1. Amante irreconocible

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Era su esposo, y ella su esposa.  Tenían una hija, y ante la sociedad eran un sólido matrimonio conjuntos en una felicidad de la que Twilight no debía amoldarse sabiendo a cuestas su futuro proceder.

"Jugar a la casita" Había dicho nightfall con una voz sombría y se atrevería a decir que melancólica en esa tarde de intensa lluvia.

Eso le dió hospitalidad a un conflicto en su mente;  se había vuelto realmente blando tomándose tan enserio de papá, uno que aparentemente apreciaba mucho a su esposa. De un hacha de auténtico asesino de película de terror, se convirtió en un inofensivo cuchillo de plástico.

Débil. Débil ante una niña pequeña, débil ante una mujer e incluso ante un perro. Ante su familia falsa.

Era irreconocible. Pero si alguien lo mirase ahora, dirían que el distinguido hombre de las mil caras, solo era alguien disfrazado de Twilight.

—L-loid.

Ahora resultaba que jugaban a los amantes.

La brecha que siempre sostenían entre ellos se quebró, compartían el mismo aire, el mismo aura caliente, la tensión sexual desatandose, la misma saliva...

La comodidad se había ajustado del uno al otro conforme sus corazones se agitaban y sus mentes renunciaron a hilar ideas coherentes. Pensando únicamente en sus lascivos deleites y el dulzor del vino.

Loid se destacaba por ser un hombre inteligente, intuitivo, racional, astuto. Sabía lo que necesitaba y lo que no quería. El maestro del disfraz en sus cinco sentidos para luchar contra sus objetivos.

Más esa noche, era un simple hombre incapaz de camuflar su ávido apetito, de intercambiar y apoyar lo que quería y no lo que necesitaba. Incompetente para contenerse frente a una mujer que no era cualquier mujer; era su esposa.

Un beso, solo un tierno beso de Yor fue suficiente para encender aquella gasolina escurriendo desde su interior hacia afuera.

No tenía deseos ni mucho menos la intención de cubrir el trabajo de bombero. La llama ardía igual sabiendo que algo erraba, ese pequeño pinchazo de alarma se desactivaba mientras más se centraba en su juego de seducción.

—Entonces... Esto es lo que hace marido y mujer. —Ella se rió fijando unos segundos sus ojos en llamas hacía los suyos. Era un azul marino tan abrasador aunque pareciera un infinito mar.

La sorpresa siempre estuvo impreso en el rostro de Loid cuando los labios de su esposa se dieron de valor para atacar con furia los suyos, como si fuera cosa de todos los días.

Con el rostro contraído de impresión, ella no le dió tiempo en ningún momento de rendir alguna reacción de rechazo ni contraria a ser correspondida.

Por el cambio, su sentido común estaba tan sosegado que no podía pensar en otra cosa más que dejarse llevar. Pensó que estaban mal, pero de momento no contaba con ello para interrumpir  y mantener su autocontrol.

Ahora, Yor Forger se encontraba balanceando sobre su regazo sin detenerse a pensar en su descarado toqueteo, paseando sus manos sobre su cuello, hasta aferrarse a su brillante cabello de oro.

Las manos vacilantes de Loid se suspendieron en el aire a tan solo unos segundos del primer beso, luego de que ella gruñera inconforme ante su parálisis. Lo había dicho una vez, y lo haría de nuevo; Yor lograba desequilibrarlo incluso ni no ejercía ninguna doble intención dentro. Pero.... De esta manera, hasta el momento no lo hizo nadie.

Su cabeza imprudente convidó a sus manos para que también lo fueran y colmaran el afán silencioso de su esposa. 

Empezó con toques por sus piernas aún revestidas en tela, hasta sus hombros levemente descubiertos por su suéter rojo, metiendo la otra mano a través de la pequeña abertura de atrás reclamando ser rasgada.

Falso ilegítimo - Spyxfamily Donde viven las historias. Descúbrelo ahora