«No confíes en Tamara»
Confusión, ansiedad, miedo, desconcierto. La mezcla de emociones invadió al joven de mirada felina desde que aparecieron sobre la piscina de huesos.
Robert observa a su pareja por un segundo y luego se fija en la gárgola con las gemas. Temeroso, contempla esa larga lengua extendida donde reposan. Voltea hacia su pareja cuando escucha el trepidar.
—Johan, saldremos de esta, lo juro —le dice luego de tomar las cuatro piedras y agacharse junto al tembloroso chico.
—N-no c-confíes en T-Tamara...
—¿Vos cómo sabés su nombre?
La pregunta de Robert le obliga a elevar el rostro y cargado de miedo guarda silencio.
La imagen del caldero retorna a la mente de Robert, aquella mano blanquecina que creyó suya...
—¿Dónde está el corazón? —inquiere y Johan sacude la cabeza con temor— Sabés de qué te hablo, era tu anillo, no el mío...
Un destello turquesa se vislumbra entre los dientes de una calaca. Johan salta asustado e intenta evitar que su pareja se acerque.
—Vos la pusiste allí.
—Es aterrador, sentí algo horrible. ¡Vámonos!
—Tengo un trato con ella y deberá incluirte.
La hoguera deshace los restos de la pequeña, los espíritus resuenan conforme el olor a carne quemada se apodera del lugar. Maldice mil veces a Uriel, creyó capturar su alma en la niña de ojos felinos que veía arder con desprecio, de nada sirvió soportar ese peso en sus entrañas.
Sin embargo, el hallazgo de Robert, aunado al chico de mirada felina que le acompaña, le provoca una sonrisa de satisfacción. Pronto conseguiría su cometido.
Pese a la renuencia, Robert se aleja de Johan para ubicar las gemas en los monolitos, Tamara inspecciona al tembloroso chico con una macabra sonrisa.
—Uriel... —murmura y atraviesa el pecho de Johan en el mismo instante que Robert posa la última gema.
—¡Rulooooo!
Robert, corre hacia el lugar, pero resulta inútil, un ente invisible lo lanza contra el altar central y allí le inmoviliza. Tamara arrastra el debilitado cuerpo para ofrecerlo en sacrificio.
«No confíes en Tamara»
—¡Ruuuulooooo!
—He aquí la plata bañada en sangre del sacrificio para su honra...
—Así sea... —respondieron los gritos en el viento.
—¡Yo te libero, Neko!
—¡No soy Nekoooo!
—¡Claro que no!
El grito de su pareja le eriza. Temblando, abre los ojos, reconoce la sala del departamento que habita y salta hacia el nervioso rubio que le contempla junto al sofá.
—¡Rulito!
—Rob, ¿qué ocurre?
—Nada... —Suspira aliviado sin dejar de temblar ni abrazar al chico.
—¿Seguro? De repente te apagaste, supongo que ver a Tamara comerse a su única cría te impactó.
—¿T-tamara? —pregunta Robert, confundido y Johan ladea la cabeza.
—Sí, nuestra gata de ojos heterocromos.
Robert sigue perdido.
—Rob, ¿seguro estás bien?
—S-sí, R-rulo...
—Bueno, tuve que curar a Uriel porque la atacó. ¿Tampoco lo recuerdas? —pregunta Johan ante la cara de su pareja.
—Rescatate, s-solo estoy algo ido.
—Bien. ¡Y se lo dijiste!: "no confíes en Tamara", pero ahí va la tonta a acercarse, lo peor es que quizás nada habría pasado de esterilizar a ese gato, como te dije. —Suspira cansino—. No es cierto, ¿tampoco? Es el mayor, ¿mini pantera?, ¡Neko!
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Neko
ParanormalHistoria participante de "La hora paranormal" del perfil @WattpadLadoOscuroEs