Han pasado semanas, pero para Hope era como si hubiera pasado un día. Se despegó de su libreta, cerrándola delicadamente y giró su asiento, cansada. Miró su ventana, soltando un suspiro pesado de tanta tarea. Se levantó con lentitud, acercándose a la ventana, observando como las pequeñas nubes se juntaban y el cielo oscuro y el pueblo se volvía más taciturno.
Pero allí estaba, como siempre, las palabras de Josie haciendo añicos su corazón retumbando por su cabeza.
—Yo cause el fuego
Si Hope pudiese medir en una escala del uno al diez el dolor que sintió tras escuchar aquello indudablemente sería el número de dos cifras elevado al cuadrado.
Cada día que pasaba, cada día evitaba a la castaña. Cualquier excusa era perfecta para evitar ver a la gemela. Su tarea, sus entrenamientos, sus viajes improvisados como lobo... Lo que sea por no escuchar sus palabras.
Se preguntaba cada dos por tres por qué Josie, después de tantos años, le confesaba esto. Hope se miraba al espejo, preguntándose cada día que era lo que pasaba con ella. Lloraba sin parar, sin control alguno cada vez que llegaba a su habitación. Había perdida algo muy preciado para ella en ese incendio.
Caminó hasta su asiento. Se sentó y se recostó con su bebida, cruzándose de piernas y bebiendo el último sorbo. Intentó dejar de pensar, pero no podía. Todavía no sabía que hacer. Sin embargo, ella no quería venganza. Por mucho dolor que sintiese y siendo una Mikaelson capaz de todo, ella no quería hacer algo contra la castaña. Lo que sí tenía claro era una cosa: no sabía si iba a perdonar a Josie Saltzman. Tampoco sabía realmente como aliviar y lidiar con todo aquel dolor consumido en su pecho.
Por supuesto, la castaña no se daba por vencida cuando aparecía cada dos por tres para verificar como estaba e intentaba por todos los medios soltar algunas palabras, pero era inútil ya que Hope se despedía de ella dejando que hablase sola en el pasillo de la escuela. Josie Saltzman no tenía acceso a su habitación.
Hope masajeó su cabeza, aunque no le dolía. Miró su mesa y visualizó que ya no quedaba ninguna gota del agua de limón. Se dio cuenta de que después de la reunión con Alaric no ha salido de su habitación.
Cogió su teléfono. No se dio cuenta que era tan tarde hasta que visualizó la hora. Debatió internamente si debía o no ir a dormir. No quería sentir la comodidad de su cama y llorar como lo hacía todas las noches.
Toda esta semana tenía unas cuantas ocupaciones: Practicar todas las mañanas con Alaric y tardes con Rafael. Pasar algo de tiempo ayudando a Landon con su nuevo poder de fenix. Todo el tiempo libre se lo dedicaría a estar en su habitación y meditar.
Se mordió el labio y cerró su agenda, pero continuó con el móvil en sus manos en silencio. Como si esperase algo, como si cierta persona le llamara de un momento a otro para colgarle después, pero hacía unos días que su teléfono dejó de sonar.
Gimió y se levantó de su asiento después de estirarse un poco. Caminó en zigzag al otro extremo de la habitación donde estaba su cama, pero no todo salió como esperaba. Su zapato se enganchó como si fuera pegamento en su alfombra, desnudando su delicado pie, haciendo que la cobriza tropezara en el trayecto y cayera al suelo en picado.
Hope rodó sobre su costado, sentándose en el suelo y desenganchándose. Miró todo el panorama que había formado en tan solo un segundo. Rodó los ojos de lo torpe que podía llegar a ser a veces. Se meneó y caminó a gatas hasta el teléfono para ver que realmente no tenía ningún rasguño.
Y frunció el ceño. Había algo... diferente. Había algo que no cuadraba en el lugar. Desbloqueó su teléfono, pero solo iluminaba la hora y sacudió la cabeza. Le dio nuevamente al botón para apagarlo, soltando un suspiro y alzó la mirada. Ahí es cuando su corazón se detuvo.
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Enemigas con derechos
FanfictionHope descubre que fue Josie quien inició el fuego en su habitación, pero, no le da una oportunidad a Josie de explicarse. Está dolida porque odia las mentiras y traiciones. La castaña intenta una y otra vez hablar con ella pero siempre discuten... y...