6. Voces y Rusia

119 7 12
                                    

[Alemania, Berlín]

– Un nuevo día.... – mirando su reloj que tenía al lado de su mesita de noche, aún era de madrugada pero un extraño vacío en su pecho no lo dejaba dormir

– «Una nueva soledad» –

– ‹No está solo› –

– De nuevo ustedes... – soltando un suspiro – (Solo ignóralo hasta que llegue la hora) – levantándose de su cama – Solo dos horas... Creo que sí aguanto oh- – volteando a ver al cajón donde guardan sus pastillas

– «Aun que tomes esas porquerías jamás te libras de mí» –

– ‹Pero las necesita› –

– «El inútil necesita sufrir las consecuencias» –

El no dijo nada, abrio con rapidez el cajón agarrando las pastillas, tratando de mantener la calma.

– «Es demaciado débil, me da asco» –

– ¿Asco? No, no doy asco – saliendo de su habitación

– «Deja de huir de tus problemas y deja de huir de mi, no seas un cobarde y me das lastima» –

– No importa si los tomo ahora... – llendo al a cocina por el agua con tres pastillas en la mano – Tranquilo... Tranquilo – tratando calmarse

– «¿Encerio? Deberías ya morirte, es tu culpa estar así» –

– ·Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Ti culpa, Tu culpa...· – se escucharon diversas voces repitiendo una y otra vez aquella frase

– ‹No les hagas caso, nada es tu culpa› –

– Yo... – comenzando a temblar, tomándose sus pastillas de golpe – Yo... Yo no- no, solo son voces, no son reales –

– ·Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa, Tu culpa...· –

El alemán cayo al piso, esperando a que las voces de callarán, esperando en silencio, soltando un par de lágrimas por las palabras.

– ‹Estarás bien› – siendo la última voz que escuchó antes de que las pastillas hicieran su efecto

– Quisieras que tú no me dejaras – suspirando – Debería... – agarrando otro par pastilla – No... No debo- – devolviendo las al bote – No, ya pasó- – respirando ondo

– ¿Qué eran esas nuevas voces? – levantándose del suelo – Ya paso estarás bien, ya pasó estarás bien – tratando de normalizar su  respiración – Ya estoy bien –

[Cuatro horas después]

El alemán se encontraba haciendo su rutina diaria, no tenía nada más que hacer eso.

– Esto... Esto es deprimente – firmando unos papeles – Ya que... – suspirando, todo hubiera sido lo mismo hasta que recibió una llamada – ¿Hmm? ¿Rusia? (Debería contestarle...) – dudando si contestar o si no – Al demonio lo are – contestando la llamada – ¿Hallo? Russland –

– Privet, ¿Германия? – dijo amablemente el ruso

– ¿Si? – empezando a ponerse nervioso – ¿Qué pasa? –

– Pues... Quería pedirte un favor –

– ¿Cuál sería? – tratando de sonar tranquilo – (Tranquilo, tranquilo, tranquilo...) –

– Si pudieras venir a mi casa, encontré algunas cosas ,de tu hermano –

Eeehh, sí, no tengo nada que hacer, ¿Cuándo iría?, (¿Sonó nervioso?) –

– Si puedes venir en una semana te lo agradecería –

– Si, si puedo ir – no sabía porque se sentía tan emocionado Nos vemos en una semana supongo –

– Gracias por aceptar, después te doy detalles, de acuerdo? –

– De acuerdo Russland, hasta entonces – no sabía que pensar en esos momentos

Sí, do svidaniya – colgando

Alemania se sentía feliz, realmente feliz sin el efecto de las pastillas, era algo nuevo para el, ya avía olvidado ese sentimiento.

– Russland... Gracias –

[Fin]

Notas sabor a café: se que me tarde, perdón.

VocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora