El Fantasma

124 14 2
                                    

Un fin de semana, los fines eran libres de actividades y los campistas podían caminar por el campamento con total libertad, en esos dos días libres no había horarios para almorzar, los campistas después de las nueve de la mañana hasta las diez de la noche podían ir a comer cuando querían, la cocina estaba llena gracias a que después de cinco días los tramoyas se dignaron a aparecer y empezaron a cocinar el fin de semana entero dándoles un respiro a Juanin y a Huachimingo, que este último se preparaba para la fogata de esa noche, estaba encargado de contar historias cada sábado para entretener a los campistas.

—Es lindo tener un día libre, y pasarla contigo. —dijo con una sonrisa coqueta Julián a Gastón.
Estos estaban sentados en un tronco juntos, uno de ellos miraba sus fotos tomadas en el lugar y se lo mandaba a su familia.
—Si, lo es, aunque no puedo quejarme, he estado con demasiado tiempo libre estos días. —respondió Gastón ya un poco aburrido del campamento, sus actividades eran menores que la del resto.
—Te envidio, las actividades recreativas son muy fomes “pintar esto”, “crear esto”, “escribe lo que sientes”. Es como ir a mi terapia cognitiva. —dijo molesto y frustrado el chimpancé, abrazando a su amado como si fuera peluche.
—Tú te lo ganaste, tonto. Eso te pasa por seguir a Patrick y romperle el brazo a Elías. —le hablo con un poco de sarcasmo para después intentar zafarse del abrazo de su amado, siendo inutil, terminando con acomodarse en los brazos de su amado para seguir mirando sus fotos, borrando las que creía feas.
—No es de todo mi culpa, es culpa de patrick y de ella por el que ahora soy considerado un chico malo. —intentó excusarse intentando no soltar a su amado, aferrándose a este apunto de darle un beso, pero es empapado por una repentina bomba de agua, mojando tanto a Julián como a Gastón.

—¿De donde vino eso? —preguntó Gastón sobresaltado, levantándose de su lugar junto con su novio que se sentía incómodo por la ropa mojada.
—Muchachos ¿Están bien? —preguntó Tulio al ver lo ocurrido desde lejos, corriendo hacia ellos junto con Bodoque, Patana y Mario Hugo.
—Nos cayó algo con agua. —respondió Julián empapado y con frío por el agua que se encontraba helada.
De la nada Bodoque y Mario son empapados por más bombas de agua, confundiendo a todos y llamando la atención de más personas, que venían a ver el chisme.
—¿Qué ocurre?
—¿Por qué estas mojado, tonto?
—¿Acaso los maricas se pusieron a llorar?
—No, alguien nos lanzó una bomba de agua fría. —respondió a la última pregunta Gastón estando a la defensiva ya que el que hablo era el mismo lagarto compañero de cabaña de su pololo y su mejor amigo.
—Oh no, el fantasma ataca de nuevo. —dijo Juanin aterrado por lo que creía que estaba pasando.
—¿Fa… fantasma? ¿Hay un fantasma? —preguntó con miedo el chimpancé de cabellera albina, aferrándose a su novio.
—Los fantasmas no existen. —le dijo con molestia Gastón a su novio, tratando de calmarlo acariciando su cabeza como podía.
—Un fantasma, esto es caso para “El…
—”La Sombra”. —interrumpió a su hijo Patana. llevaba puesta una capa negra y tenía en su mano una lupa de quién sabe dónde la sacó.
—¡Mamá! ¡Te robaste mi escena! —se quejó con molestia el pajarraco.
—Ya no soy tu mamá, soy “La Sombra” —Mario la miró con molestia por ese comentario de su esposa—. Digo… Ahora tu mamá es “La Sombra”. —dijo con intenciones de no ser tan dura con su hijo y no dejarse llevar por su personaje.
—Igual, es un caso para “El Sombrío”.
—¿Quién es “El Sombrío”?
—¿Quién es "La Sombra"? —preguntaron el narcisista y el chimpancé albino con ingenuidad.
—¡Soy yo! yo soy… —se interrumpen ambos pajarracos, mirándose y viendo que sufrían de la misma situación.
—Como sea, vamos a resolver este misterio, mi fiel asistente, ven conmigo. —hablo con seguridad y tratando de verse profesional, yéndose del lugar arrastrando a Julián con él.
—Pero hay fantasmas. —respondió con miedo el albino.
—Los fantasmas no existen, Julián, no seas imbécil. —le dijo Patrick al miedoso chimpancé.

Después de un rato, todos buscaban al culpable, siendo que Gastón encontró unas ramas rotas y marcas en los árboles, algo que lo extraño mucho, haciendo que investigue por su cuenta, metiéndose en el bosque sacando fotos de lo que encontraba, notando cosas familiares, algo que solo lo confunden aún más.
Pero lo que lo sorprendió más es ver un árbol más grande de lo normal decorado, como si alguien viviera ahí, había cosas que reconocía, otras que les costó darle un origen, pero lo que no tardó en hacer es sacar una foto al árbol, cada foto con distintos ángulos, sin darse cuenta que algo lo observaba a lo lejos, acercándose al peli-naranja, para al final ser agarrado por esa entidad, llevandoselo a la fuerzo, sin dejar rastros de él, solo su cámara en el suelo, que al estar cuesta abajo cae hasta llegar a las orillas del lago, casi por meterse y mojarse a la no tan higiénica agua.

Esta historia continuará…

Campamento 31 (31 minutos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora