Cap. 7

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Nathaniel, harto de ver que ninguno de sus seleccionados destacaba como esperaba, dejó el lugar furioso. Sin decir una palabra, se marchó y condujo de vuelta a casa.

Ya rondaban las 5 de la tarde y Marc no había almorzado más que unas uvas con agua, ya que se había obsesionado con la habitación que había encontrado. Pasó el día viendo tutoriales sobre el manejo de armas de hoja y, con sorprendente facilidad, manipuló las armas. Agotado por el día de entrenamiento, apagó la televisión y volvió a colocar las armas en su lugar. Justo cuando terminó, escuchó la puerta principal abrirse. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la entrada y, al ver a Nathaniel, lo abrazó.

—Te extrañe, Nathaniel.

Nathaniel, sorprendido por el abrazo y su nombre, le devolvió el abrazo y respondió:

—Yo también, Marc.

—¿Por qué volviste tan tarde?

—Es complicado de explicar. Es mejor que no lo sepas.

Marc estaba cansado de no saber las razones de Nathaniel, sabe que no lo convivieron lo suficiente para exigirle explicaciones pero él las necesita. Renuncio a todo lo que tenía por quedarse ahí solo por amor, sabiendo que eso podría ser riesgoso pero lo hizo.

—Otra vez. Me dijiste lo mismo con la pastilla, y ahora con tu trabajo, ni siquiera sé si realmente es un trabajo. No tengo a nadie más que a ti, y no te he cuestionado nada. Te rogué que me convirtieras en solo tuyo, aun cuando tenía miedo. Pero tú no me has confiado ni tu nombre; lo sé por una nota y no por ti... dime, ¿aún puedo creer que me amas?

Aquellas palabras hicieron que Nathaniel se diera cuenta de lo inocente que era Marc y de que realmente solo le tenía amor. Había decidido ocultar la verdad y hacer que su trabajo pareciera algo trivial, pero ¿por qué hacerlo si Marc aceptaría todo?

—Está bien, te diré todo. pero primero prepararé la cena.

—No quiero esperar, dimelo ahora.

Nathaniel vio un nuevo brillo en los ojos de Marc, aunque más que un brillo, era una llama ardiente y firme. Eso solo hizo que le gustara aún más.

—Bueno, vamos a la sala.

Se sentaron en el sofá y Nathaniel comenzó a relatar la historia de su linaje como descendiente de una de las familias más temidas de Francia. No ocultó la parte del asesinato de su madre ni el odio que le tenia al amor hace algunos días. Explicó por qué amaba a Marc y por qué nunca dejaría de hacerlo. Finalmente, reveló el motivo por el cual no le había revelado personalmente su nombre.

—Hace años, mi madre prohibió a todos pronunciar mi nombre. Creía que era tan especial que ni siquiera su esposo podría decirlo; ella era la única que podía darse el lujo de hacerlo. Tenía la certeza de que algún día, como su hijo, tomaría el mando y ella estaría por encima de todo.

—Entiendo, entonces no lo diré.

—Claro que no, tú y solo tú puedes decirlo. Porque tú serás quien esté a mi lado y juntos estaremos por encima de todo. Mi madre te confiaría mi nombre, y no tengo dudas al respecto.

—Gracias. Pero tengo una duda.

—Dime.

—¿Por qué la pastilla?

—Por el jefe.

—Tu padre.

—No merece ser llamado así. Ese hombre quiere que tenga un heredero para asegurar el linaje. Pero ya cumplí su capricho una vez y trató de imponer su voluntad sobre la mía. Ese idiota ni siquiera verá tu vientre en gestación, porque sé lo poco que le importa la mafia.

—Pero si sigo tomando las pastillas, puede que termine siendo infértil.

—Eso no pasará, yo me encargaré de que eso no suceda.

—Si ese hombre muere, ¿podré tener una familia contigo?

—Sería lo ideal —en ese momento, Nathaniel notó cómo Marc consideraba la idea de matar al líder, algo muy tentador para el omega, así que trató de desechar esa idea lo más pronto posible—, pero no puedo deshacerme de él tan fácilmente.

»Tomar el poder por la fuerza es castigado con la muerte de la pareja del sucesor para preservar el linaje, quitándole lo que más ama, obligado a procrear sin tener ningún poder, no me importa el poder, desde hace mucho lo hubiera matado, primero no lo hice por mi madre pero ahora no me arriesgaré a perderte; su muerte no significa nada para mí, pero perderte a ti sería devastador. Porque para mí, eres todo lo que importa en este mundo...

Marc empezó a quedarse dormido en el hombro de Nathaniel. No es que no le importara lo que se dijo; simplemente, en su mente rondaba el pensamiento de matar al hombre que Nathaniel tanto odiaba. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo, y solo el pensar en ello lo agotó mucho.

Nathaniel acarició su cabeza y con delicadeza lo acomodó en el sofá antes de ir a hacer la cena. En su camino, vio que la estantería estaba fuera de lugar y que muchos fragmentos de la pared estaban debajo de ella.

Movió el mueble y descubrió que el seguro estaba destruido. Era evidente que Marc había logrado entrar a la habitación, pero ¿cómo lo hizo? ¿Fue un accidente? Claro que no. Marc había deducido con facilidad la puerta secreta detrás de la estantería. 

Intrigado, Nathaniel revisó las cámaras de seguridad, algo que rara vez hacía. Observó cómo Marc rompió la cerradura utilizando tres herramientas, cómo se quedó admirando la habitación y cómo tomó interés en las armas blancas, dedicando el día a entender el manejo fluido y correcto de cada una.

Volvió a cerrar la habitación y preparó la cena. Decidió no hablar del tema hasta la mañana siguiente, pues ahora estaba planeando colocar a Marc como su participante estrella y entrenarlo en lo que queda de tiempo. Con la facilidad que tiene Marc con las armas y su rápida adaptación, no sería complicado volverlo en un experto en cuestión de días.

El verdadero duelo había comenzado y Mizu no estaba lista para este nuevo contrincante.

Continuará... 

Matar por amor (Marc y Nathaniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora