Evento inesperado

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Ella es como la luna, hermosa, fría e inalcanzable.

-Mateo Hernández

(...)

Hayami se aseguró de que todo su equipo estuviera reunido. Sus libros y sus materiales de experimentos estaban sellados en pergaminos que dejó en su mochila junto con sus bolsas llenas de shuriken y kunai. Mientras se miraba en el espejo se recogió el cabello azabache en una coleta alta. Se puso sus pantalones chándal negros, su camisa negra de cuello alto con el emblema Uchiha en la parte posterior después de ponerse sus coderas violeta. Para finalizar su distintiva vincha morada, agarró una parte de su flequillo.

-¡Nee-san!-escuchó los pasos apresurados de Kaede antes de que la puerta se abriera de un portazo-Será mejor que te apresures, kāsan está furiosa porque no le ayudaste a hacer el desayuno cuando era tu turno-distinguió un tinte juguetón en su voz.

Recargada en el marco de la puerta, una chica unos años menor que Hayami se encontraba mirándola burlesca. Era hermosa, sin duda, pero no rivalizaba a la belleza de su hermana mayor. Su largo cabello azabache rizado, esta vez estaba recogido en una trenza a un costado. Usaba una camiseta ajustada negra y unos pantalones cortos azul marino. A pesar de su rostro angelical muy parecido al de Hayami, Kaede poseía una sonrisa torcida y un aire altivo muy impropio de una niña.

-Dile a tu madre que yo no sirvo para eso, además hoy tengo entrenamiento-Hayami miró con indiferencia a su media hermana, después de agarrar su bolso y caminar hacia ella.

-¿Vas a volver a entrenar con ella?-Kaede frunció el ceño-Mancharás el honor de nuestra familia si te sigues juntando con esa mestiza.

-Cállate-sus músculos se tensaron, al mismo tiempo que enviaba una mirada afilada a su media hermana-El hecho de que seas hija de Chichiue no quiere decir que te voy a permitir hablar así de Izumi. Ten cuidado cuando la menciones si no quieres que le cuente nuestro pequeño secreto a Chichiue.-Hayami apretó su hombro ligeramente al pasar y después se perdió en el pasillo, dejando a Kaede roja de ira.

-Buenos días, Chichiue, Aiko.

Al entrar a la cocina, encontró a Aiko en la estufa cocinando los huevos, mientras Hiroshi, su padre, estaba arrodillado en la mesa de la cocina, tranquilamente comiendo su arroz mañanero con palillos.

-No me ayudaste con el desayuno de hoy-comentó Aiko sin darse la vuelta y cuidando su tono de voz, sabiendo que su esposo no le permitiría hablarle a esa mocosa de manera descortés-Ayer me ayudó Kaede y hoy te tocaba a ti.

-Estaba ocupada-se encogió de hombros, mientras se sentaba delante de su padre-Hoy tengo entrenamiento y voy a llegar tarde. Chichiue, ¿puedo levantarme antes? Solo tengo unos minutos antes de que empiece el entrenamiento-tranquilamente se dirigió a su padre, que no había dicho ni una palabra desde hace rato.

Hiroshi apacible dejó los palillos y la miró. Su expresión solemne no vaciló, al igual que la de su hija. Ambos parecían tener un enfrentamiento silencioso y ninguno iba a dar el brazo a torcer. Aiko no pudo evitar encontrar inquietante esa interacción entre padre e hija.

-Puedes-concedió finalmente Hiroshi y continuó con su desayuno como si nada hubiera pasado.

-Muchas gracias, Chichiue-se levantó, hizo una ligera inclinación y se estiró para tomar una rebanada de pan del plato central. Se apresuró a ir hacia la puerta y se puso la tostada en la boca, mientras se colocaba sus sandalias ninja.

-¡No corras con la boca llena! Es vergonzoso... ¡Hayami, vuelve aquí!-el grito enojado de su madrastra se escuchó hasta que la silueta de Hayami se perdió entre las sombras de la mañana.

Volví por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora