Parte 2

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El vaso descartable fue colocado en la mesa de la sala de interrogaciones frente al moreno, con el humeante café en su interior y el cuál posiblemente sabría más a agua que a café.

—Al menos me has traído el café, que considerado —farfulló Horacio, el sarcasmo siendo su mecanismo de defensa elegido para la ocasión.

—Bueno, se lo debía ¿o no? —Volkov separó levemente la silla que se encontraba vacía, tomando asiento frente al recién arrestado.

Las manos de Horacio se envolvieron alrededor del pequeño vaso, disfrutando de la calidez que el oscuro líquido le transmitía a través del plástico. —¿Y ahora qué? ¿Yo te digo que no se nada mientras tú te crees el policía malo o cómo va la cosa?  —el blanco recipiente fue llevado hasta sus labios, dando un sorbo al café y haciendo una mueca de desagrado poco después—. Joder, esto es una mierda, ¿tú tomas esto todos los días? —el agente frente a él asintió— con razón tienes un gusto asqueroso por la moda, esa gabardina no te queda, tío —le molestó, escondiendo la enorme y divertida sonrisa que quería formarse en su rostro.

Volkov respiró hondo, llevando dos dedos al puente de su nariz y levantando, por consecuencia, los lentes de sol que llevaba puestos.

—Yo le diré sus cargos y usted aceptará que es culpable así nos... ahorrará más trámite y papeleo del debido, ¿le parece? —respondió con demasiada simpleza y evadiendo, de paso, el irritante comentario del peliazul.

El moreno dejó salir una fuerte carcajada, reposando la totalidad de su espalda contra el respaldo de su asiento. —Ya, ¿y yo haría eso porque...?

—Porque le he visto robando y estafando a diferentes personas durante toda la semana.

—¡Pero bueno, un admirador! —bromeó, haciendo enojar al policía— Si querías un autógrafo solo tenías que pedirlo, no era necesario que me arrestes, ¿sabes? —Volkov abrió la boca, seguramente para retrucarle algo, pero Horacio no se lo permitió—. Que sí, que sí, que tú has visto eso... pero no significa que sea verdad... —quiso nombrarle, pero el importante detalle de no saber su nombre le obligó a usar un plan "B"—, bombón —concluyó, sonriendo ampliamente al divisar un tenue -pero notable- sonrojo en los mofletes del agente. Tal vez podría acostumbrarse a este tipo de reacciones.

—¿P-Perdone?

—Lo perdono —Horacio se levantó de su silla dispuesto a retirarse del establecimiento—, nos vemos —el mago se dirigió hasta la puerta, llegando a abrirla tan solo un poco, ya que la pálida mano de Viktor hizo presión contra ella para volver a cerrarla.

—Usted no va a ir a ningún lado, siéntese —habló con firmeza, pero ésta no pareció tener poder alguno sobre el ladrón.

—¿Por qué? —Horacio frunció el ceño, acercándose al ruso—. ¿Para que me interrogues sobre algo que pude o no haber hecho? —continuó, acortando aún más la distancia entre ambos y obligando a Viktor a retroceder para intentar alejarse— es su palabra contra la mía, detective. No tiene cámaras, no tiene pruebas y sus supuestos testigos son una mierda, no podrá ubicarlos nunca —la espalda del más alto chocó contra la pared y el moreno dedo se clavó en su pecho, cuál filosa daga que intentaba penetrar en su alma— No tiene nada —susurró, con los sutiles aires de victoria asomándose por entre cada una de las letras pronunciada. 

Volkov bufó enojado. Enojado porque aquel muchacho frente a él era un irrespetuoso. Enojado porque estaba odiando el hecho de que le tocara el pecho como si fuera un crío al que estuvieran regañando. Enojado porque él era un jodido policía y no estaba haciendo nada para alejarle.

Enojado porque sabía que tenía razón.

Un pesado silencio los envolvió a ambos, permitiendo que todo lo que se oyera en aquella sala de interrogatorios no fuera más que la furiosa y sonora respiración de Volkov y la mirada de Horacio que no paraba de gritar un estruendoso pero mudo "¡Te gané!".

𝕊𝕥𝕣𝕖𝕖𝕥 𝕄𝕒𝕘𝕚𝕔 [Volkacio AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora