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Lo había prometido y ahora estaba sentada en la mesa; con mi esposo embriagado y con el amor de mi vida en la pista de baile.

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Sus labios eran suaves, nuestros movimientos eran lentos, sin prisa alguna. Su cantidad de saliva era la necesaria. Su lengua deambulaba por mi cavidad bucal. Mis manos jugaban con su aún cabello castaño. Y sus manos acariciaban mi cintura.

Niall Horan era, y será lo mejor de mi vida.

Mi mirada estaba fija en el grande espejo del cuarto de baño. Eran las 4 de la mañana y acabábamos de llegar. Mi esposo se encontraba en la habitación, realmente borracho. Había despojado mi ropa de mi débil cuerpo. Me encontraba sentada en el taburete del toilette, quitando rastro de maquillaje de mi rostro. Tomé mi largo pijama y me lo coloqué, até mi cabello en una alta coleta. Salí del cuarto y Dylan estaba en media cama. Suspiré. Tomé una almohada y caminé a la habitación de Moli.

-¿Moli? -No hubo respuesta. La vi dormida en una parte de la cama.

Me acomodé a su lado mirando al techo. Tomé mi cadena entre mis dedos.

-Basta, dime que es. -Pregunté nerviosa.

-Keeva, eres una impaciente. Frente a ti hay un escalón. -No veía nada puesto que sus manos tapaban mis ojos.

-¿Cómo quieres que no sea impaciente si me has secuestrado a medianoche y me has tapado los ojos?

-Bueno, tienes razón, pero ya casi llegamos. Solo unos pasos más. -Se detuvo y por consecuente me detuve yo. -Bueno... aquí vamos. Faltan exactamente 15 segundos. -Sentí sus labios en los míos. Soltó sus manos de mis ojos dejándome ver una linda vista; un mantel en el pasto y comida para dos en lo más profundo del patio de la casa de mis padres. -Feliz cumpleaños 17, princesa. -Sonrió.

-Mi Dios. -Tapé mi boca. -Niall, no debiste. -Giré para verlo. Él jugaba con su cabello, halándolo un poco de la parte de su nuca. -Gracias. -Me acerqué a él y lo rodeé con mis brazos. -Te quiero muchísimo, Niall. -Me paré de puntitas y besé su mejilla haciéndolo reír levemente.

-Igual te quiero demasiado, Keeva. -Besó mi frente. -Sé que sonará loco, pero traje un poco de pay de limón. Mi madre me ayudó a hacerlo. -Lo miré vacilante. -Bueno, ella lo hizo. -Rodó los ojos.

-Lo sabía. -Besé sus labios cortamente. -Vamos, que el pay de tu mamá me fascina.

El postre estaba delicioso. Eran cerca de las 12:30 de la noche. Estábamos acostados, mi cabeza en el pecho del castaño haciendo círculos imaginarios en su abdomen y él jugaba con mi cabello. Aclaró su garganta antes de hablar.

-Tengo algo más para ti. -Volteé a él. -Necesito levantarme, nena.

Me levanté de su pecho y me senté como chinita y él me imitó, solo que no cruzó sus piernas si no que pasó una a cada lado de las mías. Metió la mano al bolsillo de su chaqueta y sacó una pequeña caja de terciopelo.

-Yo... -Aclaró su garganta, de nuevo. -Compré esto... tu regalo de cumpleaños.

-No tenías que hacerlo, Niall. -Pasé mis piernas por encima de las suyas, igual que como las tenía él.

-Lo sé, pero quise. -Abrió la cajita y vi dos cadenitas, una con un dije en forma de K y la otra con forma de N.

-Wow... -Tomé la cajita en mis manos. -Están hermosas.

-Una es tuya y la otra mía.

Sonreí.

-¿Podrías ponérmela? -Lo miré.

Se levantó para después ayudarme a mí. Tomó la que tenía forma de K.

-Si la miras bien, te puedes dar cuenta que hay una N escondida en ella.

Era cierto. Tenía que poner mucha atención, pero ahí estaba. Rodó mi cuerpo y abrochó la cadenita. Tomó mis hombros y besó uno de ellos.

-¿Podrías ponerme a mí la mía?

-¿A caso es una forma de burlarte de mí estatura, Horan? -Volteé a él.

-No, por supuesto que no, princesa. -Río levemente. Tomé la cadenita y él dio media vuelta.

-Listo.

Volteó a mí y sonrió.

-Esta igual tiene una K escondida. -La tomó en sus dedos para después verme. -Quiero que sepas algo, Keeva. -Le miré. Su rostro era serio. -A pesar de todo lo que se venga de hoy en adelante, quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo. Quiero que sepas que aparte de quererte como mi novia que eres, eres demasiado importante para mí por qué fuiste de las pocas personas que supo cómo tratarme. -Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas. -Aprecio cada momento que hemos estado juntos, como amigos y como novios. Apenas tenemos 8 meses de novios, pero siento que toda mi vida lo hemos sido. -Tomó mi rostro y con sus pulgares se deshizo de mis lágrimas. -No llores mi vida.

-Justo ahora no sé qué decir. -Mordí mi labio inferior. Él río.

-No es necesario que digas algo. -Su dedo logró que soltara mi labio.

Se acercó a mí y me besó. De una manera lenta. Sus manos en mis mejillas y mis manos en su cintura. Me cargó y enrollé mis piernas en su cadera, ahora mis manos jugaban con su cabello. Sentí como poco a poco me dejaba en el suelo y él se acomodaba encima de mí. Solté su cabello y comencé a quitarle la chaqueta. Se separó de mí y su rostro mostraba preocupación.

-¿Estás segura? -Preguntó mirándome a los ojos. Asentí y volvió a besarme.

Me deshice de su chaqueta y de su camisa al tiempo que él botaba mi camisa por algún un lado. Sus labios recorrían mi cuello y mis clavículas. De un momento a otro estábamos completamente desnudos.

-Niall... -susurré antes y logré que él me mirara. -Te amo.

Una enorme sonrisa se presentó en sus labios y los unió a los míos.

-Yo igual te amo, Keeva Milán.

-Aun te amo, Niall Horan. -Susurré para mí misma y caí dormida.

-¿Qué te parece si vamos por una nieve? -Preguntó mi hermana sacándome de mis pensamientos.

No era la misma desde que leí la nota que Niall me había dado en la boda.

"Faro de Howth. Domingo a las 7pm. Por favor, necesito que vayas. Si vas sabré que aún me amas, si no... prometo olvidarme de ti. H."

Tendí el pequeño y arrugado pedazo de papel a mi hermana para que lo leyera. Después de segundos sus ojos se abrieron de par en par.

-Tienes que ir, Keeva. -Saltó de su lugar al mío. -Dios mío, no puedo creerlo.

-Moli, no lo entiendes. -Me levanté de mi lugar y volteé a ella. -Si voy estaría arriesgándome a muchas cosas. -Me callé. -Entre ellas que Dylan se entere y me vaya peor de lo que me va. -Dije en voz baja.

-Keeva, tienes la oportunidad más grande de tu vida. Puedes irte con él. Pueden escapar juntos. -Se levantó y tomó mis manos entre las suyas. -Keeva, no puedes hacerle eso. No a Niall. No otra vez. -La miré. Sus ojos me dieron esa esperanza que yo tenía perdida.  

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Mi AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora