La peor noche de mi vida

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El aire olía a sangre, todo estaba oscuro, las luces apenas alumbraban las calles del complejo, ya que estas titilaban como luciérnagas en sus últimos días de vida. En el piso a las afueras de la Policía Militar de Konoha yacía moribunda Izumi Uchiha, junto a ella estaba Itachi Uchiha sosteniendo el cuerpo ensangrentado de su amiga de la infancia con un rostro que mostraba completo dolor, pues él era el causante de tanta sangre derramada en tal fatídica noche. Pero solo se lo mostró a ella, solo le mostró su verdadero dolor a ella, a nadie más, ni a sus padres, solo se permitió mostrarle sus verdaderos sentimientos a ella.

—Ita-chi-ku-n—habló con esfuerzo mientras lo observaba.

Él la miró con ojos cansados y adoloridos, lo que le causó una gran confusión a ella, él asesinó al clan a sangre fría, ¿no? Pero sus ojos mostraban todo lo contrario, tenía una mezcla de culpa, tristeza, soledad y dolor, mucho dolor, había algo que no sabía, una razón para todo está sangre derramada, una razón por la cual Itachi haga todo esto cuándo ella sabía perfectamente que odia la violencia y el conflicto sin sentido. Después de un segundo logró recordar algo que Itachi una vez dijo en una de sus tantas charlas "Haré lo que sea para proteger a la aldea y a Sasuke" entonces otro recuerdo la golpeó como una roca, el golpe de estado de los Uchiha.

Ella no quería participar en el golpe de estado, pero estaba obligada, cómo muchos, y era obvio que iba a fallar, los Uchiha podían ser muy poderosos, pero la aldea tiene más ninjas sin contar al Hokage y cuando fallen todo el clan será ejecutado, incluido Sasuke, un niño pequeño e inocente, la razón de vivir de Itachi y eso ella lo sabía muy bien. Además, la aldea quedará vulnerable para un ataque de otros ninjas si se genera una guerra interna, cosa que él no permitiría jamás.

Ahora todo tiene sentido para ella, pero ¿por qué tenían que hacerle esto a Itachi? Es injusto, es su propio clan, ella no puede soportar verlo así.

—N-no te preo-cupes Ita-chi-kun—dijo sonriendo tiernamente y acariciándole la mejilla.

Itachi se sorprendió y se sobresaltó debido al repentino contacto, ya que no se lo esperaba; sin embargo, su mano inconscientemente acunó la de Izumi contra su mejilla, sintiendo su cálido toque, esa calidez que lo reconfortaba tanto aún en una noche como esta, sentía que todos sus problemas eran eliminados por esa tierna mano.

—Está bien, n-no pongas esa cara—dijo viéndolo todavía con una sonrisa tan linda que Itachi sintió un calor en su corazón.

—¿No me odias? Yo asesiné al clan—dijo con una mirada y voz estoicas, sin embargo, en su interior temía la respuesta y apretaba un poco más fuerte la mano de Izumi.

—Sé q-que tuviste un m-motivo—dijo comprensiva, luego su semblante cambió a uno un poco indignado.—Claro que no te odio, ¿cómo podría odiar al hombre que amo?—dijo lo último en un tono más bajo, pero Itachi lo logró escuchar igual.

—Izumi, tú—dijo sorprendido, viéndola con sus ojos ligeramente más abiertos.

Hace un tiempo él había aceptado tener sentimientos por ella, pero no estaba seguro si ella también sentía lo mismo, además los dos no tenían tiempo para estar juntos últimamente, así que descartó la idea. Sin embargo, ahora ella se lo estaba diciendo, pero va a morir. Va a morir. De pronto su cerebro comprendió, con creciente horror, que no la volverá a ver, no con vida, no volverá a ver sus sonrisas y sonrojos. No volverá a sentir su calidez. 

No. No... ¡NO!

—Está bie-n si no sie-ntes lo mis-mo, no es—dijo triste porque pensaba que la rechazaron, pero su voz destilaba compresión.

