XXVII

685 85 19
                                    

¡AU después del tren infinito!.

El Pilar De la Llama caminaba por el bosque, con parche puesto y seguridad, puesto que hace poco había salido de rehabilitación con la Pilar Del Insecto y esta era su primera misión, después de su estadía de reposo.

Era de noche y la luna acunaba con su hermoso resplandor a todo aquel ser vivo que degustara de dormir ahora... Aunque esto no era así para Kyōjurō.

Al éste encontrarse en una misión, no tuvo tiempo para el descanso, puesto que le habían mandado a exterminar de un demonio que ha causado estragos e intranquilidad en un pueblo a los bordes de éste.

Ya casi llegaba a su destino, cuando escuchó una voz.

S-señor... ¿Podría ayudarme....?-

Se oía la voz de una pequeña niña... Que podía apostar no acompleta los diez años.

Pensó que aquella voz tierna e inocente se dirigía a él... Pero inesperada fue su sorpresa al escuchar una voz más grave, aunque no más que la de él, contestar.

—¿Ah?, Claro, pequeña, ¿Qué sucede?.-

Y Kyōjurō se alarmó... Esa voz... No podría olvidarla ni con amnesia. Es un demonio el que está con la pequeña... ¿Querrá hacerle daño?...  ¿Y por qué usó aquel tono de voz tan dulce?

Y aunque quería no pudo detenerse a pensar en sus respuestas, pues una pequeña niña estaba junto con la luna superior tres. No es bueno.

Buscó rápidamente el lugar proveedor de aquellos sonidos, con sigilo, claro. Halló el lugar sin mucha dificultad, pues no estaba lejos de él... Viendo que el demonio peli-rosa estaba de cuclillas sonriéndole a la pequeña niña de baja estatura mientras la pequeña hablaba.

—Es que mi papi Kazenutora desde la tarde me dijo que esperara aquí, que ya vendría por mí, pero... No ha venido...-

Habló mientras abrazaba un peluche de gato.

Y en cuanto vió que Akaza colocó una cara de disgusto pensó que iba a atacar y, a punto de sacar su espada, al ver como volvía a hablar se sorprendió un poco.

—Que malo es tu papá por dejarte sola tanto tiempo... ¿Ha habido otra persona por aquí?.-

Respondió mientras tomaba entre sus manos las mejillas de la niña y empezaba a limpiar las lágrimas... Y el Rengoku notó que su apariencia fue cambiando... Ahora sí piel no era tan pálida y su cabello era negro... Eso fue lo único que pudo apreciar con la poca luz.

—¡No, nadie ha venido acá, solo usted, señor!.-

Habló ya más feliz de encontrar a alguien.

—Jaja, ya veo. ¿Y como te llamas pequeña?.-

Preguntó mientras se tiraba para atrás un poco, quedando sentado en la tierra, hojas y raices.

—¡Me llamó Maydee!.-

Dijo entusiasta mientras se sentaba igual que él demonio.

Cortitos RenkazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora