Gia.
Mierda, mierda, mierda. Se había tardado demasiados minutos, estaba segura que Tobias estaría desesperado. Se retrasó más del normal, le había dicho a Luna que no podía llegar tarde y como siempre ella le había respondido con una mala cara.
-¿Qué tienes otra cosa que hacer? Se suponía que íbamos a ir saliendo de la escuela a que me hiciera una nueva perforación.-
-No es mi problema, ya te dije. Si quieres perforarte, hazlo. Y te he dicho que nunca me preguntes que cosas hago.- Respondió con amargura.
Luna la miró fijamente, se suponía que era su mejor amiga y técnicamente no sabía nada de su familia. Esto no era una amistad.
-Antes de que me salgas con tus reclamos, te digo que no me importa la mierda que salga de tu boca.-
-Vete al carajo.- Luna se sentía ofendida, ese día Gia andaba de un humor de los mil demonios, cuando ella le dijo que porque no se quitaba la chaqueta que llevaba encima, ella le dio una mirada, que si las miradas mataran, ella ya estaría a 5 metros bajo tierra.
Gia maldijo en voz baja. Dándose medía vuelta chocó contra alguien, una palabrota salió de sus labios y se hincó en el suelo a recoger sus libros, hacia 10 minutos que habían salido.
-¿Por qué coño no te fijas?- Dijo ella tomando sus libros con fuerza, levantándose con agilidad quedó frente a la “mujer más deseada por toda la universidad”. Todos eran unos imbéciles, esa mocosa no tenía nada de bello, incluso ella podía verlo a través de sus kilos de maquillaje.
- Eso mismo te pregunto a ti, asquerosa.- Luciana la miraba con rabia, Gia tenía ganas de reír, sin pensarlo, lo hizo. Su risa se intensificó cuando ella se arregló el sostén. Si de por sí ya enseñaba de más, suponía que a una zorra como ella, le interesaba el enseñar para poder vender.
-¿Qué es tan gracioso, estúpida?-
La había llamado estúpida, era algo que nadie nunca hacía, si no fuera porque llegaba putamente tarde, la hubiera tomado del cabello y enseñado a cómo llamarla.
- Oh nada, solo que me da risa lo que te acomodas, más bien, lo que intentas acomodarte, no hay nada por ahí.-
- Ya quisieras tener unos pechos como los que yo tengo.- Se burló ella.
-Por favor! Tener algo tuyo sería lo último que yo desearía en mi jodida vida. Créeme.- Esta niña sí que le faltaba cerebro.
- Claro, claro.-
- ¿Qué es lo que ocurre?-
Luciana fingió, cosa común en ella, pensó Gia. No tenía tiempo para esta mierda.
-¡Mi amor!- Chilló Luciana, sus brazos se cerraron en el cuello de Nicholas, si ese cabrón que tanto odiaba, incluso sintió lástima por él cuando ella lo abrazaba.
-¿Estás bien?- Nicholas examinaba a Luciana de arriba hacia abajo, vale, sabía ya que era una demente que se desquitaba con todos, pero tampoco estaba loca para pegarle a alguien en la escuela, no a menos que hubiera alguien cerca.
- Si bebé, esta tonta que me tiró al suelo.-
-No te tiré al suelo- Se defendió Gia. ¡Faltaba más! Aparte de ser puta, era una mentirosa.
-No me sorprendería de ti- Replicó el chico.
-A ti nada te sorprende, eso me da igual. Deberías agradecerme, si la tiré, probablemente la hubiera matado.-
Su mochila descansaba en el suelo, cogiendo la tira que la sostenía se la hecho al hombro, miro la hora y cerró los ojos. 15 minutos tarde.
-¿Mirando la hora para ir a la esquina a trabajar?- Luciana miraba con malicia a Gia. Los brazos de Nicholas se apretaron a su alrededor, incluso Gia podía sentir la diversión que eso le causaba a el.
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Deja que me quede.
Teen FictionGia es la chica problemática de la escuela, siempre llega con golpes de aquellas peleas a las que asiste, Nicholas, es el típico chico normal, solo con un pequeño problema en su vida, su familia. Es ajeno a ella, ambos chicos se odian, pero pronto d...