—Yo...—la interrumpió—... también te amo—eso la hizo abrir mucho los ojos—desde que me invitaste a jugar de niños, cuando fuimos al lago a comer dangos lo supe yo... te amo—terminó con tristeza y desviando la mirada con un deje de nerviosismo impropio en él.

—Itachi-kun—dijo sorprendida, pero no duró mucho, ya que a los dos segundos ya estaba derramando un par de lágrimas de felicidad.—Gracias, gracias por amarme, gracias por estar conmigo, gracias—dijo empezando a sentir los parpados pesados, de lo que Itachi se dio cuenta rápidamente.

—Izumi no hables más; estás muy débil—dijo muy preocupado, tal vez más preocupado de lo que ha estado en toda su vida.

Casi al instante después de decir eso, Itachi se sintió inmensamente estúpido, es decir, es obvio que iba a morir, su herida era muy profunda y había perdido mucha sangre, eso cualquiera lo deducirá con una sola mirada. Pero al parecer su corazón no quería aceptarlo y dijo esas palabras inconscientemente.

—Est-a bien, Itachi-kun. Fui muy feliz por estar a tu lado, no te cul-pes por esto, n-no te atormentes por esta noche, por favor—dijo cerrando los ojos y bajando lentamente la mano de la mejilla de Itachi.

—¡Izumi! ¡Izumi!—la llamó casi gritando, sintiendo su garganta arder.

—Fui muy feliz, Itachi-kun. Gracias—dijo cerrando completamente los ojos con una sonrisa tranquila en su tierno rostro. Su mano al caer al piso hizo un sonido seco que siempre recordara Itachi junto a su sonrisa, tan cálida y gentil, tan aterradora; sus labios llenos de sangre.

—No...—susurró con la mirada perdida, su rostro y su voz carente de emoción.

Él se sentía tan hueco, su pecho ardía y su garganta se secó sintiendo un nudo en esta. El poco brillo en sus ojos desaparecía mientras contemplaba el cuerpo inerte de Izumi, sintiéndolo cada vez más frío y perdiendo ese cálido toque que la caracterizaba. Ya no lo soportaba más, así que gritó, gritó con todas sus fuerzas mientras lloraba descargando todo lo que había aguantado esa noche, todo lo que había aguantado a lo largo de sus años de vida, todo. En ese grito estaba todo el dolor, agonía y sufrimiento que sintió esa terrible noche, la peor noche de su vida.

Solo quería volver a verla, volver a abrazarla, volver a sentir lo que sentía cada vez que estaba con ella. Porque dolía, dolía como nunca antes, dolía como el infierno, ya no lo soportaba, ya no...

(...)

Ese grito fue lo último que escuchó Izumi el resto fue solo oscuridad mientras se sumergía en lo que le pareció el lugar al que vas cuando duermes y no sueñas nada, no sientes nada y no piensas nada, pero ella si podía pensar en algo, solo eran tres palabras que expresaban mucho "lo siento Itachi-kun".

Se sentía horrible dejándolo solo y más cuando escuchó su grito y llanto. Quería consolarlo como siempre lo hacía cada vez que lo veía con esos ojos vacíos y pensativos, pero al mismo tiempo tristes. Lo sentía tan cerca, quería ir con él, pero no podía, no percibía su cuerpo, no percibía nada. Esta sensación era como estar en el vacío, era tan solo y oscuro, tanto que le daban ganas de llorar, pero de repente ocurrió algo, como una especie de salvación de su tormento, una luz cegadora iluminó el aterrador y oscuro lugar jalándola hacia algún sitio desconocido, pero esta vez familiar para ella.

Sintió unos cálidos brazos rodeándola. Escuchó unas voces familiares cerca. Descubrió que si podía moverse, aunque con un poco de dificultad. Eso la hizo alegrarse, pero al instante se aterrorizó. Ella había muerto, no era posible esto; sin embargo, solo había una manera de descubrir que pasaba.

Con un poco de temor y curiosidad abrió lentamente los ojos y cuando logró enfocar su mirada se encontró con unas manos muy chiquitas que se dio cuenta eran suyas y ella era...



¡¡¡Una bebé!!!

Volví por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora