Cap. 9

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Nathaniel estaba preparando una cena de pasta italiana, pensando en cómo había sido vivir con Marc. Él no había intentado escapar de casa ni había querido contactar a nadie. Nathaniel se dio cuenta de que había pasado por alto los detalles de la vida de su pareja y pensó sobre su comportamiento, recordando su cuerpo de la noche anterior, tan desesperado y pasional, y su miedo al no verlo el primer día.

Preocupado, al recordar ese momento soltó la cuchara, temiendo que, igual que la última vez, el omega se asustara al no encontrarlo a su lado. Encontró a Marc dormido en el sofá, de espaldas, pero de repente comenzó a incomodarse y a hacer pequeños quejidos, como si tuviera una pesadilla.

Nathaniel se acercó, se sentó a su lado y colocó la cabeza de Marc en sus piernas, sosteniéndolo y acariciando suavemente su cabello para tranquilizarlo. Al sentir el toque delicado de su alfa, Marc se calmó y sonrió ligeramente. Sin darse cuenta, Nathaniel también sonrió. Poco a poco, Marc abrió los ojos y, al ver a Nathaniel, suspiró aliviado.

Nathaniel lo vió con ternura y le preguntó:

—¿Estás mejor?

—Si.

Marc se acurrucó más cerca de Nathaniel, sintiéndose seguro y amado. Nathaniel continuó acariciando su cabello, aliviado que esta vez estuvo ahí para Marc. Después de unos minutos, Nathaniel dijo:

—La cena aún no está lista. ¿Te gustaría acompañarme a la cocina?

Marc asintió y juntos se dirigieron a la cocina. Nathaniel le pidió a Marc que se encargará de la salsa, dándole los ingredientes necesarios y unas cuantas instrucciones. Marc empezó a preparar la receta sin hacerle ninguna pregunta a Nathaniel, enfocado en la salsa. Al terminar, solo entonces, Marc le preguntó a Nathaniel si el sabor era el adecuado.

—Delicioso, aprendes rápido.

—Gracias —dijo sonrojado —te ayudó con la mesa, ¿donde están los platos?

—En el estante de allá, yo llevo lo demás.

—Está bien.

Marc sacó los platos y, al encontrar unas servilletas, recordó la imagen de una cena perfecta que había visto en el centro comercial. Decidido a recrearla, buscó un poco más y encontró un mantel en la parte baja del gabinete. También agarró una pequeña cesta para el pan y la colocó en el centro de la mesa. Sentía emoción mientras llevaba los vasos y acomodaba todo, incluso dobló las servilletas como lo recordaba. Finalmente, al ver la mesa arreglada con cuidado y detalle, sintió que todo estaba listo para una cena especial.

Nathaniel llegó con la comida en bandejas, listo para servir, pero al entrar al comedor, se detuvo sorprendido. La mesa estaba decorada de manera impecable: un mantel elegante cubría la mesa, las servilletas estaban dobladas con esmero, y una pequeña cesta con pan en el centro. Los platos y vasos estaban perfectamente colocados.

—Wow, Marc, ¿tú hiciste todo esto? —dijo Nathaniel con una sonrisa.

—¿Te gusta? —respondió Marc —lo vi ayer en el centro comercial, y quería que lo vieras.

—Me encanta. Te quedó fantástico. —Nathaniel puso las bandejas sobre la mesa y se acercó a Marc para darle un beso en la frente—. Eres increíble.

Marc sonrió, sintiéndose valorado. Nathaniel sirvió la pasta y la salsa, mientras pensaba en cómo Marc aprendía y replicaba cosas casi al instante. Se dio cuenta de que entrenarlo no sería complicado; al contrario, Marc podría convertirse en el mejor asesino de París en poco tiempo. Esta idea solo aumentaba la emoción de Nathaniel por tenerlo a su lado para siempre.

Durante la cena, Nathaniel quiso comentarle lo del combate contra los Lauren.

—Marc, ¿recuerdas que te dije que mi madre fue asesinada?

—Cof, cof —tosió Marc, sorprendido por la mención tan repentina—. Perdón, sí lo recuerdo.

—Bueno, fue obra de los Lauren. Son una familia que controla una red de drogas. Nunca le agradaron a mi familia, pero mi padre se atrevió a tratar de hacer una alianza con ellos.

—¿Acaso no es conveniente?

—Marc, mataron a mi madre —exclamó con un movimiento agresivo que asustó a Marc —. Mira, sé que parece que no lo he superado, pero incluso después de la muerte de mi madre, los Lauren han tratado de matarme varias veces. Son la estúpida razón por la que mi familia necesita una garantía —añadió, refiriéndose a los herederos de la familia.

—Perdón, no quise sonar insensible.

—Está bien, lo sé. Pero Marc... —dijo Nathaniel, acercándose lentamente hacia él.

—¿Si? —preguntó nervioso, teniendo a Nathaniel frente a frente.

—...tú serías capaz de matar por mi, ¿verdad?

—Claro, por eso estoy aquí. Sin ti, sin tu juego aquella noche, yo no existiría.

—Entonces si te lo pido...

—Lo haría, sin dudar, sin importar de quién se trate. Para mí no existe nadie más importante que tú, incluso si se trata de m-

Nathaniel, con un movimiento rápido y firme, le tapó la boca a Marc, interrumpiendo bruscamente.

—No termines esa frase, Marc —dijo Nathaniel con intensidad, sus ojos agudizados llenos de rabia y amor al mismo tiempo —. Si algún día se trata de ti mismo, yo odiaría que lo hicieras. Porque ahora tú eres lo que más amo. ¿Lo entiendes?

Marc asintió con la cabeza, ruborizado, pues hacía tiempo que no estaban tan cerca. Nathaniel lo soltó y acarició su mejilla, deslizando sus manos hacia su cuello y luego subiéndolas a su cabello, donde jugó un poco con los rizos que tenía.

—¿Podrías matar a la jugadora de los Lauren?

—Sí.

Nathaniel no pudo resistir y le robó un beso largo y apasionado, acariciando cada parte de Marc como si lo necesitara para vivir. Antes de que todo este asunto con los Lauren sucediera, él había planeado poseer a la persona que encontraría con su juego: día, tarde y noche. Sin embargo, sus planes se detuvieron cuando vio cómo Marc se alejaba de él. Pero después de la noche anterior, cuando Marc le rogó ser marcado, Nathaniel planeaba hacerle sentir placer. Y ahora, al escuchar cómo Marc mataría sin preguntas ni objeciones, solo con una orden, solo lo hizo revivir la idea incluso con más intensidad.

Apenas tuvo un respiro Marc le propuso a Nathaniel:

—¿Podemos ir a la habitación?

—¿Quieres hacerme esperar? —preguntó Nathaniel, con una sonrisa cargada de intensidad y deseo —que cruel eres —continuó, con sus ojos fijos en los de Marc, quien sentía su corazón acelerarse ante la cercanía y el tono de su voz.

—Nunca te haría eso —respondió abriendo la piernas, dejando muy poco a la imaginación de Nathaniel.

Nathaniel miró a Marc con una intensidad que hacía palpitar el corazón. Lentamente, se inclinó hacia él, bajando sus pantalones con una suavidad que hacía que Marc se estremeciera y se sostuviera de la silla. Nathaniel se arrodilló, acariciando el miembro de Marc antes de acercarse más y querer lamerlo. Marc, intentó detenerlo de inmediato.

—No es necesario... —susurró Marc, su voz apenas un hilo.

Nathaniel no le hizo caso y continuó, provocando que Marc gimiera de placer. Mientras Nathaniel deslizaba sus manos por el cuerpo de Marc, sus dedos encontraron el camino hacia su trasero, intensificando la sensación con cada toque dentro de él, en un lugar viscoso y placentero para ambos. Marc se estremecía, mientras la excitación de Nathaniel aumentaba con cada momento.

Haciendo que el alfa se levantara para desvestirse, Marc no pudo evitar rogarle para que lo penetrará.

—Por favor... —dijo Marc, abriendo las piernas con una urgencia que no podía ser ignorada.

Nathaniel sacó un condón de su bolsillo y se lo puso, deslizando sus manos por el cuerpo de Marc, sintiendo cada músculo temblar bajo su toque. Con un movimiento lento pero firme, se unió a Marc, provocando un gemido profundo y un beso apasionado encendiendo la noche que acababa de comenzar.

Matar por amor (Marc y Nathaniel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora