Capitulo O3.

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Nicholas gruñía en enojo, aún sentía como sus partes más queridas palpitaban por el golpe dado. No comprendía como una mujer tan menuda poseyera tanta fuerza. Claro, siendo lo agresiva que es, y en las peleas en las que se veía envuelta, no le era difícil adivinar de donde sabía pelear también.

-Cierra la puta boca, Max.-

Tomó el libro más pesado y lo lanzó hacia su amigo, el chico se encontraba en la cama de Nicholas, riendo sin detenerse a respirar.

-No puedo, eso ha sido tan divertido, no sé cómo me lo perdí.-

-Idiota, esa mujer está loca.-

-Náh, algo le hiciste. No actúa así por impulso, bueno a veces, pero no es así. ¿Qué le dijiste?-

-¿Y tú desde cuando la conoces?- Max se removió.

- Desde nunca, pero te digo lo que pienso.-

Claro, seguramente iba a quedarse como si nada, conocía a Max y sabía muy bien cuando el mentía, era la persona más honesta del mundo.

-Le dijo a Luciana que era una puta, la tomé del brazo y le dije que le pidiera disculpas.-

Fue interrumpido nuevamente por la risa de Max, esto se estaba haciendo costumbre, era su mejor amigo, pero tenía unas enormes ganas de asesinarlo.

-¿Eso qué?, hay cientos de chicas que se lo dicen-

-Cállate. No me gusta que la llamen así, principalmente Gia, créeme que ella no está en posición de andar llamando puta a alguien, quien sabe con quienes se ha metido ella.-

-Tú estás haciendo lo mismo que ella hizo con Luciana, estás hablando de ella cuando no la conoces.-

-¡Por favor! Tú has visto las marcas en el cuello con las que llega a la escuela-

-¿Y eso que?- salió Max a la defensiva. Si, Gia solía ser una completa cabrona, sin embargo no se merecía lo que Nicholas decía.

-¿Y eso qué?  Por favor Max, no me digas que te gusta esa loca.-

¡Faltaba más! Su mejor amigo se había vuelto pirado y ahora se enamoraba de una tonta.

-No, tú estás mal, solo que sabes bien que detesto hablar mal de alguien. Ella no me gusta.-

No, no le gustaba, aun así, se sentía ligeramente atraído hacia ella, no era el hecho de que fuera demasiado atractiva, él sabía lo que ocurría en su casa y era por eso que la comprendía. E incluso llegó a saber cuándo ella dio en el hospital. Algo que ella ignoraba.

La encontraba demasiado valiente.

-Claro, claro.-

-Creo que el golpe en tus partes te dejó más idiota de lo normal.-

-Cierra la boca, estúpido.-

-De acuerdo, ya tengo que irme.-

-Sabes dónde está la puerta.-

Max sonrió, le gustaba hacer enojar a su amigo, a veces tenía el humor de un anciano ochentero, pero igual lo aceptaba.

-Calma hombre, que no te afecte ese golpe, o le diré a Gia que venga y te castre.-

Antes de que Nicholas respondiera, cerró la puerta con fuerza, pudo escuchar el impacto de algo contra la puerta a lo que respondió con una fuerte carcajada.

Gia caminaba por la calle, había dejado a Tobi en casa de su vecina, era lo que siempre hacia al salir, odiaba la idea de tener que dejarlo en casa, temía por su seguridad.

Su vecina, la señora Eleonor, era algo así como su abuela, conocía la historia de su familia y no dudaba cuando Gia pedía que cuidara de su hermano, era tan tierno que nadie podía resistirse a esa mirada.

La música sobresalía de los auriculares, era como le gustaba, que la música se escuchara con tal exageración, les daba entender a los demás que le valía una mierda si le hablaban o no, cuando se ponía los auriculares, no había poder que hiciera que se los quitara.

Se sobresaltó cuando una mano la sacudió por el hombro, sintiéndose llena de coraje, se giró abruptamente hacia chocar su cabello contra el rostro del extraño.

-¿Qué mierda te pasa?! Casi me matas de un susto.-

-Calma boxeadora, te estaba hablando desde hace un buen rato-

- Traía los auriculares, Max.- Gia gruñó, odiaba que le dieran jalones, pero era Max, el no lastimaría ni a una hormiga.

-¿Qué quieres?-

-Felicitarte.-

Ella hundió su ceño. ¿Qué quería decir con eso? Su cumpleaños era unos meses, no entendía.

-¿Por qué? ¿Por hacerte saber que eres un idiota?

-Eres demasiado graciosa.-

-Lo sé. ¿Qué quieres?-

Max la recorría con la mirada, debía admitir que ella estaba bien formada, siempre vestía con colores oscuros, esta vez llevaba un pantalón negro que hacia resaltar su trasero, sus curvas estaban enfundadas por una blusa roja dejando entrever sus pechos redondos, llegó a pensar que dormía con la chaqueta puesta.

-Ya te lo dije, Nicholas está muy cabreado-

-Es lo menos que se merece, dale mis saludos, si vuelve a ponerme una mano encima, voy a hacerle algo peor.-

Los labios de Gia se movían con gracilidad, algo que Max no podía dejar de ver, apartando la mirada de ella sonrió con diversión.

-Lo sé, trataré de que se comporte, pero por favor, tú también hazlo.-

-Tú no me das órdenes.

Ah, ahí estaba la Gia obstinada.

-Te convendrá, así el dejará de molestarte, solo aléjate de Luciana.-

-Esa perra es la que me busca, y honestamente tengo ganas de destruirle el rostro.-

-Trata de no hacerlo.

-¿Por qué? Déjame ver, tú también piensas que es la más hermosa de la escuela.-

-No, pero es la novia de mi mejor amigo, y la respeto… un poco-

-Bien, pues  a mí no me agrada y me da igual lo que haga o diga-

Dando media vuelta siguió con su camino, tenía que encontrarse con Luna, aunque odiaba admitirlo, se sentía mal por como la había tratado.

-¡Hey! ¿A dónde vas? – Gia se giró, sonrió hacia Max y hundió sus brazos.

-A casa de luna.-

-Te llevo.-

-Olvídalo, no conseguirás estar en medio de mis piernas, sigue tu camino Max.-

Una sonrisa burlona apareció en los labios de Max, de todas las mujeres que había en la escuela, Gia era la más difícil, había rumores de que tenía sexo con algunos en la bodega, pero jamás supieron si era verdad.

-¿Bromeas, no?. Hablo en serio, te llevo.-

- Mantén tus manos alejaditas, traigo una navaja y  soy capaz de cortarte las manos.-

-En ese caso…-

-No me tientes-

Ambos rieron, Gia suspiró, de todas las personas en la escuela asquerosa a la que asistía, Max era una de las decentes, le caía bien, aun así no dejaba de ser hombre, y ella odiaba a todos los hombres.

-¿Entonces, que escuchabas?- Max señalo su reproductor.

-Que te importa.-

Ahora era la Gia grosera, carajo, le gustaban esas facetas de ella.

Deja que me quede.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora