Blossom [MattWoong]

1. Espinas

         
Era el Día Blanco, una gran fecha ¿no es verdad? donde los chicos sorprendían a sus enamoradas con detalles y había una que otra confesión de por medio.

Está bien, se suponía que lo era pero Seok Matthew no era tan fan de aquello como debería, aunque todo eso cambió desde que decidió comenzar a pretender a Choi Yerim. La chica era su compañera de clase desde el año pasado y sus méritos por querer conquistarla eran bastante notorios, incluso si eso le valía soportar algunas bromas de parte de sus mejores amigos.

¿pero quién podía juzgar a un joven enamorado como lo era él?

Había sido bien criado por sus abuelos, Matthew era un joven educado y respetuoso también como muy aplicado. Imposible negarse a él.

Claro que su inteligencia no entraba justamente en el ámbito amoroso, de hecho sentía que no daba ni una. Pero Yerim lo había cautivado desde el primer día, decidió poner en marcha su determinación e invitarla a salir.

Cosa que hizo pero...

Nada salió de acuerdo al plan.

— ¿Seguro de lo que me dices, Tae? — apretó el teléfono celular entre su mano, mirando hacia la mesa de su costado el ramo de rosas que más bonito le había parecido para traer consigo.

— De verdad que no te miento, ella está aquí con ese chico nuevo... — le escuchó hacer una pausa — , ¿Cómo dices que se llama él? Ah, si si, su nombre es Sung Hanbin.

No dijo nada, se quedó pensativo un buen rato hasta que la voz de Taerae lo trajo a la realidad nuevamente.

— Enserio lo siento, no sabía que Yerim sería capaz de hacerte eso. — su amigo usaba de nuevo ese tono dulce que siempre usaba con él. — Hoy JunHyeon y yo tuvimos turno en el restaurante por día festivo, me confundí mucho al verla aquí si ya había acordado una cita contigo..

Matthew no era rencoroso, para nada, pero eso le parecía tan bajo que en realidad hasta le daba risa como se habían burlado de él en su cara. No podía culpar a Yerim si lo rechazaba, si ella jamás lo hizo, se hubiese rendido si recibía un no pero ahí lo tenían. Lo habían dejado plantado, y no era cuestión de que sentía su ego herido, simplemente no entendía qué había hecho de malo. Al final agradeció a su amigo por no ocultarle lo que había visto, porque si algo aborrecía Seok Matthew más que nada eran las mentiras. Tomando lo último que le quedaba de dignidad, tomó el ramo de rosas con intenciones de tirarlo a la basura.

Se detuvo a medio camino, luego observando las flores.

Ok, un ramo de esos no estaba precisamente barato como para botarlo así como así.

Tibutea internamente dudando de sus pasos, aunque sentía la decepción a flor de piel aún vigente. No decepcionado de su romance fallido, más bien de él mismo, era tan perfeccionista en absolutamente todo.