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Rómulo ya casi ni recordaba como solían ser sus mañanas antes de conocer a Anat. Pensar que hubo un momento en su vida donde la primera cosa que no veía era la espalda de su mujer lo hacía, literalmente, tener náuseas.

Gruñendo, escondió el rostro en el cuello de Egipto. Los brazos cerrados entorno a su ombligo apretaron su agarre, buscando acercarla de forma que el espacio separándolos no fuera nada salvo inexistente (como Cartago. Maldito cabrón).

—¿Ha amanecido ya...?—el tono adormilado de la africana le hizo ganarse un beso en la mejilla—Tienes que levantarte.

—Cinco minutos más.

—Como los sirvientes se enteren que hemos dormido en la misma cama tu emperador nos criticará con la mirada en los banquetes.

—Le arranco los ojos—y de paso la lengua a quienes intentaran manchar sus reputaciones con ese veneno—. Estás calentita.

—Oleré a sudor—podía notar más que ver el puchero de la azabache—. Debería darme un baño.

—Deberíamos.

—Permíteme unos ratos a solas, ¿no?

Rómulo levantó la cabeza y estampó sus labios en la mejilla ajena, antes de que se separara Anat le agarró la nuca. El beso que compartieron fue lento, pero dulce. Tal vez un poco arruinado por el aliento matutino.

—Ten un buen día en el trabajo—deseó la africana. Roma jamás se había sentido tan afortunado.

 Roma jamás se había sentido tan afortunado

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Nombre humano de Roma: Rómulo.

Nombre humano de Antiguo Egipto: Anat.

Hacer a Roma simp y amando a su esposa es mi pasión. Soy consciente que esta, seguramente, no es una visión históricamente correcta de los matrimonios romanos, pero me da igual.

El comentario de las camas es porque en una de mis investigaciones (llevo meses queriendo hacerle algo a esta pareja) encontré que los matrimonios romanos no dormían en la misma cama. Aunque no logré hayar nada de loa egipcios al respecto.

Love love loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora