el candado, haciéndolo estallar, enseguida abre la compuerta y los jóvenes se funden en un fuerte abrazo; pero la explosión alerta a un grupo de caballeros quienes apresurados llegan al lugar. Los chicos corren entre pasadizos oyendo un coro de súplicas, pero es imposible escapar, la única salida está escaleras arriba y ya los hombres de armadura les rodean.
Los dedos de ambos se entrelazan mientras tiemblan y permanecen de espalda, la salvación del otro es lo único que piensan.
De repente los caballeros dan un salto atrás cuando ante sus ojos, la pareja se desvanece, dejando un humo verdoso en el sitio.
El débil brillo del eclipse se refleja sobre la daga de plata que, en manos de la bruja, apunta hacia el cielo mientras en extraña lengua realiza una invocación, el silbido del viento se cuela entre el follaje, mezclándose con los diminutos sollozos que brotan desde una pequeña con ojos felinos, inmovilizada en el altar de roca ante ella.
Las voces de los espíritus resuenan cual eco fantasmal; su plan está a punto de completarse, aunque tomó más tiempo luego que el corazón del averno cayó en manos de Uriel, el alma del ángel al fin sería parte de sí y en cuanto posea las gemas, manipularía al hechicero, por eso sonríe con malicia mientras la niña amordazada tiembla.
—¡M-ma...!
La pequeña ahoga un grito en cuanto la daga atraviesa el torso, un profundo corte deja al descubierto las entrañas. La bruja extrae el corazón con el puñal, la cálida y suave carne ingresa a su boca, sangre se derrama por las comisuras. Sin embargo, luego de devorar a quien en vida le llamó madre, los espíritus reclaman por el erróneo sacrificio y el enojo se apodera de sí...
—¡Urieeeeeel!
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Neko
ParanormalHistoria participante de "La hora paranormal" del perfil @WattpadLadoOscuroEs