Epílogo

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Saltzman se encuentra estirando después de capturar a un monstruo perruno que le fue difícil atraparlo. Ladeó la cabeza y sacudió sus hombros hasta que varios estudiantes aparecieron en cuestión de minutos. La castaña entregó al monstruo felizmente mientras su hermana andaba a su lado.

—Hoy por lo que veo te has levantado con buen pie —comentó la rubia de manera natural mientras andaba por la acera y Josie asintió con una sonrisa, andando a su lado mientras recordaba que anoche Hope se quedó dormida en sus brazos de lo exhaustiva que la dejó—. ¿A qué hora llegaste anoche realmente?

—¿Qué? —preguntó deteniéndose en la cera y la rubia frunció el ceño.

—Bueno, me dijiste que tenías una cosa importantísima que hacer y estuve preocupada porque estabas incomunicada —comentó la rubia recordando el incidente del móvil.

—Pues... la verdad... es que llegué pronto, quizá media hora más tarde. Solo tenía que asegurarme de una cosa, nada más... —balbuceó Josie nerviosa y Lizzie señaló sus mejillas con el dedo.

—Y si tardaste tan poco... ¿¡por qué recibí tu correo a las cinco y media!? —preguntó con acusación conociendo a la castaña y Josie ya no sabía ni por dónde meterse porque ni se acordaba de ese detalle.

—¡Porque se me había olvidado y te lo mandé después! —chilló como una niña pequeña, pero Lizzie entrecerró más los ojos.

—Y estuviste hasta las cinco y media despierta... —la miró con ojos sospechosos—. No me mientas...

—¿Dónde iba a estar si no? —esta vez su pregunta sonó con enfado haciendo que la rubia apartara la mirada y asintió en derrota.

—¿Cómo te van las cosas con Ho...?

—¿Quieres comer? —interrumpió Josie rápidamente con otra pregunta—. Se me ha antojado comida japonesa.

No era la primera vez que Lizzie intentaba sacar el tema de Hope, pero Josie lo evitaba siempre, interrumpiendo con otras preguntas y anécdotas. La rubia tenía curiosidad porque la veía más animada, pero no había rastro de la cobriza por ningún sitio y no sabía el motivo exacto de su estado de ánimo. No sabía si habían arreglado las cosas y por eso estaba así o simplemente lo estaba intentando, como ella dijo aquella vez y estaba animada por otra cosa.

Cumplió su promesa de no ser insistente y entendió que todavía no era el momento. Así que simplemente asintió con una sonrisa, aunque parecía una mueca. La castaña chilló de felicidad y quedaron para comer horas más tarde.

Después de cerrar la puerta de su habitación, caminó varias manzanas hacia el restaurante. Lizzie iba a tardar en llegar ya que tenía que hacer algunas cosas y mientras eso sucedía, Josie llamó para ordenar su comida y la de su hermana en el restaurante japonés. Así que, cuando cogiese el almuerzo de ambas y se dirigiese a su habitación, ya estarían listas para disfrutar del manjar.

Abrió la puerta con cuidado y se dirigió directamente a la barra con una sonrisa. El camarero se disculpó porque tenía muchos pedidos pendientes y hasta dentro de quince o veinte minutos todavía no estaría listo el suyo. Josie simplemente asintió, diciendo que no se preocupara.

Mientras tanto, comenzó a echar un vistazo al lugar; le resultaba adorablemente familiar. Hacía mucho que no iba por ahí por el pueblo. Tarareó fijándose en los adornos hasta llegar a las mesas. En realidad, su mirada cayó en una mesa en particular porque ahí yacía un pelo ligeramente ondulado y cobrizo que le resultaba conocido. Atinó sus oídos y efectivamente; era ese latido.

Se le formó una sonrisa inconsciente y dudó unos segundos, pero se le encontraba tan irresistible que fue directamente a saludar. Rodeó la mesa lentamente y casi se echó a reír al notar que Hope estaba tan concentrada en su portátil que no se dio cuenta de su ausencia.

Enemigas con derechos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora