El tan esperado día había llegado y Viktor no podía evitar asomarse levemente por entre la enorme cortina de terciopelo rojo, observando el lugar llenarse de cientas de personas esperando ver la variedad de shows de aquella noche.—¿Por qué tan nervioso? Tú no vas a actuar —se burló Aleksandra, colocándose cerca de Volkov.
«Porque aún no llega...» pensó, dándose cuenta de que la posibilidad de que Horacio apareciera, comenzaba a ser increíblemente diminuta, por no decir imposible.
Y tal vez era inútil mentir acerca de lo que rondaba su cabeza en aquel preciso momento, sobre todo a su hermana, pero la vergüenza siempre le ganaría por goleada y no le permitiría ni pronunciar palabra alguna sobre los posibles (más claros que posibles, en realidad) sentimientos que un artista callejero causaba en él.
—No estoy nervioso… Y tú deberías estar practicando tus canciones —esquivó torpemente, pasando por al lado de la peligris—. ¿No tienes que afinar o… algo de esa índole?
Volkova sonrió ampliamente; su hermano nunca cambiaría y eso era un hecho. —Ya practiqué y ya afiné. Ahora dime a quién esperas tanto, señor misterio —inquirió, caminando con rapidez, debiendo tomar parte de la falda de su vestido para evitar tropezarse y así poder alcanzar los veloces pasos de un escurridizo Viktor; quién sólo buscaba escapar de aquella conversación como si su vida dependiera de ello.
—No estoy esperando a nadie, coño, Aleksandra —respondió molesto. Volkov quería a su hermana, claro que la quería, pero odiaba… Detestaba su molesta actitud de metiche, sobre todo para con su persona y vida amorosa.
—Espera a un mago —canturreó Greco al no poder evitar escuchar la conversación entre ambos rusos, acercándose a ellos con una sonrisa de superioridad solo para ser recibido con una de las miradas más frías y asesinas que Viktor alguna vez le había regalado. Las comisuras de los labios del otro policía se elevaron aún más.
—No me jodas… —susurró Aleksandra con emoción.
—Recuérdame porqué mierda te invité hoy… —habló entre dientes el detective, robándole una carcajada a su amigo.
—Porque me quieres, ruso —sonrió Rodríguez.
El peligris quiso diferir, porque, con amigos como Greco Rodríguez, ¿para qué tener enemigos?, pero unos alborotados y enojados gritos por el pasillo de los camerinos lo alertaron. El trío caminó apresurado hasta la fuente de tal escándalo, logrando observar a un moreno forcejeando contra dos guardias de seguridad.
—¡Quítenme las putas manos de encima, payasos! —exclamó furioso Horacio, logrando zafarse una que otra vez de los fuertes agarres de ambos hombres— ¡Que me arruinan el puto traje! ¡¿saben lo que me costó esto?!
—Caballero, cálmese, por favor. Debe irse, esta zona es restringida al público —explicó uno de los guardias.
El chantajista iba a responder, tragándose sus palabras al ver al agente que lo había invitado a participar aquella noche. —¡Eh, ruso, que quieren mandarme a tomar por culo, haz algo! —gritó, aún resistiéndose al agarre de los de seguridad.
Aquello logró sacar a Volkov del pequeño trance en el que había entrado apenas vislumbró a Horacio con aquel hermoso traje azul que combinaba a la perfección con su alborotada cresta. Avanzó en un pequeño trote, llegando en cuestión de segundos junto a su invitado y los dos miembros del personal de seguridad.
—Él está conmigo… Dará un espectáculo esta noche, suéltenlo —dijo firmemente.
Ambos guardias se miraron entre ellos, soltando al mago segundos después con una leve brusquedad que le hizo tropezarse. Horacio se situó detrás del policía, sacando la lengua y haciendo caras para molestar a los dos malhumorados hombres. Éstos intentaron acercarse nuevamente al maleducado moreno, pero fueron detenidos por Volkov, quién ya no estaba de ánimos para lidiar con ellos dos.
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𝕊𝕥𝕣𝕖𝕖𝕥 𝕄𝕒𝕘𝕚𝕔 [Volkacio AU]
Fiksi PenggemarLa magia no miente. Es todo... una simple ilusión. Un acto, basado en el simple arte de la distracción. ↳H mago callejero/chantajista ↳V policia del departamento de estafas