Prólogo

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-¿No vas a decir nada?

Los orbes carmesí de Yoru temblaron desde que lo enfrentó, y ahora sentía que estaban a punto de salir de sus cuencas ante la tensión acumulada; un poco de lágrimas negándose a salir, mucha angustia y miedo a lo que pueda ocurrir.

Conveniencia, todo empezó por conveniencia. Un matrimonio que en realidad no tenía nada de común como pensó en sus más recónditas imaginaciónes cuando siempre estuvo más enfocada en sacar adelante a su hermano menor.

Y si alguna vez lo pensó, un extraño trato así sonaba a lo imposible si lo más lógico era unirse a alguien por amor. Si tan solo fuera lo contrario a su caso, la noticia no le habría noqueado como bofetada de guante de látex mojada; si no como una maravillosa bendición.

Sentía la carga ella sola, más sin embargo esta vez no fue la única en cometer el error al abusar del manejo de alcohol, Loid lo había hecho de igual modo, y este fue el resultado.

-Yo....

Con el aire atorado y sin saber que decir, Loid buscó en los ojos de su falsa esposa algún indicio de que todo era una broma; pero, para empezar ella no era el tipo de mujer bromista como tal clase, una broma que para su gusto la consideraba pesada.

-¿Loid?

Sabía que su silencio la disgustaba, ¿Pero realmente lo estaría más que él? Justo sus ojos temblaban como los de ella. ¡Que alguien lo despertara, esto tenía que ser un mal sueño!

Cuando Yor tocó la puerta de su habitación para preguntarle si podían tener una conversación, sus expectativas era el tema que tanto evitaron desde hace más de un mes y dejaron pasar.

Como si nada hubiera pasado.

Loid, disimulando un poco sus nervios, aceptó su petición aportando también que lo hablaran con calma en la sala. Anya ya debería estar dormida, y solo estaban quedaban libre ellos dos.

Bien, un té en medio de un intercambio de palabras era algo muy corriente. Lo que no era corriente es que ella se negara diciendo que no era necesario, aunque terminó aceptando a causa de su insistencia por uno de valeriana después de notarla más alterada que de costumbre.

Y con gran razón.

Por segunda vez, lo sorprendió cuando automáticamente ella apartó la taza de sus labios; para formar una mueca de asco, dejar las piezas en la mesa de centro, y taparse con una mano la boca y nariz, a lo que se disculpó apenada.

Anya y Yor jamás despreciaron su comida, ni siquiera Bond. ¿Cómo no pudo sospechar de alguna anomalía además de creer que simplemente seguía enferma? Palabras de su hija.

<<- ha estado muy enferma estos días.>>

Lo que más le descolocaba era su manejo alegre de decirlo con una sonrisa en sus labios.

-No puedes. -Susurró

-¿Que quieres decir con que no puedo?

-No entiendo, ¿Cómo pudo?

-Tú más que yo sabes cómo funciona esto.

Yor se mordió los labios estudiando las expresiones de su marido; no esperaba un salto de alegría con besos y abrazos que diga "Gracia Yor, estoy muy feliz. Te amo" Porque para empezar ni se amaban.

De que existía ligeros dejes de afecto y aprecio mutuo, existía. Pero amor era una escala muy empinada.

-Pero solo fue una vez.

-Una vez es suficiente.

Un poco exasperado se revolvió el cabello, estropeando así su cabello más despeinado de lo que estaba antes.

Falso ilegítimo - Spyxfamily Donde viven las historias. Descúbrelo ahora