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Mi cama te queda bien. Sé que podría sonar como una frase sin sentido, pero para mí sí que lo tiene.


Cuando la encuentro sin ti, me parece vacía. Pero al oler tu perfume entre las sábanas y las almohadas, me siento completa. Entonces entiendo que es porque cada vez que la tocas, la haces tuya. Y sí, en parte es porque amas recostarte en ella, pero nadie más que se haya tirado a descansar un rato ahí ha dejado esa sensación de abandono cuando se levanta. Nadie nunca me ha hecho desear que su estadía fuera permanente (porque la realidad es que yo detesto que otros me usurpen el lugar, y lo sabes más que nadie). De hecho, si tuviera que elegir entre estar en mi cama o que estés tú, adivina cuál sería mi opción.



Es muy hermoso y hasta parece mágico verte descansar en mi lugar. Si bien siempre me parece de lo más lindo verte dormir o atontada por el sueño, cuando sucede en este lugar se torna diferente. Se siente diferente. En estos casos quiero parar el mundo, arroparte y que nunca, pero nunca, llegue el momento en que te levantes. Como si mi cama estuviera hecha solo para ti, como si te quedara más cómoda que cualquier otra, como si de repente yo sobrara y solo tuviera el trabajo de admirar cómo te acurrucas en ella mientras intento decidir si quiero ser una simple espectadora o también unirme a la fiesta.


Te ves tan pequeña y abrazable (más de lo normal). Si pudiera expresar de forma más exacta lo que me haces sentir, lo haría sin dudar, pero es que lo tuyo no es algo que se encuentre en un maldito abecedario. Y no quiero que lo haga tampoco. No quiero que lo que siento por ti sea algo que cualquiera pueda encontrar en el diccionario. Me gusta que sea solo entre nosotras dos, que nada ni nadie más llegue a saber de verdad lo que sentimos y compartimos. Porque ninguna otra persona va a entender lo que estoy diciendo ahora, por ejemplo, pero sé perfectamente que tú, cuando leas esto, vas a saber exactamente lo que está pasando por mi mente y corazón al momento de escribir. No te harás preguntas sobre qué cama, por qué tanto sentimiento o por qué cree este texto, simplemente lo sentirás. Y eso es asombroso, una de las primeras razones por las que decidí hacerlo.



Así que, volviendo al tema de lo hermosa que te ves usurpando mi cama: ¿podrías por favor prometerme de que cada vez la usarás más, hasta por fin quedarte para siempre en ella? No hay otra cosa que desee más que eso. Ese sentimiento de angustia y vacío que me deja cuando ya no te encuentras entre mis sábanas es tan agridulce que no quiero sentirlo más. Si lo hago es gracias a la ilusión y la esperanza de que algún día ya no debas irte. Algún día quiero que la que te quede bien sea nuestra cama, pero en el tiempo que eso nos lleva, te cedo la mía para cuando quieras. Puedes dormir, acurrucarte, llorar, reír, abrazar un muñeco o a mí en ella cuando sea que lo necesites. Yo, sin dudas, siempre te voy a admirar y cuidar en esos momentos.



Gracias por darle a algo tan insignificante y básico como una cama un nuevo sentido, tan especial. Ojalá entiendas que eso quiere decir que tú también lo eres. Deseo seguir formando recuerdos que tengan que ver contigo en ella por mucho tiempo más, y guardarlos en mi mente en una pequeña caja de cristal para reproducirlos cuando me toque a mí irme a dormir, imaginando que tu olor es tu presencia, y que estás al lado mío abrazándome como abrazabas las sábanas para que no dejaran de cubrirte. En sueños, seguro pueda ver eso más claramente, pero eso no quita que despierta me siga perdiendo en el recuerdo y en las ganas de que muy pronto se pueda repetir.


Así que sí, mi cama te queda muy bien. Qué afortunada soy por poder decir eso. 

Te queda bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora